¿Existe una dieta mágica?
Se acerca el buen tiempo y con él las preocupaciones recurrentes que suelen acompañar al verano, como la de alcanzar un cuerpo que responda al canon de belleza perfecto. Y…comienza la “búsqueda de la dieta mágica, que lleva de guarnición una sobrecarga de ejercicio en un tiempo récord”.
Además, en este momento también nacen o toman más protagonismo creencias irracionales y distorsiones cognitivas relacionadas con el miedo a engordar, el peso y la imagen corporal. Creencias que repercuten a su vez en otro tipo de aspectos cognitivos, como el nivel de autoexigencia o el nivel de autoestima. La combinación de baja autoestima y perfeccionismo, por una parte ayuda a perpetuar el trastorno y por otra facilita el aislamiento social.
La imagen corporal
La preocupación por la imagen corporal ha sido recurrente en el ser humano y aparece inevitablemente ligada a su vida social, ocupando gran parte de nuestros pensamientos y dando cabida a planes de acción sorprendentes, como las “dietas mágicas”. Rosen (1995) ya hablaba de que la imagen corporal es un concepto que se refiere a la manera en que uno se percibe, imagina, siente y actúa respecto a su cuerpo. A su vez Thomson (1990) divide la imagen corporal en tres componentes:
- Un componente relacionado con la percepción, entendiéndose como la precisión con la que se percibe el tamaño de las diferentes partes del cuerpo o de la totalidad del mismo.
- Un componente subjetivo (cognitivo-afectivo), refiriéndose a las actitudes, sentimientos, cogniciones y valoraciones que despierta el propio cuerpo, principalmente el tamaño corporal, el peso, o cualquier otro aspecto de la apariencia física.
- Un componente conductual, refiriéndose a aquellas conductas que la percepción del cuerpo y los sentimientos asociados provocan. (conductas de exhibición, de evitación de situaciones que exponen el cuerpo a los demás…).
“Los pensamientos te llevan a tus propósitos, tus propósitos a tus acciones, tus acciones a tus hábitos, tus hábitos a tu carácter y tu carácter determina tu destino”
-Tyron Edwards-
El refuerzo social
Con las “dietas mágicas” la persona empieza a adelgazar y de esta forma ella misma empieza a verse mejor, pensando que está cumpliendo sus objetivos, además el entorno social no suele dudar en apoyar esta percepción, con frases continuas “¡Has adelgazado, se te ve mucho mejor!”, “¡La dieta te está sentando fenomenal!”.
Todas estas frases van haciendo creer a nuestro subconsciente que la “dieta mágica” está teniendo un aspecto beneficioso sobre nuestro físico: no solo lo nota mi cuerpo, sino que el refuerzo social está haciendo que alimente esta percepción, y por lo tanto actuando como un refuerzo positivo para que mantenga dicha dieta.
“Tú eliges hacia dónde y tú decides hasta cuándo, porque tu camino es un asunto exclusivamente tuyo”
-J.Bucay-
¿Efecto de las dietas hipocalóricas?
La estrategia más común consiste en iniciar una dieta basándonos en información que se encuentra de forma más o menos casual (folletos, medios de comunicación, redes sociales, etc). La mayoría se basan en la reestricción de los alimentos que tienen una mayor cantidad de calorías. Respecto a la efectividad de las dietas hipocalóricas sobre el objetivo de perder peso, todas ellas funcionan a corto plazo, y una vez se abandonan, la recuperación del peso en el medio o largo plazo es casi inevitable.
Este tipo de dietas hipocalóricas son la principal causa del denominado efecto yo-yo o cambio cíclico del peso. Al no poder mantener el cambio deseado, la persona se puede ver inclinada a iniciar otra y otra dieta. Hay que conocer además que las dietas reestrictivas son un precursor o predictor independiente de la aparición de atracones e incluso de sobrepeso.
¡Cuídate siempre!
Por ello, es fundamental estar sano de forma constante, independientemente de la época del año. Mantener una actividad física regular y una dieta equilibrada sostenida, en la que nos podamos permitir algún capricho de vez en cuando, pero que impida que estemos cambiando todo el rato de rutinas alimentarias.
Además, cuando tomamos la decisión de bajar de peso (buena y positiva para nuestra salud en muchos casos), lo recomendable es que busquemos asesoramiento o ayuda en profesionales que puedan planificarnos una intervención adaptada a nuestras necesidades y condiciones particulares, como nuestro metabolismo o la cantidad de ejercicio que podamos realizar.
Por otro lado, será positivo que la intervención sobre nuestra dieta sea planificada a partir de un equipo multidisciplinar, en el que haya un nutricionista, pero también un médico y un entrenador. De esta manera, aumentaremos exponencialmente las posibilidades éxito de la intervención o del plan de acción que nos hayan pautado.
“La verdadera libertad está en cambiar las reacciones automáticas por respuestas elegidas”
-Mario Alonso Puig-
¡Crea hábitos!
Consiste en adquirir unos hábitos que te acompañen toda la vida y no en buscar soluciones mágicas, que prometen ser rápidas y efectivas, y esconden lo inútiles y peligrosas que son a largo plazo. Por ello mismo, es fundamental crear unos hábitos alimentarios adecuados: horario fijo de comidas, hacer 5 comidas al día, tomar 2 litros de agua, no dejar más de 4 horas entre comidas, cuidar las cantidades, etc.
“Nada hay más fuerte que el hábito”
-Ovidio-
De esta forma, y siguiendo con Rosen (1997), en los programas cognitivos conductuales dirigidos a la modificación de la imagen corporal es relevante llevar a cabo una corrección de las distorsiones respecto al propio cuerpo, la modificación de las ideas irracionales respecto a la apariencia física mediante técnicas de reestructuración cognitiva y la exposición gradual a las situaciones que antes se evitaban. Siendo la motivación la que te hace empezar, pero el hábito el que te mantiene.
Creo que la pregunta ya ha quedado resuelta en el artículo. La magia quizá en los cuentos, pero no en la dietas que prometen ser útiles para todo el mundo y no terminan funcionando para nadie. La alimentación es una cuestión seria, quizás el elemento con el que más podemos condicionar la evolución de nuestro cuerpo, y por extensión de nuestra salud.
Así, por su relevancia, merece la pena que nos tememos la cuestión en serio, de una manera reflexiva y no impulsiva, y que nos pongamos en manos de profesionales que nos faciliten el plan que mejor se adapte a nuestras características. Quizás en las primeras semanas los resultados no serán tan sorprendentes y nos obligue a acudir con cierta frecuencia a consulta, pero a largo plazo los resultados merecerán la pena; de otra forma solo maltrataremos a nuestro cuerpo, haciendo mucha presión sobre él, matándolo, por unos resultados que desaparecerán rápidamente.