5 formas sutiles de hacerte daño
Hay formas sutiles de hacerte daño y el peligro está precisamente en esa sutileza. Como no representan acciones fuera de lo común, lo más seguro es que pasen desapercibidas para tu conciencia. El problema es que, aunque no las notes, siguen operando y privándote de bienestar.
Las conductas autodestructivas son evidentes, aunque no las soluciones de inmediato, al menos sabes que están ahí. Con las formas sutiles de hacerte daño, en cambio, no hay manera de buscar soluciones porque no se logra detectar el problema.
“Demasiadas personas sobrevaloran lo que no son y subestiman lo que son”.
Esas formas sutiles de hacerte daño tienen que ver con conductas que pueden pasar por positivas o “normales”, cuando no lo son. Ahí está el riesgo, porque incluso es posible que llegues a verlas como virtudes. Para que eso no ocurra, veamos algunas de esas conductas subrepticias que resultan nocivas para ti.
1. Culparte, una de las formas sutiles de hacerte daño
La culpa continua es una de las formas sutiles de hacerte daño, porque te corroe por dentro e instala una lógica de severos juicios y acusaciones en tu contra, sin fundamento. Lo peor de todo es que muchas personas han sido educadas para que se sientan culpables continuamente, porque esto se ve como un sinónimo de buena conciencia moral.
No es así. Todos los seres humanos distamos mucho de ser perfectos y la perfección tampoco es tan deseable como pueda suponerse, pues implica la quietud absoluta. Culparte es una forma de autoflagelación, que lejos de promover tu crecimiento, te lleva a sentimientos de impotencia y autoengaño. Mejor tomar responsabilidades, que cargar culpas.
2. Tomar decisiones que van en contra de ti mismo
Parece absurdo, pero ocurre con más frecuencia de lo que piensas. Por ejemplo, cuando decides que es mejor tolerar un pésimo trabajo que salir a buscar uno nuevo. O cuando optas por callar ante injusticias o afrentas en tu contra, que no deberían ser pasadas por alto.
Todas esas pequeñas y grandes decisiones no son una vía para reafirmarte, sino para autoanularte o demeritarte. Por eso no son convenientes y en cambio se convierten en una de las formas sutiles de hacerte daño. Lo saludable es que aprendas a elegir todo aquello que vaya a tu favor.
3. Evitar lo que te hace bien
Aquí volvemos de nuevo a la culpa y a las decisiones que van en contra de ti mismo. A veces sabes que algo te hace bien, pero no vas por ello porque algo en ti te dice que puede esperar, o que siempre es mejor hacer aquello que te implique sacrificios o sufrimientos. De una u otra forma, no te sientes merecedor de ese bienestar que te proporciona alguna actividad, objeto o situación.
A veces se trata simplemente de aceptar que te hace bien un descanso y que no pasa nada si dejas de trabajar para dedicarte tiempo. O que vivir tu sexualidad y disfrutarla es algo que te enriquece y que mejora tu vida. Sin embargo, te resistes a ello. Si identificas algo que te haga bien, es casi una obligación moral ir por eso, hacerlo o disfrutarlo.
4. No saber decir “no”
Es otra de las formas sutiles de hacerte daño que muchas veces se confunde con una virtud como afabilidad, dulzura o empatía. Más allá de la posible timidez, lo que se esconde detrás de esa imposibilidad de decir “no” es una dificultad para reafirmar lo propio. Esto nace de la idea de que tus deseos no son algo a tomar en cuenta.
La mansedumbre o la flexibilidad tienen sentido cuando te aportan algo significativo o fomenta el crecimiento colectivo. Si esas actitudes nacen de una auto desvalorización, son nocivas tanto para ti mismo, como para quienes disfrutan de tu aceptación infinita. Decir “no” es poner un límite y los límites construyen relaciones sanas.
5. Postergar el autocuidado
Si eres de esas personas que nunca tienen tiempo para ir a un chequeo médico, o deciden que unas vacaciones no son tan importantes, o simplemente no se dedican tiempo a sí mismas, te estás haciendo daño. Ponerte en el último lugar no te ayuda, ni ayuda a quienes te rodean.
Tu mente, el cuerpo y tus emociones siempre deben ser objeto de atención y cuidado. No hay ninguna razón suficientemente válida como para no dedicarte tiempo y empeñarte en estar mejor en todos esos aspectos.
Las formas sutiles de hacerte daño suelen tener efectos desastrosos a largo plazo. Con esas actitudes construyes un estado de malestar que más tarde o más temprano va a hacerse evidente. Los seres humanos no nacimos para maltratarnos, sino para crecer y buscar el bienestar.
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- Guillamón, B. R. G., & Palomero, B. S. (2020). Caer sin hacerse daño. Nuestro tiempo, (707), 82-85.