6 frases para reflexionar sobre la excelencia
Pocos conceptos son complicados de entender y de integrar como el de excelencia. Excelencia es una palabra maravillosa, que “vende” mucho. Pero, ¿qué implica realmente? ¿Qué sentido tiene en nuestra vida? ¿Aspirar a la excelencia es lo mismo que aspirar al perfeccionismo? ¿Significa ser el mejor o hacer las cosas lo mejor posible cada día?
En realidad, no es solo una cuestión operativa o de saber hacer. Va mucho más allá. Es una cuestión con un lado moral que implica conseguir el mejor rendimiento en las circunstancias dadas, buscando la mejora continua. Para muchos es una cuestión de logros cuantificables, de adquisición de habilidades. Pero, no deja de ser mucho más: alcanza un plano espiritual, de satisfacción y desarrollo personal.
“La excelencia es un arte ganado a base de entrenamiento y hábito. No actuamos correctamente porque tengamos excelentes virtudes, sino que somos virtuosos porque actuamos correctamente. Somos lo que hacemos repetitivamente. La excelencia entonces, no es un suceso sino un hábito”.
-Aristóteles-
La excelencia no es un acto, sino un hábito
La excelencia no es un nivel establecido o consensuado de calidad o perfeccionismo. Es una dinámica en constante cambio, que se construye con lo que hacemos día a día. No se trata tanto de ser perfecto en algo -una aspiración tan respetable-, como de hacer las cosas lo mejor posible cada vez.
Luchar por la excelencia en lo que hacemos requiere esfuerzo y pasión. El impulso y el compromiso para hacer las cosas bien y hacer un esfuerzo que nos ayude a lograr grandes resultados.
La excelencia es un trabajo de todos los días
La búsqueda de la excelencia no descansa, no permite pausas, no consiente excepciones. La excelencia requiere trabajo diario, porque está basada en tus propios valores; esos que cada día te ponen a prueba, esos que ves en todo lo que haces y en todo lo que pasa. Si algo es importante para ti, lo mejor es trabajarlo todos los días, sin excepciones.
En muchas ocasiones, la motivación para obtener un rendimiento óptimo se nutre de un pensamiento: existe la posibilidad de marcar la diferencia. Es decir, de que existe un distancia importante entre lo que seríamos capaces de hacer con un esfuerzo mínimo y lo que seríamos capaces de hacer con una mayor dedicación.
“No hay una alegría que dure, en el caso de un trabajo así, de un trabajo, de cualquier trabajo. Porque siempre hay que ir a otra parte. Hay que vestirse de nuevo para salir de viaje. (…) A la excelencia hay que ir y golpearle la puerta, es un trabajo de todos los días”.
-Arnaldo Calveyra-
El gusto por hacer las cosas bien
Apostar por la excelencia en el trabajo es una de las mejores maneras de disfrutar con él. Una actitud en el trabajo alineada con esta aspiración no solo permite obtener buenos resultados, sino que también es enriquecedora para quien la mantiene, personal y profesionalmente.
Cuando sabes que haces algo bien, la sensación de deleite que puede acompañar a la actividad se multiplica. Y cuando más lo haces, mejores son los resultados y mayor es el refuerzo que obtienes.
“El secreto de la alegría en el trabajo está contenida en una palabra: excelencia. Saber cómo hacer algo así es disfrutarlo”.
-Pearl Buck-
La excelencia es una búsqueda continua
Hablamos de un proceso que rara vez termina mientras exista una posibilidad de intervención. Además, en la medida que seguimos buscando la excelencia, nuestro espíritu de alguna manera se mantiene joven, ilusionado, activo. De fondo in pensamiento: siempre se puede mejorar, en todos los ámbitos de la vida, tanto personales como profesionales.
Así, la elevada altura de este listón personal es el resultado de una inquietud por mejorar el rendimiento, de optimizar los resultados con los recursos que contamos. Es una expresión externa de integridad interna, pasión y un fuerte sentido de marcar una verdadera diferencia.
En cada trabajo que hacemos se nos presenta la opción de tomar esta actitud. Nuestras habilidades y capacidades o los recursos o la información que tenemos pueden constituir limitaciones, pero también es habitual que tengamos un buen margen de actuación. Aquí entran en juego, sobre todo, la pasión y el compromiso.
“En cuanto a mí, estoy en busca de la excelencia. No tengo tiempo para envejecer”.
-Will Eisner-
El reconocimiento viene de la mano de la excelencia
Muchas personas luchan por ser reconocidas, pero no todas lo hacen por el camino correcto. En realidad, alcanzar el reconocimiento por la vía de la excelencia es la forma más noble de hallarlo. Sin embargo, para quien haya el reconocimiento por esta vía, obtenerlo no suele ser tan importante como lo óptimo del resultado.
Por otro lado, si no buscas excelencia, es difícil que la encuentres. Y buscar excelencia implica actuar con excelencia, dando siempre lo mejor de uno. Incluso aunque parezca que la excelencia está muy lejos, en realidad es el interés y el esfuerzo lo que más valor tiene. Porque solo el hecho de desearlo y actuar en consecuencia ya nos lleva un paso más cerca de conseguirlo.
“Si usted va por el mundo buscando la excelencia, encontrará la excelencia; si va por el mundo buscando problemas, encontrará problemas. O, como dice el proverbio árabe: Lo que pueda significar un trozo de pan dependerá de que tengas hambre o no“.
-John Grinder-
Aprovecha cada pequeña oportunidad para la excelencia
“[…] difícilmente se llega paseando a ritmo demasiado sosegado. Los triunfadores se apoderan de las oportunidades y les dan forma. Viven como obsesionados por las maravillosas ocasiones de cada día, convencidos de que lo único que no le sobra a nadie es el tiempo”.
-Tony Robbins-
Elegir esta actitud implica hacer una inversión de fe, dar oportunidad a la destreza de ver/identificar una oportunidad para mejorar, implica avanzar y buscar la manera de mejorar cada detalle. Es acción, no observación ni reflexión, aunque pueda partir de ellas.
Por otro lado, elegir y mantener esta actitud no es fácil. En ocasiones puede ser muy frustrante y doloroso, en el sentido de que los resultados iniciales muchas veces se encuentran muy lejos de los esperados. Así, finalmente, la excelencia se convierte en un ejercicio de inteligencia y paciencia, que recompensa aquellos que cuentan con una resiliencia suficiente como para dar un paso más allá de las dificultades.