El gran valor de la educación informal

Más allá de la formación reglada y oficial, hay multitud de aprendizajes que nos forman como personas y a los que no damos importancia. Descubre el valor de la educación informal.
El gran valor de la educación informal
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 13 mayo, 2022

Muchas personas se sienten inferiores por no haber completado su formación académica; hay muchos padres que entran en un estado de alarma cuando sus hijos le comunican que entre sus planes no está ir a la universidad. Sin embargo, y aunque por supuesto el saber nos abre puertas, no hay una única manera de adquirirlo. De hecho, la educación informal puede ser tan o más valiosa que la reglada.

Aunque esta tendencia ha comenzado a cambiar y ya se valoran cualidades, aprendizajes y experiencias más allá de los títulos, tradicionalmente la educación formal ha sido considerada como la única vía para alcanzar el éxito. Así, podemos pasar años aprendiendo una teoría que no sabemos llevar a la práctica, o al menos no sabemos hacerlo con la suficiente destreza como para que alguien nos quiera contratar por ello.

Si quieres saber más al respecto y abrirte a estas diferentes posibilidades, te invitamos a seguir leyendo.

¿Qué es la educación informal?

Para comprender el contexto, comencemos por delimitar los diferentes tipos de educación. Y es que el proceso de aprendizaje es continuo y tiene lugar en diferentes ámbitos y de diversas formas.

  • Educación formal: comprende la formación oficial, reglada, que sigue una jerarquía y se imparte en instituciones destinadas a tal fin. Es, por ejemplo, la enseñanza básica obligatoria o los estudios universitarios.
  • Educación no formal: se refiere a la formación que no forma parte de los estudios oficiales, pero que igualmente se realiza de forma intencional y con un objetivo concreto. Puede llevarse a cabo en instituciones especializadas o fuera de ellas, pero igualmente es bastante estructurada. Entrarían en esta categoría, por ejemplo, la educación vial impartida por las autoescuelas o los cursos de mindfulness, cocina o pintura.
  • Educación informal: engloba todos los procesos de aprendizaje no intencionales, que se producen de forma espontánea, sin haber sido planificados o estructurados y fruto de una experiencia práctica. Pueden tener lugar en cualquier entorno y contexto y suelen propiciar la adquisición de habilidades o actitudes. Se produce, por ejemplo, cuando los bebés aprenden a hablar escuchando a sus padres o cuando aprendemos un dato curioso leyendo un libro o un artículo de internet.
Niña leyendo en una biblioteca
Un libro de un tema que nos interese puede ser una buena herramienta de educación informal.

El valor de la educación informal

Aunque las tres vías de aprendizaje son muy válidas y necesarias, generalmente solo nos centramos en potenciar la primera. Incluso, consideramos como una pérdida de tiempo aquellas actividades que podrían proporcionarnos una educación informal (por ejemplo, viajar, leer, jugar a videojuegos o pasar tiempo en compañía de amigos).

A pesar de esto, este tipo de educación es sumamente útil y valiosa por diversos motivos:

Es espontánea y natural

Los aprendizajes informales se producen de forma espontánea, dentro del contexto natural y diario de la persona. No requieren una planificación ni una intención y, por ello, no conllevan esfuerzo ni generan agotamiento.

En el caso de los niños, es la base de todos sus aprendizajes tempranos y, en los adultos, nos ayuda a pulir y perfeccionar herramientas personales.

Potencia la autonomía

Este tipo de educación suele involucrar el trabajo propio, la investigación, el análisis y la capacidad de buscar la información o procesarla de forma personal. Así, somos agentes activos de nuestra experiencia de aprendizaje y nos involucramos en ella, actuamos movidos por nuestros intereses, por los temas que nos apasionan y de los que deseamos saber más. Podemos escoger.

Al contrario, en la educación formal solemos ser meros receptores pasivos de conocimientos que, en muchas ocasiones, no despiertan mucho entusiasmo en nosotros.

Es práctica y experiencial

Es indudable que la práctica es la mejor forma para realizar un aprendizaje significativo y consolidar los conocimientos. Por ello, aquello que aprendemos de manera informal puede calar mucho más (y de forma mucho más sencilla).

Todos olvidamos fechas o conceptos aprendidos en la escuela, pero mantenemos con más frecuencia las habilidades que adquirimos al relacionarnos con otros o al tener que solucionar problemas cotidianos.

Es accesible y asequible

La tecnología pone a nuestro alcance gran cantidad de información sobre temas heterogéneos. De manera sencilla, podemos consultar, resolver dudas y profundizar sobre todo aquello que despierte nuestra curiosidad. Pero, además, podemos recurrir a libros, asistir a conferencias gratuitas o aprender interactuando con personas de nuestro entorno.

Así, no necesitamos disponer de un tiempo concreto para aprender, desembolsar cierto dinero o estar físicamente presentes en algún lugar determinado. El aprendizaje puede realizarse por vías tan diferentes y de una forma tan flexible que podemos considerarlo abierto para casi todo el mundo.

Mujer sentada en un ordenador
Las tecnologías son una vía de acceso flexible a diferentes tipos de conocimientos.

Es la educación que nos prepara para la vida

Si la formación reglada nos prepara para un trabajo, la educación informal nos prepara para la vida. A través de ella aprendemos sobre asuntos tan importantes como la socialización, la inteligencia emocional, la toma de decisiones o la resolución de problemas. El optimismo o el pesimismo, el victimismo o la resiliencia, la perseverancia o la resignación… Todas estas actitudes las adquirimos sin darnos cuenta, sin intención y en el día a día.

Por ello, nunca deberíamos menospreciar esos aprendizajes que nos enseñan a ser humanos. Lo que aporta un viaje, una lectura de tu agrado o una relación personal no se aprende en la escuela. Y, quizá, sean esos aprendizajes de los que a veces ni nos percatamos los que más útiles nos terminen resultando. Así, recordemos siempre el valor de la educación informal.


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