¿Por qué hablamos de "segundas generaciones"?

¿Por qué hablamos de "segundas generaciones"?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 01 septiembre, 2023

Constantemente escuchamos hablar de “inmigrantes de segunda y tercera generación” pero, ¿realmente son inmigrantes? Realmente no son inmigrantes pues nunca han ido a otro país. Este calificativo les viene dado por sus padres o abuelos que en algún momento fueron emigrantes.

Este calificativo de segundas generaciones a veces puede ser hiriente, pues cuando decimos que alguien es inmigrante denotamos que no es de ese país. Hecho que ya en los denominados “inmigrantes de segunda” generación no es real. Sin embargo, más allá de lo peyorativo que pueda ser el calificativo, el mayor problema con estas segundas generaciones se encuentra en que constantemente son asociadas con la violencia. Pero ¿por qué estas personas tienen tanta relación con la violencia en el inconsciente colectivo?

Los efectos de la globalización

Sin querer entrar en la realidad o falsedad de esta asociación, los hechos muestran que en Francia, país en el que gran cantidad de personas que son consideradas” inmigrantes de segunda generación”, estas han formado parte de varias protestas en las que se ha usado la violencia y el vandalismo. Para comprender los orígenes de estos actos hemos de empezar por comprender cuáles son los efectos de la globalización.

Más allá de terminar con algunas aduanas y permitirnos comer una hamburguesa en cualquier parte del mundo, el efecto de la globalización ha sido la pérdida de cultura. Los procesos de globalización han llevado a cabo una homogenización de las diferentes culturas a favor de la cultura dominante, sea esta, mayoritariamente, la importada desde Estados Unidos y Occidente.

Además de la pérdida de cultura, otro componente de cambio importante que a extendido la globalización, es la secularización. Esta consiste en hacer las referencias religiosas más irrelevantes para la sociedad, la vida diaria y la cultura, acompañada del descenso de las prácticas religiosas individuales. Vivir una religión fuera de lo cultural es muy complicado y, por ello, se tiende a buscar una nueva cultura en la religión. La globalización nos ha llevado a una crisis cultural y esta situación hace propicia la expansión de las religiones.

“La incertidumbre y el miedo y la ignorancia acerca de los inmigrantes, sobre las personas que son diferentes, tiene una historia tan antigua como nuestra Nación”

Luis Gutiérrez

Un ejemplo lo encontramos en las llamadas “segundas generaciones” de inmigrantes musulmanes. Mientras las primeras generaciones seguían manteniendo muchos aspectos culturales en relación a la educación, el matrimonio y demás aspectos sociales, las segundas y terceras generaciones ya no viven la cultura de sus padres. Los padres han dejado de ser el modelo a seguir y se produce una crisis generacional que se ve agravada al no encontrar referentes sobre cómo combinar la religión con la cultura en la que se encuentran.

El fundamentalismo

Considerando el efecto que la globalización y la secularización han provocado en las sociedades consideradas actualmente laicas, creando una desconexión entre las señas de identidad culturales y religiosas, no es de extrañar la creciente adhesión al mercado de las religiones.

Religiones que que ofertan nuevos modelos de respuesta capaces de aportar un cierre a la necesidad de búsqueda de significado que se ve aumentada debido a la pérdida de la cultura, ya que ésta se acompaña de la pérdida de los valores tradicionales. Por desgracia, algunas de estas ofertas son religiones fundamentalistas o sectas resultan más atractivas para aquellos que no saben como vivir una religión sin cultura.

Yo iría tratando bien a los inmigrantes… porque pronto los inmigrantes seremos nosotros.

Los fundamentalismos actuales no surgen como una reacción defensiva de las culturas que se sienten atacadas por la globalización, sino como una nueva identidad religiosa que busca distanciarse de la cultura actual. Los fundamentalismos proponen una ruptura con las culturas de origen.

Esto funciona debido a que vivimos en un mundo globalizado, en el que las sociedades tradicionales se encuentran cada vez más en crisis y ya no sabemos lo que es la sociedad tradicional. Los fundamentalismos proporcionan una identidad positiva a aquellas personas que se sienten alejadas de la cultura.

Los fundamentalismos proporcionan una identidad positiva a aquellas personas que se sienten alejadas de la cultura.

 

Por tanto, no es que los fundamentalismos retomen las tradiciones culturales vigentes en los inicios de las religiones, sino que adaptan esos preceptos a la modernidad actual por medio de nuevos indicadores y símbolos religiosos. Así, crean una nueva cultura religiosa que comienza por establecer la supervivencia del endogrupo como prioridad, permitiendo formas de violencia atroces para proclamar su supremacía. Aunque parezca contraintuitivo, estos fundamentalismos constituyen una forma de liberación.

El problema de los fundamentalismos es que ofrecen identidades fuertes y cerradas que, sin negar la realidad, ofrecen una alternativa válida y atrayente dado su componente anti-globalización. Cada vez más jóvenes integrados en sus comunidades las abandonan voluntariamente para alistarse en las filas de organizaciones fundamentalistas que abusan del terror por medio del exterminio de aquellos que se oponen a sus ideas.

La actual deriva en busca de ideologías y valores a los que aferrarse no solo está contribuyendo al crecimiento de ideologías políticas radicales de derechas e izquierdas. También es la base que proporciona argumentos a los fundamentalismos religiosos a la hora de optar por el camino de la violencia.


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