Incluso con el corazón roto, intentaré aprender de esta experiencia
Incluso con el corazón roto voy a buscar un sentido a esta experiencia. Voy a seguir caminando. Voy a dolerme cuando lo necesite. Lloraré lo que mi cuerpo necesite llorar. Compartiré con quien pueda valorar cómo me siento y no con quien no quiera escucharlo. No quien no quiera acogerlo.
Me respetaré lo suficiente como para compartir mi dolor con las personas que me aprecian y me hacen bien. Seré fuerte como para poder hacer esta distinción. Porque esta vivencia en la que estoy inmersa es tan mía y tan íntima que no quiero añadir más dolor sin sentido. Pero quiero encontrar el sentido a esta experiencia.
Quizá te sientas identificado leyendo estas palabras. Quizá te hayan roto el corazón, por primera vez, o una vez más dentro de una lista de veces. O quizá tu corazón solo se rompe con las personas que han sido muy importantes para ti. Sea cual sea el lugar donde te encuentras.
Busca qué hay detrás de ese corazón roto para entenderlo mejor
Las personas encajan las decepciones amorosas de maneras muy diferentes. Lo hacen en función de las expectativas que tenían de esa relación, del lugar en que habían colocado a esa persona en su vida, de la imagen que habían construido de ella y de la profundidad de la propia relación. Una infinidad de matices que le da sentido o se lo resta al dolor que nos cruje por dentro.
Cuando conseguimos ver los mecanismos que se han puesto en marcha en nuestras relaciones nuestra visión se vuelve más nítida. Menos borrosa. Por ejemplo, quizá eres de las personas que idealizan en seguida a la persona que están empezando a conocer. La “rellenan” o la inflan, como si fuera una muda vacía, adornándola en el ejercicio de atrezo con características y virtudes que no le corresponden, que no son suyas.
Muchas veces ponemos en el otro lo que querem os ver en él. Y si no lo vemos a la primera buscaremos indicios que nos confirmen que esa persona es “así” de maravillosa y especial. Nos volvemos unos expertos en el arte del maquillaje. Ponemos y quitamos piezas como si de un juguete se tratase.
El autoengaño facilita que se vuelvan a repetir las mismas experiencias
De hecho, a veces, aunque comprobemos que la realidad es otra muy diferente es la dependencia hacia esa persona la que toma las riendas de la relación. Y nos lleva a la deriva. Me da igual que él no sea esa persona que imaginé. “No puedo vivir sin él”. Y aquí es el miedo a la soledad el que reina nuestros días. Hasta que queramos y podamos abrir los ojos y salir de ese laberinto en el que hemos entrado.
Por todo ello es importante que podamos ver con verdad y sin autoengaños todos estos mecanismos que han hecho que demos con personas que no merecíamos o que caigamos una y otra vez en el mismo tipo de personas y de relaciones. Cuando entendemos cómo hemos funcionado en una relación podremos encontrarle un sentido a esta experiencia dolorosa. Podremos entender mejor cómo se ha resquebrajado este corazón roto.
Identificar las fuerzas que han roto nuestro corazón, por doloroso que sea el ejercicio de la membranza, va a darnos la posibilidad de que las anulemos en futuras relaciones, de manera que no vuelvan a producir daño ni dolor.
El periodo que empieza cuando se termina una relación de pareja (o un enamoramiento fugaz no correspondido) es muy fértil para aprender de nosotros mismos, sin vendas y sin espejismos. Sólo así podremos asumir y exprimir el jugo a nuestros errores, dar forma a sus causas y a sus desastrosas consecuencias. No podemos pasarnos una vida entera colocando nuestra responsabilidad en la otra persona: es un ejercicio tan fácil como improductivo.
Sé honesto y explora tu responsabilidad
Todos tenemos responsabilidad en una relación. Lo importante es asumir la propia y saber salir de ella cuando sea necesario. Si pisoteamos nuestro amor propio por encajar a la otra persona en nuestra vida no estaremos teniendo una relación sana. Cuando evitar que el otro se vaya se convierte en la prioridad de nuestra existencia, tenemos ante nosotros una de las señales más potentes y fiables de alarma. Tendremos que pasar a la acción.
Por ello, sé honesto contigo mismo e intenta buscar siempre un sentido a estas experiencias dolorosas. A este corazón roto. Busca un sentido que te ayude a comprenderte mejor y a no repetir errores. Una vez que adquieras este aprendizaje serás un poquito más sabia, un poquito más fuerte, y la esperanza de que la siguiente relación no se rompa será mayor.