La codicia es un problema del corazón

La codicia, como todo, nubla el juicio y la empatía humana cuando llega a su extremo.
La codicia es un problema del corazón
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 28 septiembre, 2022

La codicia, que también es conocida como avaricia, es la tendencia a ser egoísta, tacaño y de acaparar todo para uno mismo. Una persona que es codiciosa querrá tener más de lo necesario o merecido, sobre todo cuando se trata de dinero, riqueza, alimentos u otro tipo de posesiones. La codicia también es conocida como avaricia.

La avaricia es uno de los siete pecados capitales dentro de la tradición católica (el deseo de complacerse a sí mismo con las adquisiciones materiales y posesiones en lugar de agradar a Dios). También en el budismo, “el deseo” es un obstáculo fundamental para la iluminación, no se puede estar en el camino de la búsqueda de la felicidad con un deseo compulsivo de adquirir cosas materiales.

“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”.

Epicuro

La codicia en el corazón es la llave a la autodestrucción

La codicia deriva del miedo básico a no tener, por lo que, sin darnos cuenta, cuanto más codicioso seamos más nos estaremos autodestruyendo. Llenar el vacío interior con cosas materiales solo agravará el problema y hará que la persona se sienta peor con ella y con el mundo que la rodea. La codicia es impulsada por el sentido fundamental de la privación, una necesidad de algo que está ausente o no disponible para nosotros.

Cuando el sentimiento de carencia (sobre todo emocional) es particularmente fuerte, una persona puede llegar a obsesionarse con la búsqueda de cosas que “necesita”. Tratará de buscar posesiones potenciales que le hagan eliminar esa dolorosa sensación de vacío que tiene arraigada en el corazón.

Mujer con una caja con cosas

Pero, no importa todo lo que compre o todos los bienes que adquiera, porque si bien puede sentir cierto alivio momentáneo, será algo temporal. El sufrimiento y el vacío emocional volverán a aparecer. Desde el budismo, se afirma que nuestra auténtica naturaleza es infinita y, además, estamos desconectados de ella, por lo que es imposible llenarla con objetos materiales; esto es, finitos.

Una persona codiciosa puede tener sentimiento de avaricia en cuanto al dinero, al sexo, al poder, a la comida, a la atención de otros, al conocimiento… se puede sentir codicia de casi cualquier cosa. Puede ser hacia algo concreto o hacia algo abstracto, real o simbólico. Esta codicia solo busca llenar un vacío emocional que embarga a muchas personas. Sin embargo, estamos intentando llenar un pozo sin fondo.

Pero siempre será algo específico por lo que la persona se obsesione y necesite más y más. Una vez que esto sucede, la vida se convierte en una tortura, porque solo se centra en tener tanto como sea posible de un elemento en concreto.

La codicia puede ser algo normal

Según el estudio de Richard F. Taflinger en “La base sociológica de la avaricia”, la codicia puede ser algo que nos ayude a sobrevivir, implica el deseo como algo que no puede ser perjudicial. Y es que ciertamente el deseo, mientras no sea algo obsesivo que quiera enterrar sentimientos de vacío emocional, no tendría que ser algo malo.

Como dice Richard F. Taflinger, todos necesitamos comprar comida, tener dinero para pagar el alquiler, ropa para vestirnos, etc.

¿Conseguir dinero es tener codicia? Sin dinero no se puede vivir. Este elemento social se puede percibir de dos formas diferentes: como un símbolo de riqueza o como un símbolo de recursos necesarios para la supervivencia.

Los límites de la codicia

Cuanto más dinero se tiene mejor será la calidad de los objetos que puedas adquirir. ¿Cómo puede el deseo de mejorar nuestro nivel adquisitivo transformarse en codicia? ¿Dónde está el límite? El límite está en querer cosas para llenar un vacío emocional o existencial.



Es el miedo el que marca la diferencia entre la codicia y el hecho de conseguir cosas por nuestro bienestar. El miedo a la falta, a no tener algo que sea esencial para “la felicidad”, algo que no sea suficiente para hacernos felices. Debido a este miedo constante, la persona desea de forma compulsiva cosas que cree necesitar. Por esta razón, son sumamente competitivas y envidiosas.

“Si un individuo posee la base espiritual necesaria, no se dejará vencer por la tentación tecnológica y la locura de poseer. Sabrá encontrar el justo equilibrio, sin pedir demasiado. El peligro constante es abrir la puerta a la codicia, uno de nuestros más encarnizados enemigos, y ahí reside el verdadero trabajo del espíritu”.

-Dalai Lama-

Entender la codicia para ponerle freno

La codicia es una actitud tóxica que solo puede hacer daño a medida que aumenta en el interior de las personas. Vivimos en una sociedad competitiva y medimos el éxito para sentirnos bien, queremos tenerlo para “superar” a otros y crecernos. Esta sociedad idolatra a personas que tienen coches caros, que llevan lo último en ropa o que tienen la casa más grande. Se ha construido una sociedad que ayuda a que la codicia se vuelva una horrible adicción que enferma el corazón.

Sin embargo, el peligro de vivir en una sociedad codiciosa es el efecto contagio. Si no nos volvemos igual de codiciosos que aquellos que poseen grandes fortunas, corremos el riesgo de ser tachados de vagos. Podemos llegar a escuchar frases como: “Y tú, ¿a qué aspiras?”. Poco a poco, se va censurando un estilo de vida simple y sencillo, sin grandes lujos.

Es necesario encontrar el motivo por el que se siente la codicia para poder curar esa herida emocional y poder aumentar el valor de la generosidad sobre la riqueza material, porque ayudar a los demás nos hará sentir una vida plena y llena de felicidad. Las personas generosas sienten más satisfacción en la vida, porque es mejor dar que tomar. Las últimas investigaciones en neurociencia están demostrando que aquellos que más se preocupan por los demás, presentan índices más elevados de felicidad.

Las personas generosas que dan por amor y no por obligación, han aprendido que aquellas en las que crece la codicia se caracterizan por no tener nunca suficiente con lo que ya tienen. Son como tiburones que pasan toda la vida cazando y consumiendo. Y, en realidad, ni con todos los océanos del mundo se podría satisfacer su deseo.

Imágenes: Moje pravdy, Duy Huynh, Megatruh


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  • Taflinger, R. F. (1996). Taking advantage; The Sociological Basis of Greed.
  • Haynes, K. T. (2021). The Psychology of Greed. In The Psychology of Extremism (pp. 203-229). Routledge.

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