La depresión, un reto que no conoce de edades
La depresión aparece cuando menos te la esperas y no entiende de estereotipos. Actualmente afecta aproximadamente a una de cada diez personas en el mundo y ningún grupo de edad se encuentra a salvo de este mal de nuestro tiempo. Niños, adolescentes, adultos y ancianos. En cada etapa la depresión aparece con unas particularidades pero un denominador común: se lleva tu alegría de vivir.
Le depresión es una enfermedad severa e incapacitante. Desde que entra en tu vida tu ánimo, tus pensamientos y tus conductas cambian. Comienzas a sentirte triste y desesperanzado, te aíslas y te retraes mientras tu mente se llena de pensamientos de culpa. La detección temprana y el tratamiento adecuado son elementos esenciales para combatir la depresión, por ello es necesario conocer en qué formas se presenta.
La depresión en los distintos grupos de edad
Niños
Tenemos una imagen de la infancia cómo aquella etapa de nuestra vida, sencilla y feliz, a la que desearíamos volver. La falta de responsabilidades, las risas, los juegos… Sin embargo, la realidad es que muchos niños enfrentan cada día la depresión y esta, muchas veces, no es detectada por su entorno.
Los síntomas de la depresión en niños pueden ser fácilmente confundidos con problemas de conducta, enfermedades físicas o situaciones pasajeras. Sobre todo, porque los niños no pueden exteriorizar lo que están sintiendo. En muchas ocasiones, ni siquiera pueden comprenderlo por completo.
En los niños la depresión puede manifestarse en forma de irritabilidad y mal humor, en lugar de los típicos signos de tristeza. Los niños deprimidos suelen mostrarse muy críticos consigo mismos, se encuentran apáticos y generalmente se aíslan de sus pares.
Es fácil caer en el error de suponer que este tipo de conductas reflejan falta de disciplina, pereza o timidez en el niño. Pero es necesario indagar, conversar y observar la evolución, pues pueden estar escondiendo una realidad mucho más grave.
Adolescentes
Los adolescentes se enfrentan a problemas similares de falta de comprensión, pues muchas veces sus cambios de actitud se atribuyen a la propia adolescencia. Los jóvenes deprimidos experimentan sentimientos de tristeza, frustración y vacío. Suelen ser extremadamente sensibles al rechazo y son comunes las discusiones con amigos y familiares.
Su insomnio, mal rendimiento escolar o ánimo inestable son pocas veces reconocidos por el entorno como síntomas de una depresión, que pueden tender al culpar al adolescente por su conducta. El joven, por su lado, puede temer reconocer su situación y pedir ayuda. Por eso, como padres es imprescindible que nos mostremos disponibles, comprensivos y dispuestos a ayudar incondicionalmente.
Adultos
Este es el grupo de edad que más comúnmente asociamos con un trastorno depresivo. Los síntomas incluyen ánimo bajo, trastornos del sueño y del apetito, pérdida de interés y sentimientos de inutilidad. Incluso para un adulto puede ser complicado aceptar que se está atravesando por una depresión ya que, desafortunadamente, la salud mental aún sigue estigmatizada.
Tratemos de estar conectados con nosotros mismos para poder detectar cualquier pensamiento negativo o ánimo bajo que esté perdurando en el tiempo. No temamos escuchar nuestras necesidades y hacer cambios en nuestra vida porque, en ocasiones, la depresión es el fruto de habernos dejado para después durante demasiado tiempo.
Depresión geriátrica
Los ancianos son un grupo especialmente vulnerable a la depresión. Han de hacer frente a numerosas pérdidas, tanto del empleo, como del estatus social, como de amistades, seres queridos y salud. Tratar de asimilar estos cambios en un periodo de tiempo reducido puede ser difícil, especialmente sumado a la falta de apoyo afectivo con la que muchas veces se encuentran.
La depresión geriátrica se manifiesta con un ánimo decaído, dificultad para concentrarse y un progresivo aislamiento y descuido personal. Además puede acompañarse de cambios grandes en el peso, ansiedad, y quejas físicas generalizadas.
Estemos atentos a las señales de nuestros mayores, para proveerles del apoyo, la compañía y la ayuda que necesitan. Los lazos sociales y afectivos constituyen un gran factor protector ante la depresión y favorecen enormemente el afrontamiento de la misma.
La depresión tiene tratamiento
Tengas la edad que tengas has de recordar que no estás solo y que sí hay esperanza. Actualmente existen tratamientos eficaces para abordar la depresión, tanto psicológicos como farmacológicos. Si sientes que has perdido el interés, el ánimo y las fuerzas, no dudes en pedir ayuda.
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