La vergüenza asociada al abuso emocional ¿cómo tratarla?
La culpa de una relación abusiva jamás es de la persona abusada. Sin embargo, las huellas que deja un vínculo basado en el maltrato físico o psicológico son complejas, profundas y traumáticas. Es más, la vergüenza asociada al abuso emocional es una constante, sentir incluso que uno mismo es responsable de lo sucedido es algo que se aprecia con frecuencia.
Esta emoción, la de la experiencia de la vergüenza, viene explicada a menudo por preguntarse una y otra vez cómo hemos permitido que el otro traspasara ciertos límites. Esa evaluación negativa de la propia persona se alimenta por toda una sucesión de pensamientos, apreciaciones e ideas en las que minar aún más la poca autoestima que les quedan tras romper un vínculo altamente dañino.
Esos sentimientos de autodesprecio someten a la víctima a un estado que dificulta seriamente su recuperación. Lo más destacable es que esa sensación, esa impronta debilitante, yace de manera muy profunda en la mente de la persona abusada. Esto explica sin duda lo delicado y desafiante que resulta superar estas vivencias, esas experiencias tan lesivas a nivel psicológico.
La vergüenza asociada al abuso emocional ¿por qué aparece?
En el campo de los abusos psicológicos, físicos y sexuales existe un término interesante que vale la pena tener en cuenta. Es el “develamiento”, entendido como ese proceso en el que la víctima da el paso y revela todo lo que ha vivido. Su historia personal. Hacerlo, explicar con detalle cada situación, cada experiencia y el sufrimiento sentido es, sin duda, otra forma de dolor por la que hay que pasar para poder sanar.
Sin embargo, no todas las personas se sienten con fuerzas para proceder al develamiento. La vergüenza asociada al abuso emocional hace que, a menudo, se opte por el silencio. Lo hacen porque piensan que nadie va a creerles. Porque se dicen a sí mismas que si ponen en voz alta cada situación vivida, quien esté delante le dirá aquello de “pero, ¿cómo has sido capaz de soportar esas cosas?”. Y esas expresiones, esos comentarios desafortunados de los amigos o familiares, no harán más que alimentar más la vergüenza.
Son muchos los estudios que nos dicen que los sentimientos de culpa y vergüenza están asociados a psicopatología de los supervivientes a los distintos tipos de abusos (Andrews, Brewin, Rose y Kirk, 2000; Ginzburg y cols. 2006; Stuewig y McCloskey, 2005).
La explicación de esto está básicamente en que muchas de estas personas se sienten responsables de lo sucedido. Procesan los abusos y el maltrato como algo que han permitido, algo de lo que no han sabido defenderse y que nadie, salvo ellos mismos, pueden entender.
Cómo escapar de la prisión de la vergüenza asociada al maltrato
La vergüenza asociada al abuso emocional hace, por ejemplo, que las víctimas permanezcan durante más tiempo en esa relación porque se sienten incapaces de enfrentarse al abusador. La autoestima y la identidad quedan tan aniquiladas que no hay recursos ni energía ni aliento para salir de esa cárcel de barrotes invisibles.
En otros casos, hay personas que, aun habiendo dejado atrás ese vínculo dañino, siguen arrastrando el trauma por todo lo vivido. Porque la vergüenza, es como un bate que golpea una y otra vez rompiendo lo poco que queda en pie: dignidad, autoconcepto, fortalezas…
¿Qué podemos hacer en estas circunstancias? Estas serían algunas claves.
La víctima nunca es culpable de nada
Nada de lo sucedido es responsabilidad tuya. No toleraste nada, simplemente, carecías de recursos para poder salir de esa situación. Recuerda, la víctima de una relación de maltrato no es culpable de nada, toda responsabilidad recae en el agresor, en quien engaña con un falso amor y ofrece a cambio violencia, abuso y manipulación.
Desahogar cada vivencia, liberar cada emoción sentida
La persona que ha sufrido una vivencia traumática lleva consigo un relato interno que procesar y reinterpretar. Todos esos retazos dolorosos de vida deben salir a la luz, deben liberarse emocionalmente, desahogarse como merecen y necesitan. Solo así se procesará cada experiencia de manera adecuada, libre de culpas y vergüenzas.
Terapia de grupo
A la hora de tratar la vergüenza asociada al abuso emocional, es necesario acudir a terapia psicológica. No obstante, destacamos la utilidad de acudir a grupos de apoyo donde poder compartir con otras personas todo lo vivido. Mediante estas dinámicas se descubrirá que ninguna víctima es culpable de una relación de maltrato.
Se comprenderá la necesidad de ir despegándonos de esas interpretaciones negativas que coartan aún más nuestra capacidad de recuperación.
Reparación de la autoestima
Un paso esencial para superar el trauma por esa relación de maltrato es contar con un buen soporte emocional. La figura de la familia y los amigos actúan como sostén psicológico indispensable. Así, y una vez recuperemos esa sensación de seguridad, es momento de reparar poco a poco el tejido de la autoestima. Estos serían algunos pasos:
- Detectar los pensamientos negativos y cambiarlos por enfoques más integrativos, saludables y positivos.
- Es decisivo también desactivar los esquemas de pensamiento irracionales y esas creencias dañinas. Ideas como “la culpa fue mía; no valgo nada o no merezco que me quieran deben desaparecer de la mente”.
- Asimismo, es recomendable hallar nuevos significados vitales, otras ilusiones y propósitos. Dotar al presente de esperanza puede permitirnos vernos de manera más positiva y resiliente.
Potenciar tus habilidades de resolución de conflictos
Por último, y no menos importante, a la hora de reducir el impacto de la vergüenza asociada al abuso emocional, es bueno dotar a la persona de nuevas habilidades psicológicas. El poder resolver problemas, afrontar conflictos, sentirse hábil para manejar dificultades y percibir una buena seguridad personal en el día a día ayuda a tener una imagen de uno mismo más fuerte.
Para concluir, bien es cierto que estos procesos llevan tiempo. También, que cada experiencia es única, que cada persona lleva consigo una mochila de vivencias. Sea como sea, es positivo recordar que podemos y debemos pedir ayuda. Siempre hay personas cerca que lejos de juzgarnos, nos creerán y harán todo lo posible por acompañarnos, por ser el mejor apoyo.
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- Andrews, B. (1995). Bodily shame as a mediator between abusive experiences and depression. Journal of Abnormal Psychology, 104(2), 277-285.
- Bradshaw, J. (1988). Healing The Shame That Binds You. Deerfield Beach, FL: Health Communications, Inc.
- Butzel, I.S., Talbot, N.L., Duberstein, P.R., Houghtalen, R.P., Cox, C. y Giles, D.E. (2000). The relationship between traumatic events and dissociation among women with histories of CSA. Journal of Nervous and Mental Disease, 188, 547-549.
- Irwin, H.J. (1998). Affective predictors of dissociation II: shame and guilt. Journal of Clinical Psychology, 54(2), 237-245.