Lo que las hijas no amadas aprenden sobre el amor
Las hijas no amadas lidian batallas internas que nadie ve. Aparentan seguridad y resolución. Portan una sonrisa en el rostro, son amables y nadie imaginaría todo por lo que han pasado. Porque quien creció privada de amor debe realizar un viaje interno lento y doloroso para descubrir realmente cómo es el afecto auténtico.
Muchas de estas mujeres tardaron bastante en tomar conciencia de que la suya era una familia tóxica y disfuncional. Cuando se tiene un progenitor abusivo emocionalmente, podemos llegar a normalizar muchos patrones de comportamiento dañinos. Uno de ellos es asumir que el amor o el reconocimiento debe ganarse a la fuerza.
En estos entornos familiares, el amor incondicional no existe. No se ama a las hijas por lo que son, sino por lo que deben ser según esa figura materna o paterna. Esto las conduce a un sobreesfuerzo agotador por ajustarse a dichos mandatos e ideales distorsionados. Y, por lo general, rara vez los alcanzan. Con lo cual, es común crecer y desarrollarse teniendo una visión negativa de una misma…
¿Qué aprenden las hijas no amadas sobre el amor?
Si hay un libro que analiza cómo son las hijas no amadas es Mean Mothers, de Peg Streep. Aquí, la autora nos recuerda que, en realidad, son muchas las personas que carecieron de un amor incondicional en su infancia. Algo así deja serias secuelas. Porque pocas cosas alteran tanto el desarrollo humano como no saber lo que es ser amado y protegido.
Esta situación provoca que sea muy complicado crear un autoconcepto y una autoestima válidos cuando nuestros padres son distantes, fríos y crueles. La falta de cariño y validación deja lesiones psicológicas profundas, cicatrices que alteran el correcto desarrollo socioemocional y de la personalidad.
Esto mismo es lo que nos demuestra, por ejemplo, una investigación realizada en la Universidad de Connecticut. Crecer con padres que evidencian frialdad emocional y desapego se traduce en comportamientos dependientes, baja autoestima, baja autosuficiencia, inestabilidad emocional, etc.
Ahora bien, tarde o temprano, llega un momento en el que las hijas no amadas toman plena conciencia del peso de esas dinámicas abusivas. Es entonces cuando descubren que el amor no era eso que su familia le ofreció; es otra cosa muy distinta… Y ese es el instante en que todo cambia. Estos son los aprendizajes que asumen.
No hay que complacer para recibir amor
Este es el primer descubrimiento que hacen las hijas no amadas: para ser amado no hay que complacer, obedecer o desplazar necesidades y valías. Sin embargo, tardan bastantes años en darse cuenta de ello. Esto hace que deriven muchas veces en relaciones afectivas infelices y dolorosas.
De hecho, repiten con sus parejas los mismos patrones de dependencia que establecieron con sus padres/madres. Ahora bien, tarde o temprano abren los ojos y dicen basta. Toda persona es digna de amor por lo que es, sin necesidad de someterse a nadie, sin obligación de complacer y disolverse en los demás. Amar es respetar a cada quien por lo que es, no por lo que debería ser.
El amor auténtico no deja espacio a la envidia, la dominación o infravaloración
Quien te ama, te respeta. Quien dice quererte no te infravalorará, te ridiculizará o te hará sentir mal por cómo eres, lo que dices, lo que te gusta o lo que valoras. Querer no es humillar, es hacer florecer al otro.
Asimismo, un aspecto del que toman conciencia las hijas no amadas es que la envidia es una dimensión nociva. Muchas de estas mujeres crecieron con padres o madres que envidaban esos bienes materiales que otros tenían. Esa perspectiva genera sentido de carencia y desprecio a los demás. Aceptarnos y centrarnos en nosotros mismos sin poner la mirada en los demás es un ejercicio de bienestar.
Muchas niñas crecen con padres o madres materialistas y egoístas. Se focalizan en lo que tienen otras familias y que a ellos les falta. Incluso tienden a compararlas a ellas con las hijas de los demás. Esto siempre deja mella en una misma.
Hay que alejarse de quien sabotea
Durante un tiempo, muchas de estas mujeres que no fueron amadas en la infancia, tienden a construir relaciones nocivas e infelices. Suelen repetir esos patrones aprendidos en el hogar. Sin embargo, un primer paso para sanar esas heridas es cortar con el pasado y reformular muchas de las narrativas internas que dimos por válidas.
Hay que poner distancia de quien busque controlarte, de quien sabotee tus logros para tenerte bajo su poder. Todo aquel que pretenda aislarnos, situarnos en su esfera personal para manipularnos, no lo hace por amor. Lo hace por aliviar su soledad y satisfacer su ego…
Ellas no tienen la culpa de nada: la importancia de la autocompasión
“¿Por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no reaccioné y me alejé en cuanto pude de esa familia disfuncional? ¡Me arrepiento de tantas cosas por no haber actuado de otro modo!”.
Las hijas no amadas suelen desarrollar una tendencia a la autocrítica muy lesiva. Es un efecto habitual del trastorno de estrés postraumático. Sentir culpa y vergüenza por todo lo hecho, o no hecho y lo permitido, es un efecto muy recurrente. Esto explica por qué, tarde o temprano, estas mujeres acaban desarrollando adecuadas técnicas de autocompasión y amor propio como mecanismo ineludible para sanarse.
Para concluir, si también nosotros, seamos hombres o mujeres, arrastramos un pasado en el que no conocimos una forma de amor saludable y enriquecedora, es momento de atendernos.
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