Los beneficios de hablar con bebés
Según demuestran nuevos estudios, hablar con los bebés aumenta su capacidad cerebral. Leer a los bebés cuentos para dormir y hablar con ellos desde que nacen incrementa su capacidad cerebral y los prepara para el éxito en la escuela, dicen los investigadores.
Las investigaciones por la psicóloga del desarrollo y profesora Anne Fernald, de la Universidad de Stanford, realizadas con bebés y niños pequeños, han encontrado que hay diferencias notables en su vocabulario y su lenguaje, así con en las habilidades de procesamiento a los 18 meses de edad.
Los niños cuyos padres les hablaron menos tuvieron peores resultados en las pruebas de lenguaje realizadas, hasta tal punto que alguno niños de 24 meses de edad quedaron por detrás de los niños de su misma edad con una diferencia de seis meses. Esta diferencia siguió siendo un hándicap para los niños menos avanzados e influyó en sus resultados escolares en los siguientes seis años.
La profesora Fernald dijo que el haber hablado con los bebés les ayudó a comprender las reglas y ritmos del lenguaje a una edad temprana y les proporcionó una base para construir una comprensión de cómo funcionaba el mundo. La repetición ayuda a los niños a recordar las palabras, mientras que el aprendizaje de relaciones entre las palabras les ayudó a construir una imagen del mundo que dio sus frutos cuando alcanzaron la edad escolar.
“Tiene que empezar a hablar con ellos desde el primer día”, dijo Fernald en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en su reunión anual en Chicago . “Usted está construyendo una mente, una mente que puede conceptualizar, que puede pensar en el pasado y el futuro.”
Fernald describió una serie de experimentos en los que se probaron las habilidades de procesamiento del lenguaje de los niños. En una de las pruebas, los bebés y niños pequeños se colocaron sentados en el regazo de sus padres frente a un ordenador que mostraba imágenes de un niño y una cara de perro al lado. Los investigadores utilizaron cámaras de vídeo a cámara lenta para registrar la rapidez con que los niños cambiaron su mirada de la imagen equivocada de la correcta cuando se les decía que miraran al niño o que miraran al perrito.
La prueba pretendía medir la capacidad del niño para procesar información lingüística. En los niños más pequeños había una pausa antes de observar la otra imagen, pero a medida que los niños desarrollan sus habilidades lingüísticas, ellos cambian su mirada mucho más rápido, hasta que se fija en la imagen que se indicaba antes de haber terminado de dar la indicación.
En este estudio, Fernald encontró que los niños más lentos tardaban 200 milisegundos más en encontrar la imagen correcta. Las diferentes velocidades se redujeron en los niños cuyos sus padres hablaron con ellos. Cuando los padres conversaban más con los niños, el procesamiento del lenguaje de sus hijos había mejorado y aprendieron nuevas palabras con mayor rapidez.
A pesar de que la diferencia en el rendimiento fue marginal, tuvo un efecto sorprendente en la preparación de los niños para la escuela. En este sentido, se compararon las habilidades verbales en niños de cinco año, y se encontró que algunos niños iban dos años por detrás de otros en habilidades verbales y de memoria.
La profesora Fernald dijo que los niños desarrollaron el lenguaje mejor cuando sus padres o cuidadores hablaban con ellos sobre las cosas que los pequeños encontraban interesantes. También dijo que ni la televisión ni las tabletas para jugar podía sustituir a una conversación que centrada en el niño y sus intereses, e incluso podría tener efectos dañinos en el desarrollo lingüístico de los niños.
“Los padres que hablan más a sus hijos son más propensos a desarrollar todo su potencial de desarrollo”, dijo Fernald. “Usted está obligado a alimentarlos, a lavarlos y a vestirlos. Hable con ellos mientras lo está haciendo”. En este sentido. Fenarld añadió que no hacía falta dejar de trabajar ni de ir a la escuela para poder hablar con los niños.
Además, la profesora Erika Hoff, psicóloga del desarrollo en la Universidad Atlántica de Florida, comenta que los padres no deben limitar sus conversaciones a hablar de forma simplista. El lenguaje rico y complejo, con adjetivos y oraciones subordinadas, también ayuda a aprender la compleja estructura del lenguaje. “Los niños no pueden aprender lo que no oyen”, dijo.