Sumergirnos en la naturaleza produce fascinantes cambios cerebrales
No se necesita ser un experto para saber que las caminatas y el contacto con la naturaleza son unos estupendos relajantes para nuestras estresadas mentes. Tampoco se requiere de sofisticados aparatos para comprobarlo. Es suficiente con que hagas una de esas caminatas y percibas como la sensación de renovación es inmediata. Simplemente te sientes más vital y más ligero mentalmente. Lo detectas enseguida.
Las caminatas por lugares en los que manda la naturaleza, primero, nos oxigenan. Si la respiración es más limpia y fluida, también los mecanismos cerebrales funcionan mejor. El cuerpo, y por supuesto el cerebro, se nutre de ese oxígeno limpio que puedes respirar en un bosque, por ejemplo.
“El camino de la montaña, como el de la vida, no se recorre con las piernas sino con el corazón”.
-Andrés Nadal-
A esto se suma que el propio ejercicio activa la circulación y con ello fortalece todos los órganos del cuerpo. Está probado que la actividad física genera cambios cerebrales positivos. Incrementa la producción de algunas hormonas benéficas e inhibe la segregación de la llamada “hormona del estrés”.
Tan fascinante es el tema que varios expertos comenzaron a realizar diversos tipos de experimentos para ver hasta dónde llegaban los beneficios de hacer esta práctica, costumbre. En particular, algunos de ellos estudiaron los cambios cerebrales que se producen cuando alguien sube una colina y los resultados han sido sorprendentes.
El senderismo y los cambios cerebrales
La National Academy of Sciences llevó a cabo un estudio sobre los cambios cerebrales que se producen cuando subes una colina. En principio, hicieron una encuesta. Entrevistaron a personas que hacía poco que se habían sumergido en la naturaleza de esta manera. Después compararon los resultados con los de otras personas que habían dado paseos por la ciudad. El resultado fue que los primeros dijeron sentirse en calma, mientras que en el segundo grupo la variedad de respuestas fue mayor.
Más adelante los científicos hicieron un monitoreo para detectar los cambios cerebrales que se habían producido entre quienes practicaban senderismo. Así pudieron comprobar que se presentaba una disminución del flujo de sangre en la corteza prefrontal subgenual de sus cerebros, después de realizar esta actividad.
Esto, traducido en términos prácticos, tiene varios significados. El más importante de ellos es que el cambio central se daba en una zona relacionada con los estados de ánimo. En particular, esa área de la corteza regula el mal humor y los sentimientos de preocupación y tristeza. Todo indica que subir a una colina disminuiría la activación de esa zona: no existiría un estado de irritabilidad o tristeza con el que nuestros cerebros tendrían que “pelear”.
En otro estudio se llegó a una conclusión relacionada. En este caso se estudiaron los cambios cerebrales que se producían entre personas que extendían su caminata por un medio rural durante cuatro días. Estas personas se desconectaban completamente de los aparatos tecnológicos. Al final se les sometió a todos a una prueba de capacidades intelectuales. El resultado fue que todos fueron capaces de obtener un 50% más de puntaje que quienes no hacían senderismo, especialmente en su potencial creativo.
Otros beneficios de subir colinas
Los anteriores no son los únicos cambios cerebrales detectados entre quienes caminan por senderos y medios naturales. En 2004 se hizo un estudio con personas que padecían el llamado “trastorno de déficit atencional”. Se le pidió a un grupo de ellos que subieran una colina. Después de hacerlo se comprobó que los síntomas del trastorno disminuyeron en intensidad y frecuencia.
Algo similar ocurrió con un grupo de personas que sufrían de demencia senil. Las caminatas por espacios verdes y en sitios altos, que exigen mayor esfuerzo, ejercían una notable influencia sobre su memoria. Todo parece indicar que este tipo de actividades incrementan la capacidad de concentración y la habilidad para retener información. En definitiva, todas las funciones intelectuales se ven enriquecidas con un simple paseo largo por una colina.
Pero esto no es todo. El senderismo también ejerce una buena influencia sobre el estado emocional. En un artículo del Journal of Environmental Science and Technology se indicó que solamente cinco minutos de paseo por un entorno natural tiene poderosos efectos sobre las emociones. Basta ese pequeño lapso para que se observen cambios en la autopercepción y la autoestima. Quienes hacen este tipo de paseos con regularidad tienen más confianza en sí mismos y les cuesta menos ejercer un autocontrol.
Lo mejor de todo es que prácticamente no necesitas nada para llevar a cabo este tipo de actividades. Solamente una ropa adecuada y llevar contigo agua. Además de propiciar magníficos cambios cerebrales, también te ayuda a tener mejor salud en general. Y si haces tus caminatas con amigos, mejor que mejor. Es un camino fácil y rápido para mejorar notablemente tu calidad de vida.