Los puntos débiles de la psiquiatría
La psiquiatría es una ciencia médica que ha planteado cierta controversía desde su nacimiento. Apareció en un momento de la historia en el que el pensamiento científico comenzaba a tomar el lugar que antes ocupaban la religión y el mito. Respondía al paradigma filosófico de abordar al ser humano como objeto de la ciencia, influida porque Charles Darwin había sugerido que tenemos mucha más cercanía con los simios de la que podíamos pensar.
A los inicios tormentosos de la nueva ciencia se sumó un desarrollo histórico que por momentos la ha puesto en entredicho. La “antipsiquiatría” es el movimiento que con mayor ahínco ha confrontado los postulados psiquiátricos, denunciándolos como un mecanismo de control, en vez de un tratamiento real para los denominados “enfermos mentales”.
Bansándome en algunos de los planteamientos antipsiquiátricos y tenienco en cuenta las muchas dudas que aún subsisten en la actualidad, propongo un decálogo, siempre discutible, de razones que cuestionan la práctica psiquiátrica.
1. Hasta el día de hoy, se puede poner en cuestión que haya aparecido la primera evidencia médica de que exista algo a lo que pueda llamarse “enfermedad mental”. Teniendo en cuenta la limitación de los medios tecnológicos con los que contamos, se ha visto que los cerebros de las personas denominadas “normales” y los de los “enfermos mentales” en muchos casos no presentan diferencias relevantes entre sí.
2. Puesto que en algunos casos no hay pruebas médicas de la “locura”, podemos decir que sus diagnósticos psiquiatricos tienen una carga de subjetividad importante: depende de la apreciación del médico que examine el caso. Así que en ello no actúa un criterio científico como tal, sino la opinión de un individuo.
3. Frente a lo anterior se dirá que los psiquiatras establecen su diagnóstico tomando como base lo que se dice en el manual de clasificación de los trastornos mentales, DSM-V, oficialmente reconocido en el mundo médico. Lo que omite con mucha frecuencia son los mecanismos a través de los cuales se diseña ese documento. Para los casos en los que hay conflicto o no hay estudios importantes, un grupo de psiquiatras norteamericanos se reúnen y, según la experiencia de cada uno, describen un determinado comportamiento catalogándolo como patológico y proponiendo un nombre para éste. Los demás votan democráticamente al respecto y, si hay mayoría, la nueva enfermedad entra a formar parte del manual. De hecho, hasta hace muy poco tiempo la homosexualidad figuraba en ese documento como un trastorno mental, pero por una votación de 58% logró salir de allí.
4. Algunos estudiosos indican que la psiquiatría es “una ciencia sin objeto”. Si su objeto de estudio fuera el cerebro, debería formar parte de la neurología. Si, en cambio, su objeto fuera la mente, debería formar parte de la psicología. Esta indefinición, al decir de muchos, la convierte en una pseudociencia.
5. Varios investigadores han denunciado que las drogas psiquiátricas representan un peligro. Además de que causan numerosos daños al organismo, también hay estudios que las señalan como fuente de adicción y generadoras de efectos secundarios en la mente. Tales efectos a largo plazo incrementan los síntomas de “locura”, en lugar de disminuirlos. Una amplia documentación al respecto puede encontrarse en la página de la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos.
6. La psiquiatría le permite a los gobiernos y a las sociedades ahorrar mucho dinero en la atención del ser humano. Es mucho más barato recetar un medicamento que iniciar un tratamiento, muchas veces largo y difícil, con alguien que manifiesta una “distorsión” en el pensamiento, producto de su sufrimiento subjetivo. Es más sencillo, por ejemplo, reprimir la angustia a través de un químico, que hacerse cargo de ella a través de la escucha y la comprensión. Una de las principales razones para que el paradigma psiquiátrico siga vigente es el factor dinero.
7. En relación con lo anterior, también cabe decir que el enfermo psiquiátrico tiene un importante valor para el sistema como consumidor de fármacos. Hay grandes multinacionales de medicamentos que hacen fortuna diariamente con este tipo de pacientes. Son una franja de consumo básicamente cautiva, pues la mayoría de las patologías se describen como “crónicas” generando dependencia de por vida.
8. Los hospitales psiquiátricos que alojan pacientes en crisis se han visto sacudidos por escándalos en más de una ocasión. Se habla de maltratos, de abusos, que siempre quedan en entredicho ya que es un “loco” quien los denuncia. La pérdida de la libertad para decidir y la restricción de los derechos civiles en estos centros deben motivar una reflexión sobre su validez como espacios de tratamiento.
9. A las personas que padecen esquizofrenia les anuncian desde un comienzo que su enfermedad es incurable. Rara vez les comentan que entre un 15% y un 25% de los casos nunca vuelven a tener un brote. Y es que la psiquiatría se ve en apuros cuando tiene que explicar “cómo es que un loco recupera la razón”.
10. Dicho todo lo anterior, resulta ingenuo asumir un tratamiento psiquiátrico sin al menos un espacio para la reflexión crítica. Pero también es irresponsable no reconocer que hay estados de la mente en los que no hay lugar para la palabra y, por tanto, demandan el saber psiquiátrico. Lo importante es no perder de vista que “la mente es maravillosa” y más misteriosa de lo que la ciencia se atreve a reconocer.