Memoria a corto plazo: síntomas de que la estás perdiendo

La memoria a corto plazo juega un papel esencial para el desempeño de las tareas del día a día. Conoce en este artículo algunos síntomas relacionados con su pérdida y estrategias para tratarla.
Memoria a corto plazo: síntomas de que la estás perdiendo
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 03 agosto, 2023

La clasificación de la memoria a largo plazo data del siglo XIX, a diferencia de la memoria a corto plazo, que es un poco más reciente. Por medio de la ciencia, nos hemos enterado que gracias a esta última, somos capaces de desempeñarnos en el día a día, con toda aquella información que solo es útil durante un período de tiempo limitado.

La edad, determinados estados de ánimo e, incluso, enfermedades son factores que pueden posibilitar que la memoria se deteriore. En ocasiones, los pequeños despistes del día a día escalan a un nivel más preocupante y muchas personas se preguntan cuándo es el momento de acudir al médico.

En este artículo, exploraremos qué síntomas indican la pérdida de la memoria a corto plazo y cómo se relacionan con el deterioro cognitivo y otras patologías. Además, encontrarás algunos consejos para mejorar en este aspecto. ¡No te lo pierdas!

¿Qué síntomas indican que se está deteriorando la memoria a corto plazo?

Lo primero que debes saber es que hay diferencias entre los olvidos cotidianos y aquellos que señalan que tu memoria a corto plazo se está deteriorando. Por tanto, ten en cuenta que algunos de los síntomas más comunes que evidencian un deterioro son los siguientes:

  • Extravío de objetos personales: olvido frecuente de dónde se han dejado objetos cotidianos, como las llaves o el móvil.
  • Dificultad para retener información recién aprendida: conversaciones recientes, instrucciones o eventos que acaban de suceder.
  • Olvido de nombres y rostros: cabe destacar que estos nombres y rostros olvidados son de aquellas personas que son familiares, no de aquellas con las que se trata de manera ocasional.
  • Olvido de tareas y compromisos: aquí se engloban las pérdidas de memoria respecto a citas, fechas de entrega, eventos o tareas cotidianas, tales como pagar facturas o ir a comprar víveres.
  • Dificultad para seguir instrucciones: cuando se dan indicaciones sobre alguna tarea a realizar, es la memoria a corto plazo quien retiene la información para ejecutarlas. Si esta está deteriorada, la secuencia de indicaciones es difícil de seguir.


¿Cómo diferenciar entre las pérdidas patológicas de memoria a corto plazo y los olvidos cotidianos?

Es cierto que el límite entre unas y otras resulta difuso hasta que la patología se torna grave. Sin embargo, hay criterios, como los que te exponemos a continuación, que se pueden tomar en cuenta para hacer una detección más temprana.

Grado de afectación

La pérdida de memoria a corto plazo suele ser menos grave y más específica que otras formas de deterioro cognitivo. Sin embargo, hay algunas acciones de la vida cotidiana que se ven afectadas de manera significativa, lo que lleva a que la persona requiera ayuda para valerse por sí misma.

Progresión

La pérdida de memoria a corto plazo puede estabilizarse o, incluso, revertirse con intervenciones adecuadas. En cambio, el deterioro cognitivo relacionado con la edad, como el DCL (deterioro cognitivo leve) o la demencia, tiende a ser progresivo y empeora con el tiempo. Todo dependerá de la rapidez de diagnóstico y las estrategias adoptadas por el especialista.

Especificidad de la memoria

Una pérdida cotidiana se restringe a la retención de información «desechable». Sin embargo, como se señala en un artículo publicado por Progress in brain research, cuando esta pérdida forma parte de un cuadro de deterioro cognitivo, se encuentran otras áreas afectadas, como el lenguaje, la atención o el razonamiento.

Este empobrecimiento de las facultades puede desembocar en un problema más grave como la enfermedad de Alzheimer

Factores implicados en el deterioro de la memoria

Uno de los primeros pasos para detectar el origen de estas pérdidas de memoria es encontrar los motivos por los que se produce. Aquí tienes algunos de los más habituales:

  • Enfermedades físicas y accidentes cerebrales: ictus, infartos cerebrales o enfermedades como el alzhéimer causan pérdida de la memoria a corto plazo.
  • Envejecimiento: en una publicación de la Revista Cubana de Neurología y Neurocirugía se señala que ciertos tipos de memoria, como la visual, se deterioran con el paso de los años. Por tanto, de manera natural, se dificulta el aprendizaje de nueva información.
  • Privación de sueño: la falta de sueño inhibe la atención general y las habilidades mnemotécnicas. Además, influye en la activación de las cortezas frontal y parietal, áreas críticas para la memoria de trabajo, como se afirma en un estudio publicado por Journal of Applied Research in Memory and Cognition.
  • Estrés y ansiedad: en un estudio publicado por Psychoneuroendocrinology se muestra que la exposición a largo plazo a altos niveles de hormonas del estrés (glucocorticoides) se asocia tanto con alteraciones de la memoria como con un volumen menor del hipocampo, estructura implicada en la memoria inmediata.

¿Qué hago si siento que tengo pérdidas de memoria a corto plazo?

En este apartado destacamos la importancia de acudir a un profesional de la salud física o mental si crees que estos olvidos son sospechosos. Estas personas te ayudarán a encontrar las causas del problema y a implementar estrategias para paliarlo o solucionarlo. Mientras tanto, también puedes recurrir a estos autocuidados:

  • Respeta tu rutina diaria: que tu día sea predecible te ayudará a reducir la carga cognitiva del día a día, pues las tareas y compromisos serán los mismos.
  • Trabaja para mejorar tu atención: evita las distracciones y el desorden. Además, practicar la meditación de atención plena y no trabajar en multitarea son algunos consejos que también debes tener en cuenta, tal y como se señala en una publicación de Journal of Psychiatric Research.
  • Utiliza técnicas de mnemotecnia: existen ejercicios, como la asociación de información con imágenes visuales, la creación de acrónimos y rimas, o dividir información en bloques más pequeños, que facilitan la retención y el recuerdo de datos específicos.
  • Cuida tu dieta, haz ejercicio y mantén una buena higiene del sueño: recuerda que mens sana in corpore sano (mente sana en cuerpo sano). Por ende, estos autocuidados son la base de una buena salud cerebral. Con ellos no solo la memoria se verá beneficiada.
  • Practica ejercicios mentales: realiza actividades que estimulen tu mente, como resolver crucigramas, rompecabezas, juegos de memoria o leer. Estos ejercicios pueden fortalecer las conexiones neuronales de áreas relacionadas, como la memoria a corto plazo, el hipocampo o la corteza temporal.


Una pérdida que debe vivirse en compañía

La pérdida de memoria a corto plazo puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y el bienestar emocional de una persona. Lo más habitual es que genere frustración, estrés y dificultades en las actividades diarias. Además, puede afectar a la autoestima y las relaciones interpersonales, provocando vergüenza o inseguridad debido a las dificultades que se experimentan.

Es importante abordar esta condición de manera compasiva y brindar apoyo emocional. En consecuencia, se recomienda a los seres queridos y cuidadores implementar estrategias de compensación, buscar apoyo externo y consultar a profesionales de la salud para obtener una evaluación y un tratamiento adecuados para esta dificultad.

No olvides que el apoyo social es de suma importancia para las personas que sufren pérdidas de memoria. Cuando esta afección comienza a afectar a la vida diaria, el riesgo de accidentes aumenta y el estado emocional de la persona empeora. Nadie debería caminar en solitario cuando el día a día es una senda difícil de recorrer.


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