Mi hijo tiene miedo a dormir solo: ¿qué hago?
El miedo es una respuesta potencialmente adaptativa que experimentamos ante estímulos, situaciones y objetos que pueden dañarnos, amenazando así nuestra supervivencia. En este orden de ideas, el miedo les permite a los niños (y a los adultos) reaccionar ante el peligro y adquirir las habilidades pertinentes para afrontar situaciones amenazantes.
Como cualquier otra emoción, el miedo se manifiesta en tres niveles de respuesta: cognitivo, fisiológico y conductual. En el nivel cognitivo, se distinguen pensamientos negativos, sensaciones subjetivas de peligro y amenaza, bloqueos del pensamiento, pérdida de confianza, sensación de impotencia (Pérez, 2000). A nivel fisiológico, se identifican los cambios corporales (aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio, sudoración, temblores, etc.). En el nivel conductual, se pueden observar huida o evitación, gritos y agitación motriz.
El miedo en la infancia puede ser descrito en tres grupos: 1) miedo al daño físico, 2) miedo a un malestar psíquico, como perplejidad, fracaso escolar o inaptitud social, y 3) miedo a los peligros naturales y sobrenaturales, tales como los relámpagos, truenos, trenes, animales, brujas, fantasmas y similares (Ollendick, 1986).
Cómo actuar cuando tu hijo tiene miedo a dormir solo
Muchos niños tienen miedo a dormir solos, por diferentes motivos, el más común es por la percepción de un peligro sobrenatural, como fantasmas, brujas, demonios, etc. Este miedo a dormir solo lo podemos notar cuando llega la hora de ir a acostarnos y el niño se resiste a hacerlo.
¿Te suena familiar? ¿Tu hijo tiene miedo a dormir solo? A continuación, te enseñamos qué puedes hacer.
1. Comprende su miedo a dormir solo
Permite que tu hijo exprese lo que siente; anímale a que hable sobre lo que le asusta a la hora de acostarse. Préstale atención, no le escuches como aquel que pone la radio de fondo mientras realiza otra tarea.
Sé empático e intenta ponerte en el lugar de tu hijo. Evita etiquetarlo como “cobarde”; al mismo tiempo, escapa de la tentación de minimizar lo que siente.
Si tu hijo no quiere hablar sobre su miedo, no lo obligues a hacerlo. No es raro que los niños tengan dificultades para conversar sobre sus emociones, su cerebro se está desarrollando y, además, puede que nadie le haya enseñado.
2. Ayúdale a sentirse sentido
Si tu hijo protesta porque no quiere irse a dormir, y la razón es el miedo, o si te despierta durante la noche llorando, intenta conectar con su emoción, con lo que está sintiendo. Esto te permitirá ayudarle a tramitar su miedo de una manera más efectiva.
¿Cómo puedes lograr esta conexión? Siegel y Bryson (2015) ofrecen las siguientes recomendaciones:
- Transmitir consuelo: si te colocas por debajo del nivel de los ojos de tu hijo, lo tocas ligeramente, asientes con la cabeza o le diriges una mirada empática, a menudo desactivas enseguida una situación tensa.
- Validar: aunque no te guste el comportamiento, reconoce e incluso acepta los sentimientos que lo hayan suscitado.
- Habla menos y escucha: si las emociones de tu hijo están disparadas, no expliques, sermonees ni intentes desviar su atención de los sentimientos. Limítate a escuchar, buscando el significado y las emociones que tu hijo está comunicando.
- Refleja lo que oyes: cuando haya terminado de hablar, repite con tus propias palabras lo que ha dicho. De esta forma, te asegurarás de que le has entendido.
3. No refuerces su miedo
Como padre o madre puedes tener la mejor de las intenciones, pero si no tienes cuidado, puedes empezar a alimentar su miedo. Por ejemplo, si tu hijo te dice que le tiene miedo al monstruo que está en el armario, no uses la escoba para espantar al monstruo o el “aerosol anti-monstruos”.
Estas acciones pueden hacer que tu hijo crea que tú piensas que de verdad existe aquello que teme. Más bien ayúdale a mirar dentro del armario para que vea que no hay nada extraño. Dile que cuando tenga miedo, puede hacer lo mismo, y verá que no hay nada. En este sentido, refuerza sus respuestas de afrontamiento, y no las de evitación, como dormir en el sofá.
4. Proporciona seguridad
En ocasiones el temor del niño puede deberse a la oscuridad (por eso es importante comprender su miedo) y a todo lo que imagina que puede suceder durante ese momento. Resulta útil que puedas proporcionarle a tu hijo una luz de noche, aunque no le tema a la oscuridad. Pero ojo, ten cuidado, la luz no debe interferir con el inicio del sueño del niño, una luz tenue a la hora de acotarse puede ser eficaz.
Dejarle la puerta abierta con la certeza de que será escuchado en caso de llamarte es otra estrategia que puedes usar para crear una sensación de comodidad, alivio y seguridad. Por otro lado, no permitas que tu hijo esté expuesto a programas de televisión o cuentos de terror que puedan aumentar su miedo a dormir solo y su inseguridad.
5. No animes a tu hijo a levantarse de la cama
El objetivo es que puedas ayudar a tu hijo a superar su miedo. Si puede quedarse en la cama y sentir que todo está bien, aprenderá a confiar que su cama o habitación es un lugar seguro también, así como la tuya.
Al permitirle que se quede a dormir en tu habitación o en la de otro miembro de la familia (un hermano o hermana), estás reforzando la idea que de su habitación no es segura. Recuerda lo que hemos dicho antes de las respuestas de evitación.
Si tu hijo está asustado y no puede tolerar estar solo en su habitación, puedes acompañarle unos minutos. Ahora bien, intenta que esto no se mantenga. La idea es que el mismo sea consciente de cómo su ansiedad, igual que sube, baja, porque en el fondo no hay ningún monstruo escondido en su habitación.
Si tienes la costumbre de contarle un cuento antes de ir a dormir y existe el miedo del que hablamos, procura que no haya personajes que puedan asustarle en tus narraciones.
Para terminar, los miedos infantiles son muy comunes y por lo general desaparecen con la edad. Si el miedo de tu hijo está causando problemas serios de sueño, es recomendable que acudas a un profesional de la salud.
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- Ollendick, T.H. (1986). Psicopatología infantil. Barcelona: Martínez Roca.
- Pérez, M. D. (2000). El miedo y sus trastornos en la infancia. Prevención e intervención educativa. https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/69368/El_miedo_y_sus_trastornos_en_la_infancia.pdf?sequence=1
- Siegel, D. J. y Bryson, T. P. (2015). Disciplina sin lágrimas: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo. B DE BOOKS.