Miedo a perder el control: cuando la ansiedad piensa por mi

Miedo a perder el control: cuando la ansiedad piensa por mi
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 26 enero, 2018

Cuando la ansiedad piensa por nosotros todo empieza a emborronarse. El miedo a perder el control nos atenaza porque son nuestras emociones más adversas las que llevan el timón de mando, mientras los pensamientos intrusivos dibujan para nosotros un escenario amenazante del cual defendernos. Son momentos donde tememos hacer daño a alguien, instantes límite que hay que saber gestionar.

A nadie le sorprenderá saber que este es uno de los miedos más comunes que suele experimentar el ser humano. Lo sufre por ejemplo quien vive una situación de desgaste continuo en su entorno laboral y teme que de un momento a otro, toda esa tensión contenida y largamente silenciada, termine explotando del peor modo.

“Tú tienes el control sobre tus emociones, no lo pierdas”.

-Napoleon Hill-

Lo padece también el padre o la madre de familia que lleva sobre sus espaldas múltiples responsabilidades, infinitos problemas y el nudo angustiante de sus preocupaciones. Son situaciones donde se vive con el miedo a perder el control en cualquier momento y reaccionar con una mala palabra o un mal gesto ante las personas que uno más quiere.

Nadie es ajeno a este tipo de realidades. Así, y aunque sea normal que en nuestro día a día el factor “miedo” esté presente en algún que otro pequeño aspecto, no es permisible que le otorguemos todo el poder. Es como vivir con otro “yo” en nuestro interior, un míster Hyde que a la mínima puede sacar a la superficie la peor versión de nosotros mismos.

mujer rodeada de pintura con miedo a perder el control

Cuando le cedes a tu ansiedad todo el control

Roberto lleva una época de altibajos y mucha ansiedad. Tras casi un año en desempleo se siente atenazado en cualquier ámbito de su vida. Sus padres, por su parte, preocupados por su situación intentan animarlo y le proponen que vaya a comer a casa cada día. Sin embargo, en la última comida Roberto fue consciente de que empieza a tener miedo a perder el control de un momento a otro.

Durante la comida del último fin de semana, su hermano hizo un pequeño comentario sobre su situación que interpretó de la peor forma posible. Su respuesta emocional fue desmedida, reaccionó con rabia, alzó la voz y dijo una serie de palabras de las que ahora se arrepiente. La comida acabó con las lágrimas de su madre y con un portazo por parte de su hermano. Nuestro protagonista sabe que tiene un problema, pero le faltan recursos para gestionarlo de forma adecuada…

Es posible que esta situación nos sea conocida, por tanto, algo que deberíamos entender en primer lugar es el modo en que la propia ansiedad altera nuestra conducta, nuestros pensamientos y nuestro estilo de respuesta hacia ciertos estímulos. Veámoslo a continuación.

chico de espaldas ante su sombra representando el miedo a perder el control

El demonio de la ansiedad y su mecanismo de acción

Cuando las personas arrastramos un exceso de preocupaciones, miedos e incertidumbres, nuestro cerebro realiza una interpretación algo espartana: cuidado, todo lo que te envuelve es amenazante. Tras esa conclusión, determina que solo hay una salida, defendernos de todo y todos.

  • Nuestro juicio deja de ser racional y cedemos el timón de mando a ese piloto automático más instintivo, menos reflexivo y por supuesto nada lógico.
  • Experimentamos una sensación de irrealidad muy incómoda, como si cada cosa que sucediera no fuera auténtica y como si a su vez, todo nos fuera ajeno (despersonalización).
  • Caemos en un estado de hipervigilancia continua, estamos siempre a la defensiva, reaccionando de forma desmedida ante las cosas más nimias, generando pensamientos obsesivos, negativos y anticipando cosas que aún no han sucedido.

Como gestionar el miedo a perder el control

Una información que solemos ver muy a menudo en múltiples libros de autoayuda es la idea de que “En cualquier situación, todos tenemos la oportunidad de reaccionar de un modo u otro. Elegir el mejor camino es nuestra responsabilidad”. Bien, cabe decir que como mensaje puede resultar muy inspirador, pero cuando una persona sufre ansiedad es muy difícil que logre discernir cuál es el camino correcto.

Una mente con ansiedad no piensa, reacciona. Una mente con ansiedad no tiene pleno control sobre sí misma y por tanto no siempre optará por las mejores elecciones. Todo ello nos obliga a entender que gestionar estas situaciones no es tarea fácil, no basta solo con buenas intenciones cuando lo que hay en nuestro interior es un nudo que nos impide respirar y pensar con claridad.

Reflexionemos a continuación sobre qué estrategias suelen ser las más idóneas para resolver el miedo a perder el control.

Mariposa

Pasos para impedir que nuestra ansiedad tome el control

  • Primer paso: no controles. Pensemos en ello durante un momento: nos pasamos gran parte de nuestro tiempo controlando nuestra frustración, escondiendo pensamientos, tragando emociones, disimulando estados de ánimo… Acabemos con tanta contención y hagamos algo catártico y liberador para empezar. Seamos capaces de poner sobre la mesa qué es aquello que hay en nuestro interior, expresemos en voz alta cómo nos sentimos, sin miedo.
  • Hablemos sobre nuestros miedos, razonemos con ellos. Un modo de desactivar el poder del miedo es dándole nombre y hablando con él -> “Tengo miedo a perder a mi familia porque soy consciente de que últimamente estoy perdiendo el control de mis emociones, digo cosas de las que luego me arrepiento.”
  • Controla tus pensamientos para controlar tus emociones. Este objetivo es la premisa de la terapia cognitivo-conductual, una de las más idóneas para estos casos caracterizados por el miedo a perder el control sobre nosotros mismos.

El último paso requiere liberar nuestro cuerpo para dar libertad a nuestra mente. Tal fin puede lograrse mediante múltiples terapias como la relajación muscular progresiva de Jacobson, el mindfulness, el yoga o cualquier ejercicio físico. Con este tipo de estrategias liberaremos tensiones físicas y nuestro cerebro adquirirá poco a poco un enfoque más relajado.

Recuperar el control sobre nosotros mismos es posible, trabajemos en ello.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.