La infancia es el jardín de la asertividad

La infancia es el jardín de la asertividad
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 21 septiembre, 2019

Una curiosa frase del escritor austríaco Rainer María Rilke dice: “la única patria que tiene el hombre es su infancia”. ¿Qué pasa entonces si los adultos destruyen esa patria infantil por culpa de su negligencia emocional? Según parece la infancia es un territorio de oportunidades para nuestro desarrollo psicológico y en este sentido puede condicionar el desarrollo de alguna de nuestras habilidades, como la asertividad.

Porque la asertividad es una competencia básica para un ser humano. A la hora de afrontar las relaciones personales, por ejemplo, es muy importante. Sin ella es muy difícil encontrar el equilibrio, la paciencia para afrontar problemas y la relajación para pensar antes de actuar.

¿Por qué hay tan poca asertividad a nuestro alrededor?

Según Anthony Robbins, el famoso autor, “la forma en que nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos, en última instancia, determina la calidad de nuestras vidas”. Sin embargo, en muchos ámbitos somos incapaces de establecer relaciones saludables con nosotros y con los demás.

De hecho, vivimos en un mundo donde respetar y hacer valer nuestros derechos de forma adecuada no es nada sencillo. Así, según muchos estudios, esto se debe en gran medida a la falta de asertividad de las personas que nos rodean.

Niña escuchando a sus padres discutir por la falta de asertividad

Yendo un paso más allá, hay quien piensa que la falta de asertividad que rige en buena parte nuestras vidas tiene su germen en una posible negligencia emocional durante la infancia. Si las emociones del niño son castigadas o ignoradas, el desarrollo de esta competencia se ve en peligro.

“Lo que pongas en los primeros años de tu vida quedará en ella hasta más allá de la muerte”

-Anónimo-

Resultados de la negligencia emocional durante la infancia

Aunque parezca sorprendente, la negligencia emocional se establece y se consolida a través de pequeños gestos. Al no validar las emociones del niño, no se puede mostrar cómo encauzarlas de forma adecuada. Si ellos aprenden bajo este modelo, se desarrollan con poca orientación y siguiendo sus instintos. Estos gestos tienen como resultado:

  • El niño desconfía de sus emociones y de su intuición. Trata de ocultar o ignora lo que no entiende o no sabe interpretar.

  • Se siente incapaz de reconocer sus sentimientos y emociones, ya que nunca aprendió a validarlos.

  • Expresar emociones de forma asertiva se convierte en todo un reto. De hecho, muestran posturas extremas: exceso de timidez o de agresividad.

  • Tanto de niños como ya de adultos cuentan con una autoestima frágil.

  • Una persona con baja asertividad no se muestra como es. Por ello es complicado que se sienta bien consigo misma o que no desarrolle sentimientos de culpa.

Niño tras un cristal

Cómo fomentar la asertividad en los niños

Cuando un niño llore, actúe de forma extraña o quiera mostrar sus sentimientos, lo mejor es dejarlo que se exprese libremente. Solo así podremos entender qué le pasa y descubriremos cómo ayudar para que se desarrolle adecuadamente. Así pues, ten en cuenta los siguientes detalles:

  • Es importante que tanto los adultos como los niños aprendan a reconocer y etiquetar emociones. Si saben exactamente cómo se sienten, resultará más fácil actuar o ayudar al chico para que solucione problemas de forma asertiva.

  • Una persona con asertividad es plenamente consciente de sus derechos. Así pues, es importante que a medida que se desarrolla el niño, los tenga también claros y sepa que merece ser tratado con respeto y educación. De la misma forma, él tiene la obligación de comportarse igual con los demás. Por otro lado, respetar al pequeño no significa que los padres no tengan que imponer normas y el pequeño acatarlas. En este sentido, el respeto tiene más que ver con cómo le comunicamos dichas normas y con cómo le sancionamos cuando no las cumple.

  • Es importante que cuando el niño quiera opinar, se le deje libremente. No debemos juzgar ni mucho menos menospreciar su forma de pensar. De esta forma será más fácil orientarle y él se sentirá más seguro para empezar a tomar pequeñas decisiones por él mismo.

  • Es básico que el chico desarrolle una autoestima plenamente sana. Él cometerá errores, pero no por ello será una persona menos valiosa. Así pues, hay que aprender a orientarle para que aprenda de sus fallos, no se avergüence si los comente y, sobre todo, no encauce las soluciones por caminos agresivos o excesivamente pasivos.

“Que ni una palabra ni una mirada obscena manchen la casa en donde haya un niño”

-Juvenal-

Padre hablando con su hijo sentado en un banco

Ya sabemos un poco mejor qué podemos hacer para que los niños crezcan desarrollando su asertividad. Hacerlo es todo un reto para padres y educadores, ya que los niños que desarrollan esta faceta no suelen mostrarse sumisos, sino todo lo contrario. Suelen mostrarse seguros de sí mismos y van a buscar en todo momento articular su opinión frente a los mayores. De todas formas, por ellos el reto merece la pena.


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