No eres las experiencias que vives, sino lo que aprendes de ellas
¿Cómo te afectan las experiencias que vives? Una de las mayores causas del malestar psicológico suele ser la siguiente: nos identificamos tanto con ciertas experiencias que llega un momento en el que no sabemos distinguir quién es el espectador y cuál la partida.
Casualmente, nos mimetizamos psicológicamente con más frecuencia con experiencias de dolor, las más llamativas y las que más impacto psicológico y físico han tenido en nosotros.
Debemos desarmar esa creencia si queremos llegar a ser lo que queremos. Hay que entender que tú no eres lo que te pasa, sino el soporte que alberga lo que te pasa. No eres las experiencias que vives, sino lo que aprendes de ellas.
La explicación está en la evolución
El ser humano estaba expuesto a peligros que desafiaban su integridad física constantemente. Esa huella de sobreexcitación y miedo ha quedado activada y latente, aunque no se manifieste constantemente. Por tanto, desde el plano individualtratamos al dolor como algo que viene a destruirnos, lo que nos hace débiles y desconfiados en lo social.Este círculo enfermizo no sana ninguna herida: tienes que dejar de sufrir para empezar a fluir. Para eso tienes que aclarar dos conceptos que ya han sido expuesto en las recientes Terapias de Generación: tienes que diferenciar “tu yo contexto, de tu yo contenido”.
El tarro y las sustancias: metáfora de las experiencias que vives
“Imagina un tarro de cristal. Tiene una apariencia consistente y fuerte, pero sabemos que ante ciertas condiciones ambientales pueden hacer que se caiga y se rompa: por algún descuido o intencionadamente por alguien.
Ese tarro lleva muchos años ocupando un lugar importante en el salón de una casa. Tiene algo especial, a alguien se le ocurrió forrar su tapa para hacerlo más llamativo y escribir en él la frase “Tarro para todo” cuando se acabó la mermelada que contenía originalmente.
Atendiendo a esta estética y función, a lo largo de los años los habitantes de la casa, niños que juegan en ella e incluso invitados han vertido sobre él diversas sustancias y objetos.
Han puesto monedas dentro de él, post-its en su superficie. Ha sido utilizado para “cazar cucharachas”, ha albergado cerillas, recuerdos de boda, clavos, alfileres, lo han lavado con lejía, también ha pasado por él incienso y si alguien se olvidaba de él por mucho tiempo llegaba a acumular mucha suciedad y polvo.
Pero el tarro seguía estando en la estantería. Si fueras a la casa y te preguntaran qué es lo que ves cuándo lo miras…¿Qué responderías? Seguramente, con rotundidad dirías que es un tarro de cristal.”
Ahora mismo te harás la pregunta de qué sirve esta historia para que puedas sentirte mejor respecto a las experiencias que vives, a esas negativas que han pasado por tu vida y por las positivas que lo fueron en su momento, pero ya no están. Pues he de decir que mucho, pues no es una historia de un tarro de cristal, sino una metáfora para tu vida.
Me han pasado muchas cosas, pero algo sigue existiendo: YO MISMO
Como ese tarro de cristal, tú también tienes una esencia inmutable e inherente. Habrás vivido decepciones, abandono, habrás sufrido la indiferencia, la traición y el daño malintencionado. Mucho de ese daño sigue en tu interior, y por ello te has transformado en alguien más desconfiado e incluso algo huraño.
Siguen llegando cosas a tu interior muy negativas, pero esta vez nadie las deposita, solo tú mismo: depositas miedo, pérdida de interés, recuerdos dañinos y lágrimas infinitas. Si sigues sobrecargando ese tarro, puede que se rompa de verdad, así que deja de sobrecargarlo de cosas negativas duraderas.
Vuelve a tu esencia y a tu verdadero yo, siendo consciente de que te pase lo que te pase si sigues vivo van a volver a pasarte cosas buenas y malas, pero seguirás estando aquí, y el mundo te reconocerá.
Coge las riendas acerca de lo acontecido en tú vida para volver a ser tú
Saber que solo tú eres responsable del camino que escoges en tu vida es algo de extrema responsabilidad, pero de esa responsabilidad que sabe a libertad.
Entiende que de niña no sabías lo que podía ocurrirte, pero tenías muy claro qué querías ser. Seguramente no te imaginabas muerta de miedo y sin concederte perdones necesarios para ti misma y los demás.“No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino”
-John Milton-
Utiliza todo lo vivido para aprender y sacar lecciones de vida basadas solo en tu experiencia. Olvida unas, transforma otras, dale la vuelta a otras y ríete de las demás. Renovarse o morir. Renovarse para volver a ser el yo que acoge a diversas experiencias que no transforman lo que yo soy si yo no se lo permito.
O permítete el lujo de fundirte en todo lo que te pasa para que tu esencia se nutra de lo positivo y te acerque cada vez más al estado al que quieres llegar. Desechando aquello por lo que no vale la pena pensar continuamente, puesto que no tiene nada que ver contigo aunque haya pasado por ti.
Eso es sabiduría, pero es también saber reafirmarse ante el mundo, decir abiertamente que he pasado por encima de juicios, de estigmas y de comentarios compasivos y que vuelves a ser tú, reencontrado con tu esencia. Porque has aprendido que no eres las experiencias que vives, sino la esencia que las acoge y las deja partir también.