Me llaman egoísta por pensar en mí: yo lo llamo "amor propio"
Siempre llega un momento a lo largo de nuestro ciclo vital en que por fin, damos el paso. Nos liberamos de ciertas situaciones, cosas e incluso personas que lejos de ofrecernos bienestar, nos hacen daño. Este acto de valentía personal es visto por muchos como el reflejo del egoísmo, cuando en realidad, es el brillo del amor propio.
Hemos de tener en cuenta, además, que este constructo psicológico nunca suele comprenderse del todo. Tradicionalmente la idea del amor propio suele quedar relacionada con cierto componente narcisista y con ese egoísmo individualista que solo busca el beneficio propio. Nada de esto es cierto.
Solo hay un amor que debe durar para siempre y es el amo propio. Porque la dignidad tiene un precio muy alto y no debemos aceptar “rebajas”…
Hay un opinión muy extendida entre los psicólogos y especialistas en materia emocional, que nos comenta aquello de que las personas, en general, “somos unos eruditos en materias racionales, pero unos analfabetos en materia emocional”. Reprimir lo que uno siente o desea no es saludable. Al igual que tampoco lo es no ser capaz de respetar o de empatizar con las necesidades ajenas.
Nadie es egoísta por decir “no”, nadie debe ser etiquetado por atreverse a dar el paso y decir…”Basta”. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
La falta de amor propio alimenta nuestros miedos
La falta de amor propio alimenta nuestros miedos y nos hace vulnerables. Para comprender un poco mejor esta idea, basta con adentrarnos en el siempre fascinante mundo de la neurociencia. Según un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Dartmouth (New Hampshire, Estados Unidos), el área de nuestro cerebro asociada al amor propio y la autoestima sería la vía frontroestriatal.
A mayor activación de esta región más fuerte es nuestra autoestima. Ahora bien, una idea equivocada que por lo general, se suele tener al respecto de esta dimensión es que las personas con un amor propio elevado y una fuerte autoestima son, casi siempre, las más inteligentes y triunfadoras.
No es cierto, o por lo menos, una cosa no está relaciona con la otra. En realidad, los investigadores tienen claro un aspecto: la actividad en la vía frontroestriatal es un reflejo de nuestra salud emocional: a un nivel más bajo de activación las personas tienen mayor riesgo de padecer miedos, inseguridades y a largo plazo, hay un riesgo más elevado de padecer depresión.
Desde un punto de vista emocional, las personas que no se atienden y que no se valoran como merecen buscan que los demás lo hagan, cubriendo así dichas carencias para “reafirmarse”. Necesitan reconocimiento y afecto de un modo muy intenso. Lejos de “autoabastecerse” con una buena dosis de amor propio, quedan cautivos de las voluntades ajenas y ello, es el principio de una lenta autodestrucción.
El vínculo sutil entre la autoestima y el amor propio
En ocasiones, caemos en el sutil embrujo de pensar que siempre es mejor atender lo que hay fuera que escuchar las necesidades que demanda nuestro interior. El que esto sea así se debe, en ocasiones, a patrones educativos o diversos entornos o personas, capaces de vulnerar nuestra autoestima.
Si no logras ver lo que vales, es probable que te juntes con quien tampoco pueda verlo.
Lo peor de todo ello acontece cuando este condicionamiento externo hace que nosotros mismos lleguemos a necesitar la aceptación de los demás como modo de recuperar nuestra estabilidad emocional. Todo ello hará que vayamos por el mundo rotos y tan fragmentados que nos necesitemos “vestirnos” aún más con los valores ajenos, con las reglas y convicciones de quienes nos rodean hasta quedar deshilachados… Vacíos.
Te explicamos a continuación cómo evitarlo.
Cómo “encender” nuestro amor propio
Ante una autoestima lesionada nada mejor que tomar conciencia de esa herida, de esa fractura que nos ha desconectado, por encima de todo, con nosotros mismos.
- Practica la compensación emocional: los consuelos a todos tus miedos, las preguntas a tus vacíos y el alivio para tus tristezas, no siempre están en el exterior ni en las personas que te rodean. Debes buscar tu propia compensación emocional. El amor que más puede ayudarte en estos casos es sin duda el amor propio.
- Para encender el interruptor de nuestra autoestima, debemos pensar en algo: complacer agota, y aún más, hacerlo cada día durante toda la vida nos puede acabar destruyendo. No es real, no es saludable. Nadie es egoísta o cínico por decir lo que piensa, por practicar la sinceridad que nace del respeto pero que sabe marcar posiciones para protegerse.
- Para elevar la autoestima y disponer de un buen amor propio debemos considerarnos a nosotros mismos como personas valiosas. Aún más, lo seguiremos siendo a pesar de nuestros errores, de nuestros fracasos. Porque unos resultados no determinan quien eres, lo determina el hecho de que tras caer vuelvas a ser capaz de levantarte.
Así que lejos de compararnos con otros o de dejar que nos afecten las críticas maliciosas, no dejes de alimentar ese vínculo de amor contigo mismo. Porque como dijo una vez Jiddu Krishnamurti, la religión de todas las personas debería ser, sencillamente, el acto de saber amarse a uno mismo.