Perdonar es poder viajar al pasado y volver sin dolor
Cuando nos hacen daño, nuestra reacción inmediata es no querer perdonar a quién nos lo hizo. Nos sentimos ofendidos, decepcionados y en algunos casos con un profundo dolor. Pero esta reacción tan común y natural tiene también sus dificultades.
Es verdad que, a corto plazo, mantener el rencor puede impedir que el daño continúe; y por eso no solemos perdonar de primeras a la persona que nos ocasionó dolor. Pero si seguimos guardándole rencor a una persona durante demasiado tiempo es como si estuviéramos atrapados mentalmente en una situación que ya no existe. Esto nos provocará todo tipo de sentimientos intensos, que pueden llegar a causar en nosotros un sufrimiento innecesario.
Dos de los estados más negativos que la mente puede mantener, y que se producen por no saber perdonar a tiempo, son el odio y la cólera. Séneca describió al odio y a la cólera como las más horribles y frenéticas de todas las emociones. En muchas ocasiones, los perjuicios que nos causan son mucho mayores que los posibles beneficios que nos pueda aportar seguir manteniendo el rencor.
Sin embargo, perdonar a quien nos ha hecho daño no es tan sencillo como solo desearlo. Una vez que llegamos a aceptar los efectos nocivos de mantener el odio, y queremos aprender a perdonar a las personas que en el pasado nos causaron dolor, la siguiente pregunta es evidente: ¿cómo lo logramos?
Si uno se encuentra con una persona a la que han disparado una flecha, no dedica el tiempo a preguntarse de dónde ha venido, o a analizar de qué tipo de madera está hecha; por el contrario, se centrará en intentar extraerla inmediatamente para minimizar los daños. Lo mismo deberíamos hacer con el sufrimiento, eliminándolo lo antes posible sin darle más margen para que nos siga perjudicando. A continuación describiremos algunas de las razones más poderosas para empezar a practicar el perdón.
“Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar”.
-Dalai Lama-
Perdonar es signo de fortaleza
En la mentalidad occidental, la paciencia y la tolerancia se consideran valores importantes hasta cierto punto. Sin embargo, cuando alguien nos hace daño, responder con paciencia y tolerancia nos parece transmitir debilidad y pasividad. Este es uno de los principales motivos por los que nos cuesta tanto perdonar a los demás.
Pero, puesto que estas dos virtudes son componentes indispensables de emociones como el perdón o el amor, no deberíamos verlas como una señal de debilidad. Por el contrario, podríamos empezar a entenderlas más bien como una señal de fortaleza, que procede de una profunda capacidad para mantenernos firmes en nuestros valores.
Responder a una situación dolorosa con paciencia y tolerancia es un signo de fortaleza emocional, y nos ayudará a acercarnos más al perdón que a una reacción de cólera y odio. Además, lograr encarar una situación difícil con esta actitud supone ejercer un control importante sobre nuestros sentimientos, lo que significa tener una buena autoestima e inteligencia emocional.
“A perdonar solo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho”.
El perdón es el agua que extermina los incendios del alma
La teoría U nos enseña que no podemos vivir el futuro con la carga del pasado a nuestras espaldas. Despedirse amistosamente de lo que ya ha ocurrido, perdonando los errores de los demás y los propios, abre un espacio para las nuevas oportunidades.
Como apunta Otto Scharmer, creador de la teoría U, “La energía sigue a la atención. Por eso no debemos centrar nuestra atención en aquello que tratamos de evitar, sino en aquello que pretendemos que suceda”. Por ejemplo, una persona que está resentida por las decepciones del pasado buscará sin darse cuenta esos mismos resultados en todas sus acciones y relaciones, porque está anclada en el bucle de lo que ocurrió y no en lo nuevo que puede ocurrir.
La teoría U dice, entre otras cosas, que mientras no nos desprendamos de los viejos miedos y prejuicios (para lo cual usa la expresión inglesa let it go), no dejaremos espacio para que suceda nada verdaderamente nuevo en nuestra vida (let it come). Si no soltamos el lastre del pasado, no habrá espacio para que la vida nos sorprenda con nuevas experiencias.
Como vemos, perdonar a alguien cuando nos ha hecho daño puede llegar a ser muy difícil. Precisamente por eso, es fundamental que entendamos las razones por las que merece la pena aprender a hacerlo. Recuerda que está en tu mano dejar ir el pasado, liberándote así de una pesada carga emocional que no te deja avanzar.
“El perdonar nos permite ser felices y disfrutar la vida, ya que es de humanos equivocarse”.