Personas que se preocupan por los problemas de los demás
Hay personas que se preocupan por los problemas de los demás. Y no solo eso. Hacen lo indecible por resolverlos. Son hombres y mujeres ansiosos por salvar, por rescatar y cargar sobre sí mismos realidades que no les pertenecen, pero que sienten como propias.
No son situaciones fáciles para nadie. Ni para el salvador ni para quien en realidad no desea ser salvado y ve ese acto como una intrusión. Hay una delgada línea entre “apoyar” a alguien y querer “arreglarlo”. Sin embargo, son muchos los que no pueden evitar esa conducta, esa necesidad: la de ser el caballero blanco que alivia sufrimientos y resuelve toda dificultad ajena.
Hay padres, madres, hermanos y amigos que en su intento por hacer lo mejor por nosotros terminan cruzando la frontera entre la ayuda que sirve y la ayuda que molesta. No es sencillo decirles que se están sobrepasando. Porque actúan con buena voluntad, aunque no entiendan que a veces no hacer nada es mejor que intentar hacerlo todo por quien se quiere o se aprecia.
Es más, es muy posible que nosotros mismos pertenezcamos a esa categoría, esa definida por una empatía desmedida que no se siente capaz de ver sufrir a nadie.
¿Qué hacer en estas circunstancias, cómo actuar? Lo analizamos.
¿Qué hay detrás de las personas que se preocupan por los problemas de los demás?
Las personas que se preocupan por los problemas de los demás sienten como propios el sufrimiento ajeno. Y eso es muy complicado de manejar. Porque hablamos de emociones y de esa empatía compasiva que cuesta tanto controlar o regular.
Por ejemplo, si un padre o una madre ve que un hijo tiene problemas con su pareja, intentará mediar aunque ese sea un terreno íntimo en el que es mejor no entrar.
Nos preocupamos porque amamos y puesto que amamos a veces no sabemos ver los límites. Queremos “arreglar” sufrimientos ajenos sin saber que la felicidad de otros no siempre es responsabilidad nuestra. Estas son lecciones que nadie nos da y, en ocasiones, también se entremezclan factores de personalidad.
Quien actúa siempre como rescatador se define, en ocasiones, por unas características muy concretas. Las analizamos.
1. El síndrome del caballero blanco
Muchas personas con una necesidad casi obsesiva por ayudar, por resolver problemas ajenos y servir de ayuda sufren el síndrome del caballero blanco. Este término fue acuñado y descrito en un trabajo del 2015, por parte de las psicólogas y profesoras de la Universidad de Berkeley.
Por lo general, se definen por un tipo de perfil muy concreto:
- Son personas con baja autoestima que refuerzan su autoconcepto cuando logran prestar ayuda a los demás.
- Presentan una elevada empatía, tanto que no pueden evitar quedar contagiados por el sufrimiento ajeno.
- Construyen relaciones basadas en la dependencia emocional.
- Es común que las personas con el síndrome del caballero blanco fueran víctimas de un padre o madre autoritaria, que sufrieran maltrato o bien que hayan sufrido el peso del abandono.
Las personas con el síndrome del caballero blanco son vulnerables e idealistas. Ayudar a otros es lo que refuerza su identidad y el hecho de no sentirse útiles o de que los demás denieguen su ayuda lo viven de manera trágica.
2. La necesidad de control
Detrás de esas personas que se preocupan por los problemas de los demás está, en ocasiones, la necesidad de control. Esta conducta e inclinación por preocuparse en exceso y a veces hasta de entrometerse en terrenos que no les pertenecen es habitual en muchas familias.
Querer resolver las dificultades de los hijos es una manera de tenerlos siempre bajo su influencia.
No somos responsables de la felicidad de los demás. A veces, cuando alguien sufre nuestra mayor aportación será la de saber estar y escuchar sin actuar. No todo el mundo quiere que lo rescaten.
3. La magnificación de todo
Esta dinámica la vemos con mucha frecuencia. En ocasiones, cuando pasamos un mal momento solo necesitamos ser escuchados y apoyados, y no que incrementen nuestro sufrimiento. Sin embargo, hay personalidades con una clara tendencia a hacer una montaña de un grano de arena.
Hay muchas personas que sienten los problemas ajenos como propios debido a su hipersensibilidad, a esas emociones a flor de piel, a la preocupación excesiva y a ese catastrofismo que todo lo magnifica.
La importancia de saber actuar
Quien te quiere, se preocupará por ti. Es una evidencia y es ley de vida. Todos tenemos a nuestro alrededor figuras significativas que no podrán evitar sentir nuestros problemas como propios. Algunos actuarán de manera inteligente en esas situaciones y otros responderán de manera intrusiva o menos hábil.
Podríamos decir que las personas que se preocupan por los demás responden básicamente a ese sentido de sociabilidad, empatía y comunidad que define al ser humano. Asimismo, también se da otro hecho no menos interesante. A menudo, situamos la mirada en los problemas ajenos para valorar los nuestros, para anticipar riesgo o amenazas que quizá también podríamos sufrir.
Sea como sea, es necesario recordar algo muy básico. Tenemos derecho a preocuparnos por lo que les sucede a los demás, pero siempre hay que saber cómo actuar al respecto. Saber ayudar es un arte que tiene como principal componente el respeto y la comprensión.
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- Mary C. Lamia, Marilyn J. Krieger (2015). The White Knight Syndrome: Rescuing Yourself from Your Need to Rescue Others. Echo Point Books & Media
- Timmers I, Park AL, Fischer MD, Kronman CA, Heathcote LC, Hernandez JM, Simons LE. Is Empathy for Pain Unique in Its Neural Correlates? A Meta-Analysis of Neuroimaging Studies of Empathy. Front Behav Neurosci. 2018 Nov 27;12:289. doi: 10.3389/fnbeh.2018.00289. PMID: 30542272; PMCID: PMC6277791.