¿Cómo podemos mejorar nuestra forma de hacer críticas constructivas?
En nuestro día a día convivimos y nos relacionamos con otras personas. De esta interacción diaria surgen conductas que observamos en los demás y que nos gustaría modificar. El caso es que no sabemos cómo explicarle este hecho y, en numerosas ocasiones, terminamos haciendo críticas que, por nuestra manera de hacerlas, dejan de cumplir el objetivo de ayudar a alguien.
Muchas veces no compartimos nuestros pensamientos por no ser “criticones”, hasta que el vaso rebosa, y entonces no tenemos más remedio que dejar que salgan todos de golpe y con la energía de un huracán. Esto hace que no elijamos las mejores formas ni el mejor momento.
Ahora, una vez que tenemos claro que podemos mejorar nuestra manera de criticar, ¿cómo podemos hacerlo? ¡Continúa leyendo y descubre cómo!
“Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva. Observa si el propósito de tus palabras es ayudar, desahogarte o hacer daño”.
-Napoleón Hill-
Las críticas y por qué son necesarias
Las críticas son la expresión de acciones, conductas o trabajo realizado por otra persona que no nos gusta. Ahora bien… ¿Qué finalidad tienen? Esto va a hacer que una crítica sea constructiva o destructiva. Si la hacemos con el fin de mejorar, ¿de qué tipo creéis que estamos hablando?
Efectivamente, en este caso estaríamos tratando las críticas constructivas. También las podemos llamar “sugerencias de mejora” y así le quitamos las connotación negativas que tiene la palabra “crítica”. Así pues, este tipo de sugerencias son necesarias en nuestra vida y nuestras relaciones. Con ellas, por ejemplo, podemos mejorar el apoyo social.
¿Por qué? Porque ayudan a que la calidad de nuestras interacciones aumente. Si no le explicamos a otra persona que hay algo que hace que nos molesta, ¿cómo lo va a saber? ¡Nadie es adivino! Muchos roces y discusiones vienen porque esperamos que la otra persona se dé cuenta de lo que queremos y lo que no, cuando es más sencillo decírselo directamente.
Pero claro, ¿hay algo que podamos hacer para que no le siente mal esto a la otra persona? Obviamente, no podemos meternos en su cabeza y controlar que se lo tome bien, pero sí que podemos expresarlo de forma adecuada. De esta forma, tendremos más papeleteas para evitar un conflicto y que la otra persona entienda nuestro punto de vista.
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de hacer una crítica constructiva?
Cuando vayamos a hacer una sugerencia de mejora o una crítica constructiva es bueno que consideremos distintos factores. La primera tarea consiste en buscar el momento más adecuado. Obviamente, si la otra persona está enfadada o nerviosa, puede que no le siente bien lo que le decimos, a pesar de que lo estemos siendo muy cuidadosos.
“La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos”.
-Mao Zedong-
Además, no hay que apabullar. Es decir, es muy importante hacer una crítica cada vez. Por un segundo vamos a ponernos en el otro lado; cuando alguien os dice algo que no le gusta de vosotros… ¿Es más fácil modificarlo si nos dice una sola cosa concreta o si os dice muchas y más generales?
¡Exacto! Todos tenemos cosas que mejorar, pero podemos trabajar en ello si nos lo dicen de poco en poco en lugar de todo de golpe. Por otro lado, es adecuado preparar alternativas al objeto de la crítica, así como decir algo positivo sobre el momento o la relación que nos une a la otra persona.
¿Qué técnicas podemos poner en marcha para realizar una crítica constructiva?
Teniendo en cuenta lo que ya hemos hablado, podemos poner en marcha dos estrategias para realizar sugerencias de mejora de forma adecuada. La primera sería la técnica de reforzamiento en forma de sándwich. Imaginaos precisamente eso: un sándwich. Pero… ¿qué relación puede tener esto con hacer una crítica constructiva?
¡Muy sencillo! Las rebanadas de pan de nuestro sándwich van a ser dos aspectos positivos de la relación que mantenemos con la persona a la que le vamos a realizar la crítica. Y el alimento que va en medio sería la crítica. De esta forma, diremos una cosa buena, la sugerencia de mejora y terminaremos con otro factor positivo.
Por ejemplo: “Pedro, me encanta la buena convivencia que tenemos, pero creo que podrías fregar la sartén cuando terminas de cocinar para que esté todo limpio, porque así podemos disfrutar después del tiempo juntos, que me lo paso muy bien contigo”. ¿Verdad que así suena mejor? Quizás al principio os parezca una fórmula un tanto artificial y forzada, pero con la práctica la terminaréis utilizando de manera natural.
“Las críticas importantes son siempre constructivas”
-Imre Lakatos-
¿Hay más formas de hacer críticas constructivas?
Además de esta técnica tan sencilla hay otra llamada “ABC”. Lo primero que hay que hacer es describir lo que nos disgusta sin juzgar a la otra persona. Después explicaremos cómo nos afecta sin culparle. Además, nos pondremos en su lugar, explicándole que entendemos sus motivaciones. Pero no solo eso, también hay que responsabilizarnos de nuestra posible parte de culpa. A continuación será cuando pidamos el cambio.
Si la otra persona nos da soluciones, tenemos que agradecerlo y comentar que así las cosas irán mejor. Pero hay veces que no nos dice nada. Entonces tenemos que ofrecer nosotros las alternativas recordando que las consecuencias son positivas para ambos si sale bien. También hay que explicar que si no hay cambio, la situación puede ir a peor. Esto no hay que hacerlo como una amenaza, sino como una descripción de lo que va a pasar. Por ejemplo:
“Cuando tú te molestas porque no contesto a los whatsapps en el momento, yo me agobio un poco. Entiendo que tú quieras que te responda lo antes posible o que pienses que si no lo hago es porque te ignoro, pero no es el caso. Tal vez yo estoy muy liada y tardo mucho en responderte, lo sé, ¿cómo crees que podemos solucionarlo? ¿Qué te parece que nos llamemos si es algo importante y dejemos el whatsapp para las demás cosas? Así ni tu te enfadarás ni yo me agobiaré. Si no creo que vamos a acabar quemándonos con esta situación”.
¿Veis la diferencia entre decir esto y “mira, estoy harta de que me eches en cara que no te contesto a los whatsapps”? Esta es un poco más larga y complicada, pero merece la pena ponerla en marcha y practicarla, ya que va a fomentar la empatía entre las dos partes. Es decir, con esta forma de comunicar las sugerencias de mejora, expresamos cómo nos sentimos de forma que la otra persona nos comprenda. Interesante, ¿verdad? Pues… ¡A ponerlo en práctica!