Pongamos que hablo de Barcelona (y del terrorismo)
Resulta difícil ponerse en la piel de aquellos que han sufrido, directa o indirectamente, los recientes ataques terroristas sucedidos en Barcelona. Pero aun más difícil resulta ponerse en la piel de las personas que viven el terrorismo diariamente, por lo lejano, por lo poco que conocemos de ellos. Lo cierto es que miles de personas en Irak y Siria viven esta situación diariamente sin poder imaginarse un futuro más esperanzador.
Resulta absurdo responsabilizar a una religión entera por los actos de una ínfima minoría. Sin embargo, viendo los comentarios de muchas personas que campan a sus anchas por las redes, podemos ver como este absurdo es real.
Los comentarios de odio se multiplican cada vez que un ataque terrorista se sucede. Sin embargo, para comprender lo que ha pasado en Barcelona es necesario entender qué es el terrorismo y de qué se alimenta. Al igual que los mensajes de ánimo son necesarios y beneficiosos en estos casos, no menos importante es estar bien informados y no generar odio en aquellos que nada tienen que ver con lo que ha sucedido.
El terrorismo es una amenaza tan grande que requiere de aliados y no de enemigos…
¿Qué es el terrorismo?
El primer problema que nos encontramos recae en la definición de terrorismo. Actualmente, cada país y cada organización tienen una definición propia del terrorismo. Si bien estas definiciones comparten muchos puntos, también distan en otros cruciales. Se podría decir que la definición de terrorismo es política en cuanto atiende a los intereses de quien lo define.
Uno de los fines que debería perseguir la política es la unificación de la definición del terrorismo. Una conceptualización internacional que pueda ser usada tanto por las fuerzas de seguridad, como por aquellos que aplican la ley y por los que lo persiguen en la calle.
Basándonos en estas pautas, recurrimos a la definición de Boaz Ganor, ex-jefe del Mosad israelí que propone que el terrorismo es: “El terrorismo es una forma de lucha violenta en la que la violencia se utiliza deliberadamente contra los civiles para alcanzar objetivos políticos (nacionalistas, socioeconómicos, ideológicos, religiosos, etc.).” Según esta definición, cualquier atentado contra personas civiles que tenga unos objetivos relacionados con la política sería terrorismo. En cambio, aquellos atentados en los que las víctimas fueran miembros de las fuerzas de seguridad no serían considerados terrorismo, sino guerrilla.
Los intereses del terrorismo
En cuanto a los intereses del terrorismo debemos diferencias entre dos tipos de motivos. Por un lado están los motivos individuales de cada persona o terrorista y, por otra parte, están los intereses de la organización terrorista. Para la organización, lo más importante es infundir miedo.
Un ataque como el de Barcelona, el de Londres o el de Paris, que puede parecer completamente aleatorio e imposible de evitar, prende mandar un mensaje: que nadie está a salvo. Ante esto, que las personas, tanto afectadas como no afectadas, sientan miedo, incluso terror, es natural. Pero ese temor se puede convertir en crónico. Puede llegar a ser algo irracional.
De este modo, el objetivo de la organización terrorista es instaurar un terror crónico que lleve a las personas a sentirse inseguras. Una de las consecuencias inmediatas va a ser que la población admita las medidas del gobierno en favor de la seguridad, aceptando pagar estas medidas con la reducción de derechos y libertades. Otra de las consecuencias probables del atentado será que nuestra mirada se centrará en alguna de las características de los terroristas, como la religión, y el rechazo hacia los que han cercenado vidas se extienda a quienes la profesan.
La consecuencia va a ser la presión de la gente hacia sus gobiernos para que instauren medidas más estrictas que coarten las libertades a favor de una seguridad innecesaria. Otra de las consecuencias de este miedo es que se va a localizar en ciertas personas. En concreto, en todas aquellas que compartan el Islam como religión o tengan orígenes árabes.
De esta forma, la organización terrorista va a intentar legitimar sus actos como una defensa noble de aquellos que son discriminados, oprimidos y marginados. La diferencia entre “nosotros” y “ellos” va a ser mayor. Los discursos del odio van a polarizar a la sociedad, a la vez que facilitan la labor de aquellos que reclutan terroristas.
Intereses de los terroristas
En contraste, los intereses personales de los terroristas pueden ser variados. Cada persona va a tener diferentes prioridades. Teniendo en cuenta que el terrorismo yihadista surge de una perversión del Islam, los intereses van a mantener relación con las creencias de esta religión. Aunque no por ello los terroristas van a ser musulmanes, entre sus motivaciones sí están aquellas relacionadas con los beneficios que aporta la religión.
Así, algunos de los “beneficios” individuales para los terroristas van a ser: ganarse la entrada al cielo, tener esperando a 72 huríes (mujeres vírgenes) esperando en el cielo, gozar de la posibilidad de elegir a 70 conocidos para que vayan directamente al cielo cuando fallezcan (independientemente de sus actos en vida), prestigio para los familiares y la idealización del terrorista fallecido, el cual pasa a ser un mártir.
Sin embargo, como hemos dicho, no todos los intereses son religiosos. Las familias de los terroristas suelen recibir cantidades de dinero que no podrían conseguir de otras formas. Los terroristas que han participado en el atentado y no han sido capturados también van a recibir reconocimiento e incluso mayor responsabilidad en la organización a la que pertenecen. Finalmente, otro interés común suele ser la aspiración de venganza contra quienes piensan que son responsables de su situación.
Una mezcla de estos intereses y algunos más van a ser los que definan las motivaciones individuales de los terroristas que, como se ha visto, no tienen por qué coincidir con los de la organización.
Recomendaciones en caso de atentado
Aunque es importante conocer los postulados previos, para las personas legas en la materia es más importante conocer que pautas de acción tomar. Cómo reaccionar en caso de un atentado terrorista aunque no esté en nuestra geografía es lo primero que deberíamos conocer. Para empezar, lo fundamental es hacer caso a los expertos, a las fuerzas de seguridad. Sus indicaciones son las primeras que debemos seguir.
Dar apoyo a través de las redes sociales puede promover beneficios para todos. Como se ha visto, mantener discursos de odio, criminalizar a comunidades enteras y apoyar políticas racistas e intolerantes es lo que los terroristas buscan. Si eres partícipe, no estás más que actuando en favor de los intereses de los terroristas.
De la misma forma, distribuir imágenes morbosas es otra práctica equivocada. Además de generar miedo irracional, esas imágenes pueden herir la sensibilidad de los afectados. Por el contrario, compartir información sobre cómo actuar, imágenes que muestren unidad y comprensión con los afectados, tanto directa como indirectamente, va a ser de más ayuda. A su vez, rechazar las prácticas erróneas que se han nombrado denunciándolas o dejando de visionarias también constituye una práctica correcta.
En caso de que alguna vez estemos en el lugar de algún atentado, las recomendaciones que los profesionales dan son: correr, esconderse y contar. En un primer momento es necesario huir y buscar un lugar seguro, hacerse el héroe puede ser contraproducente. Una vez se ha encontrado un lugar seguro hay que avisar a las fuerzas de seguridad de lo sucedido y a los conocidos de que se encuentran a salvo. Antes de avisar hay que estar seguros de que no existe peligro. Recuerda: corre, escóndete, da la voz de alarma.
Hoy todos somos Barcelona. Mañana seremos sirios y pasado afganos. No importa la nacionalidad, el color, la etnia ni la religión. Contra el terrorismo, todos unidos. De esta forma y solo de esta forma, iremos ganando aliados y perdiendo enemigos.