¿Por qué nos cuesta poner límites?
“Por ahí no sigas”. “Hasta aquí hemos llegado”. ¿Te suenan estas frases? Son expresiones muy utilizadas para indicar a alguien que están traspasando una línea contigo. Sin embargo, en ocasiones cuesta poner límites, a pesar de lo desagradable que resulta que no los respeten. ¿Por qué ocurre esto?
Lo cierto es que no hay una única razón. Los seres humanos somos complejos y la interacción social se enturbia en ocasiones. Por eso, el primer paso para aprender a poner límites es averiguar dónde nace esa dificultad. Vamos con ello.
¿Qué son los límites en las relaciones?
Los límites son líneas metafóricas que señalan un punto que no debe sobrepasarse. Algunos de ellos están implícitos en el pensamiento colectivo, como el tabú de asesinar o del incesto, pero otros se deben establecerse en cada relación.
Así, si una persona no tolera que su pareja le mire el teléfono móvil, le marcará el límite comunicándoselo. Esto, por supuesto, tiene consecuencias que van desde la aceptación y el respeto hasta la violencia.
Es en esta última línea donde se empieza a notar que cuesta poner límites: cuando los demás los ignoran, cuando las consecuencias de ponerlos son negativas o cuando la confianza en uno mismo flaquea. Vamos a ver estas razones de manera detallada.
¿Por qué cuesta poner límites a veces?
Puede parecer sencillo: “si no me pagas las horas extra, no me quedo después de mi hora de salida”. No obstante, una vez se traza ese límite llegan las consecuencias, como discutir con tu jefe, que tus compañeros te recriminen que si te vas ellos trabajan más, un posible despido, etc.
¿Qué hace que una persona tenga miedo de enfrentar todo esto a expensas de forzar su aguante? Vamos a verlo.
1. Miedo al conflicto
Los conflictos, por mucho que se puedan resolver de manera pacífica, no dejan de ser situaciones de tensión, potencialmente desagradables, que no todo el mundo tolera igual. Ante la expectativa de un mal rato, a algunas personas les cuesta poner límites, ya que son muy sensibles a las discusiones.
2. Miedo al rechazo
El miedo al rechazo está muy unido a lo anterior, una de las causas más comunes. Retomando el ejemplo, la expectativa de pedirle a una pareja que no revise el móvil trae consigo el peligro de romper la relación por celos o de ser tachado de exagerado y mentiroso.
Por tanto, muchas personas sienten más seguridad controlando el contenido de su móvil que poniendo un límite.
3. Problemas de autoestima
Cuando un individuo no se respeta, es muy complicado que establezca límites para conseguir que los demás también lo hagan. El autoconcepto pobre alimentará la idea de que no hay nada que proteger mediante límites. Son la autoestima y el amor propio, además de la asertividad, las principales variables que hacen que los marquemos.
4. Gestión emocional pobre
Al final, poner límites son decisiones basadas en emociones. Cuando te incomoda que alguien te toque sin permiso, le pides que no lo vuelva a hacer.
Por eso, cuando existen dificultades para gestionar las propias emociones o las de los demás (a través de la asertividad), poner límites es una batalla perdida.
5. Necesidad de complacer a los demás
Las dificultades para decir “no” suelen tener base en la necesidad de complacer a los demás. Esto, a su vez, se liga con la idea de que la complacencia es la clave para que los demás nos amen y nos respeten.
Como te imaginarás, esto no siempre es así. Habrá muchas personas que tomen el brazo en lugar de la mano, otras que pierdan el respeto por aquellos que buscan su aprobación. Por eso, las personas que necesitan complacer a los demás nunca verán resuelto su miedo al rechazo y les cuesta poner límites.
6. Problemas de identidad
Cuando alguien no tiene claro quién es ni se conoce de forma profunda, es normal que tenga dificultades para poner límites en algunas situaciones. Simplemente, será incapaz de diferenciarse del resto de personas y de establecer una lista de comportamientos y situaciones que no tolerará en los demás.
Esto también afecta al espacio personal, tanto físico como psíquico, pues no se tiene claro lo que se necesita para regular las propias emociones y eso es una vía de entrada a la toxicidad.
7. Dificultades para tomar decisiones
La inseguridad es otra de las grandes causas que aparecen cuando cuesta poner límites. Por lo general, estas personas se ven abrumadas por la cantidad de factores a tener en cuenta y no son capaces de establecer un orden de prioridad para ellos. Por tanto, la necesidad de trazar una línea está en conflicto permanente con las consecuencias y las posibilidades.
Como ves, es complejo saber qué es lo que hace que nos cueste poner límites a los demás. Las razones coexisten y se solapan en cada caso. No obstante, no dudes nunca en trabajar en tu asertividad, pues los conflictos nunca se acaban en la vida: aprender a gestionarlos es un seguro para tu salud mental.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Stamateas, B. (2014). No me maltrates: cómo detener y poner límites al maltrato verbal. B DE BOOKS.
- De la Villa Moral, M., García, A., Cuetos, G., & Sirvent, C. (2017). Violencia en el noviazgo, dependencia emocional y autoestima en adolescentes y jóvenes españoles. Revista iberoamericana de psicología y salud, 8(2), 96-107.
- Sahuquillo, I. M. (2006). La identidad como problema social y sociológico. Arbor, 182(722), 811-824.