¿Por qué se está deteriorando tanto la salud mental de los jóvenes?

Cada vez son más los adolescentes que solicitan la asistencia especializada de profesionales de la medicina y la psicología. ¿Qué puede estar detrás de este aumento?

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 25 febrero, 2023

Cada vez hay más jóvenes asediados por los problemas de la salud mental. La depresión, la ansiedad, los problemas de comportamiento o las adicciones han aumentado en quienes serán el futuro de nuestra sociedad.

Su sufrimiento es el sufrimiento de sus familias y de las personas que les rodean. Los jóvenes acorralados por el malestar y por el deterioro de la salud mental son cada vez más. Su número parece estar en aumento. Este incremento ha alarmado a los profesionales de la salud, que advierten sobre las posibles causas que podría encontrarse detrás de este aumento.

La salud mental de los jóvenes, a examen

Es un hecho constatado. La salud mental de los jóvenes parece estar deteriorándose de manera progresiva. Así lo indican las tasas de prevalencia (Pardo, 2012).

De manera pedagógica, queremos aclarar que la «incidencia» es un término que se utiliza para cuantificar el número de casos en un periodo temporal concreto. En este sentido, la OMS ha alertado que hasta un 30 % de los jóvenes padece un trastorno mental.

Las entidades clínicas que se presentan con mayor frecuencia en ellos son los trastornos de conducta (sobre todo en los chicos) y los trastornos emocionales (en las chicas). Si extrapolamos los resultados de la investigación realizada por Esperanza Navarro, de la Universidad de Valencia, con 470 jóvenes españoles, podríamos decir que:

• Un 21 % de los jóvenes podría padecer potencialmente un trastorno de la conducta.
• Un 17 % tendría un trastorno de ansiedad.
• Un 11 % padecería TDAH.
• Un 4 % presentaría un trastorno de la conducta alimentaria.

Por otro lado, Vallejo Pareja (2022) menciona que se está registrando un aumento en el número de casos de comportamientos hiperactivos, así como de conductas disruptivas. Ahora cabe preguntarse, ¿por qué se está deteriorando la salud mental de los jóvenes?

¿La vida es más dura que antes? ¿O hay un problema metodológico?

Si echamos un vistazo a nuestro pasado reciente, quizá podamos comprender las causas de este aumento. Como dice el dicho, «de aquellos lodos, estos barros». Debemos pararnos a reflexionar sobre los últimos eventos que han impactado sobre nuestra sociedad, como por ejemplo:

• La Gran Recesión. Azotó al mundo entero. En España, se vivió de manera intensa entre los años 2008 y 2013. La sociedad jamás llegó a recuperarse de sus secuelas. Entre sus consecuencias podemos mencionar las altas tasas de desempleo juvenil.
• La pandemia de 2020. Justo cuando todo apuntaba a que la Gran Recesión había quedado atrás y la sociedad parecía adentrarse en un  nuevo «periodo de oro», el virus del SARS-CoV-2 lo paralizó todo.

La adolescencia es una etapa vital profundamente social. A través de la interacción con otras personas, los «jóvenes aprendices del rol adulto» construyen su identidad a través de las comparaciones. Sin embargo, durante la pandemia, los jóvenes tuvieron que sacrificar el contacto social. Esto ha podido impactar de manera sustancial en lo que debería haber sido «el desarrollo normal o normativo» en la adolescencia.

De hecho, la ciencia lo ha corroborado. Durante el confinamiento, los adolescentes se sintieron más solos y recurrieron con mayor frecuencia a alternativas digitales para socializar. Este hecho se ha visto relacionado con el aumento de los casos de depresión y suicidio.

Una mayor concienciación

Sin embargo, también es necesario apuntar que se investiga más y con mayor calidad. Los estudios sobre incidencia antes eran escasos, pero en la actualidad son abundantes. Esto podría hacer que las cifras de incidencia, antes incompletas (y, por lo tanto, menores), ahora han aumentado como consecuencia de un mayor volumen de investigación. Entre los avances que se han producido cabe mencionar (Vallejo, 2022):

• Una mayor cantidad de ensayos clínicos con un alto rigor metodológico, y aleatorizados, sobre la frecuencia de las diversas entidades clínicas en infancia y adolescencia.
• Un mayor control, rigor y robustez en los resultados obtenidos.
• Una mejor identificación de los elementos que impactan en la etiología de los trastornos infantojuveniles, es decir, una mejora en el diagnóstico.
• Por contraparte, un aumento en el número de etiquetas diagnósticas. De hecho, en 1950 se habían identificado un total de 106 trastornos, mientras que en la actualidad pueden llegar a diagnosticarse hasta 216 (Echeburúa, 2014).

Los problemas de salud se enraízan de manera intensa en el contexto vital. Es decir, surgen e interaccionan con factores del entorno de la persona, como el trabajo, las relaciones familiares (y el bienestar o el malestar de sus progenitores), así como el colegio o la universidad.

Por otro lado, teniendo en cuenta los avances que se han reseñado en cuanto a una mejor calidad en la investigación y el diagnóstico, cabría pensar que estas son dos de las principales causas que explican, de manera potencial, por qué se está registrado un «mayor deterioro» de la salud mental de los jóvenes.