Posvención: cuando la prevención falla
La conducta suicida es un fenómeno complejo en el que influyen factores psicológicos, biológicos, sociales, culturales y ambientales, que puede afectar a personas de cualquier edad, género, cultura o grupo social. Esta naturaleza multicausal implica que para la prevención es necesario un abordaje sistémico y transversal. Sin embargo, cuando la prevención falla, tenemos que empezar a hablar de posvención.
La posvención consiste en ofrecer apoyo a la familia y entorno cercano de las personas que han fallecido por suicidio. Este proceso es tanto o más importante que la prevención del suicidio. Las personas cercanas pueden tener sentimientos de ambivalencia por la fuerte estigmatización que existe con respecto al suicidio.
En España, el suicidio es la primera causa de muerte no natural, por encima incluso de los fallecimientos por accidente de tráfico. En nuestro país, entre 3.600 y 3.700 personas se suicidan al año, lo que se traduce en 10 muertes al día y 2’5 muertes cada hora.
La OMS informa de cerca de un millón de muertes al año por suicidio y prevé que, para este año 2020, la tasa pueda aumentar hasta el millón y medio. Los hombres consuman el suicidio en mayor medida, mientras que las mujeres realizan el doble de intentos.
Prevención del suicidio
A pesar de la preocupante cifra, en España no existen políticas de prevención de suicidio a nivel estatal, siendo su abordaje a nivel autonómico y casi siempre insuficiente. Bien es cierto que la prevención del suicidio es uno de los objetivos (que actualmente se encuentra en revisión) en la Estrategia de Salud Mental del SNS.
Ante la presencia de ideación suicida, es importante que la persona recurra, sin vergüenza, a alguien de confianza con quien pueda compartir lo que está ocurriendo y se deje ayudar. También es necesario ponerse en manos de profesionales que puedan realizar la intervención adecuada.
Recordar que el suicidio es una solución permanente a un problema o problemas que casi siempre son temporales. Por otro lado, el hecho de no encontrar una solución, no significa que no exista, que al instante siguiente no se pueda encontrar.
“El suicidio es una solución eterna para lo que a menudo no es más que un problema temporal”.
-Edwin Schneidman-
Se puede ayudar a la persona a identificar las situaciones detonantes de las crisis; es decir, a identificar la causa de los pensamientos suicidas para poder reconocer cuándo puede ocurrir una crisis.
La elaboración de una especie de “plan de seguridad” por parte del afectado, con o sin la ayuda de algún allegado o de un profesional, puede ayudar a reducir la probabilidad de cometer un intento suicida. Este plan puede contener los siguientes puntos (a nivel orientativo):
- Señales de alarma.
- Apoyos. Nombres de personas de confianza, junto con sus datos de contacto para poder llamarles en caso de emergencia o inminente intento de suicidio.
- Puntos de anclaje. Personas o razones por las que merece la pena seguir viviendo.
- Pautas de protección. Búsqueda de soluciones no suicidas, eliminación de objetos con los que poder infringirse daño.
- Listado de los números de teléfono de servicios de atención 24 horas.
- Recordatorio de llamar al 112, al Teléfono de la Esperanza o de dirigirse a las urgencias del hospital más cercano, en caso de que las prevenciones anteriores no hayan funcionado y el riesgo sea inminente.
¿Y cuando todo falla? Posvención
Como hemos comentado, la posvención consiste en ofrecer apoyo social, psicológico e institucional a las personas del entorno cercado de una persona fallecida por suicidio. Se debe ayudar a estas personas a la elaboración de un duelo sano y a abordar los factores de riesgo de un proceso de duelo complicado.
El proceso de duelo es diferente en cada persona y el duelo por suicidio es muy distinto de cualquier otro tipo de duelo. No existen reacciones “correctas” o “incorrectas” y cualquier sentimiento es normal y aceptable (shock, negación, culpa, dolor, vergüenza…).
Es común que tras el fallecimiento empiecen a aparecer los “por qué” (¿por qué lo hizo?, ¿por qué no le ayudé?…) y los “y si” (¿y si me hubiera dado cuenta? ¿y si hubiera buscado ayuda?…).
A medida que avanza el proceso de duelo, se comienza a comprender que, aunque el suicidio se pude prevenir en algunos casos, en otros todas las medidas preventivas son inútiles e insuficientes. El resultado no habrá dependido de las personas del entorno. Se termina por entender que no todas las preguntas tienen respuesta y que, a veces, los motivos no van a conseguir esclarecerse.
La aceptación es la mejor manera de integrar la pérdida. Por muy difícil que parezca, se acaba respetando la decisión del fallecido y se le deja de culpar por el sufrimiento causado. Se le perdona, pero también el propio entorno se perdona. Sin embargo, los sentimientos de culpa pueden persistir a pesar de haber aceptado la pérdida y de haber perdonado al fallecido.
Romper mitos sobre el suicidio: estrategia básica en la fase de posvención
El suicidio esta rodeado de mitos y es un tema tabú. Por este motivo, muchas veces, los familiares y amigos de una persona que ha cometido suicidio se ven envueltos en sentimientos ambivalentes. Junto con la tristeza, pueden aparecer enfado y rabia. La vergüenza es un sentimiento común, que lleva muchas veces a ocultar la verdadera causa de la muerte por miedo al juicio social.
Es importante que la posvención incluya estrategias de apoyo psicosocial y psicoeducación. Se trataría de estrategias relativas a las reacciones y sentimientos que pueden experimentarse durante el proceso de duelo y a cómo luchar contra la crítica social. Es necesario hacer saber a la familia y al entorno que están en todo su derecho de guardar silencio, si así lo quieren.
Ante todo, tumbar ciertos mitos puede ayudar a reducir el miedo al juicio y la ambivalencia. Algunas de estas ideas erróneas son:
- Hablar del suicidio genera efecto llamada.
- El suicidio no puede prevenirse porque la persona desea morir.
- El suicidio es un acto cobarde / es un acto muy valiente.
- Las personas que se suicidan lo hacen para llamar la atención.
- Quien quiere matarse, no lo dice.
Una persona que quiere suicidarse o realiza una tentativa de suicidio es una persona que necesita y merece ayuda, así como las personas de su entorno. No debemos olvidarnos de ellos, ya que si un proceso de duelo es difícil y doloroso por definición, el proceso de duelo por suicidio lo es aún más. A menudo, va acompañado de sentimientos de culpa y vergüenza que pueden ser muy duraderos y resistentes a las intervenciones.
Un duelo que no se elabora correctamente puede hacerse muy complicado. Incluso puede derivar en un trastorno depresivo si no se cuenta con el apoyo y los recursos necesarios.
Por lo tanto, no solo es importante centrarse en la asignatura pendiente de la prevención del suicidio, sino que también lo son la posvención y la educación de la sociedad, para terminar con la estigmatización que tanto castiga al entorno del fallecido.