¿Pueden las personas buenas hacer cosas malas?
¿Pueden las personas buenas hacer cosas malas? ¿Es posible que ese alguien a quien queremos y admiramos pueda realizar algo inesperado y dañino en un momento dado? La psicología de la personalidad nos dice que sí. Es más, la historia está llena de situaciones en las que el ser humano actúa de manera hostil y cruza esas líneas de lo que consideramos ético e incluso moral.
Nos encantaría poder afirmar lo que Jean-Jacques Rousseau nos dijo en su día «las personas estamos orientadas hacia la bondad y la nobleza». Más tarde, Thomas Hobbes nos indicaría que lo que de verdad nos mueve es el miedo y el egoísmo. No obstante, desde un punto de vista psicobiológico, podríamos decir que en cada uno de nosotros está tanto la capacidad de hacer el bien como de hacer el mal.
Sabemos que factores como la educación y el contexto en el que crecemos media de manera importante en nuestros comportamientos, valores e integridad. Sin embargo, esto no quita que el hombre o la mujer más noble del mundo actúe de manera deshonesta en algún momento. Hay mil circunstancias, factores y desencadenantes capaces de poner a prueba nuestra fortaleza moral.
Analicemos un poco más este tema.
¿Pueden las personas buenas hacer cosas malas?
Antes de profundizar en si pueden las personas buenas hacer cosas malas, es importante detenernos en un aspecto. ¿Qué entendemos realmente por «personas buenas»? A veces, las expresiones como ser bueno o ser malo caen en definiciones algo reduccionistas y hasta subjetivas.
No obstante, desde un punto de vista ético podríamos relacionar la bondad con la capacidad de respetar al otro, procurar su bienestar, tener disposición para adaptarse a las normas sociales y además promover aspectos como la justicia social, el altruismo, etc. Todos, de algún modo, conocemos a alguien así y, por tanto, no nos es complicado identificar a la personalidad noble y buena por naturaleza.
Ahora bien, no debemos engañarnos. Porque ante la pregunta de si pueden las personas buenas hacer algo malo, la respuesta es sencilla y contundente: «sí». Como dijo Sigmund Freud en su día, en nosotros surge por igual el instinto de bondad (eros) como el de maldad (tánatos). Solo las circunstancias determinarán que lado emerge en cada momento. Conozcamos más datos.
La tentación, los dilemas éticos y el desliz ocasional
Cuando hablamos de hacer «cosas malas» no nos referimos en exclusiva a la maldad como tal, a esa esencia adversa, maquiavélica y dañina que llevaría a cabo alguien con una personalidad antisocial o psicopática. Dentro de esta dimensión entran también aspectos menos graves, pero faltos de ética como pueden ser, por ejemplo, los robos, las mentiras, los fraudes, eludir responsabilidades, etc.
Así, la Society for Personality and Social Psychology realizó una investigación en el 2015 liderada por Oliver Sheldon que nos ofreció una serie de datos interesantes sobre este tema. En este trabajo se puso en evidencia un dato y es que la mayoría de las personas controlan bastante bien su tentación a la hora de realizar algo poco ético (como por ejemplo, robar algo como material de oficina).
Es cierto que aparece el deseo, que muchos llegan a pensar aquello de «si me llevo esto nadie lo va a notar». No obstante, una vez se razona un poco más, esta situación acaba por desecharse. Ahora bien, hay una curiosa excepción. En ocasiones, también nos podemos decir lo siguiente: “solo porque me lleve una vez material de oficina a casa para uso personal, no significa que sea un ladrón”
Es decir, cometer una transgresión puntual y ocasional en la vida puede interpretarse como algo aceptable. La persona llega a pensar que ese acto no va cambiar lo que uno es (alguien bueno y respetable).
La presión del grupo y obediencia
Las personas buenas pueden hacer cosas malas y la mayoría de las veces sucede por la presión del grupo. Para comprenderlo mejor solo tenemos que recordar el célebre experimento de Milgram en el que un estudiante aplicó descargas eléctricas a otro instado por una figura de autoridad.
La presión del entorno y el contexto desafió la conciencia personal del participante en esta polémica investigación de psicología social. Lo mismo puede suceder en cualquier otro contexto. En ocasiones, al vernos instados por terceras personas aumenta la posibilidad de que cometamos algo ilícito o poco ético.
La difusión de la responsabilidad, si todos lo hacen yo también
Hay quien lo llama, vulgarmente, «efecto manada». Son esas situaciones en las que un grupo determinado de personas cometen algo poco ético o moral y nosotros mismos acabamos imitándolos. Aquí no hay presión ni coacción. Las buenas personas pueden realizar algo reprobable al sentir que se diluye su responsabilidad porque son parte de un grupo.
La «difusión de la responsabilidad» fue, de hecho, una teoría desarrollada por Darley y Latané, en 1968, a raíz del famoso caso de Kitty Genovese. Se trata de uno de los casos más truculentos de la historia criminalística: una joven fue asesinada y agredida sexualmente muy cerca de su casa. De los 38 vecinos que escucharon sus gritos, ninguno llegó a reaccionar.
Las personas buenas pueden hacer cosas malas: cuando el fin justifica los medios
Robert Sapolsky es profesor de ciencias biológicas y neurología en la Universidad de Stanford. Uno de sus libros más conocidos es ¿Por qué la gente hace cosas malas? En este trabajo, parte de un punto de partida muy interesante ¿por qué el amor y el odio son emociones tan parecidas en el cerebro? A veces, un sentimiento está muy cerca del otro, tanto que esa persona a quien hoy adoramos mañana la podemos detestar.
Algo que nos deja claro en su libro es que nadie es esencialmente bueno o esencialmente malo. Todos podemos deslizarnos de un polo a otro en un momento dado si las circunstancias así lo orquestan. Las personas nos regimos muchas veces por impulsos, por necesidades, miedos y pasiones. Eso puede hacer que cometamos algo poco ético si lo vemos justificable.
Esto puede explicar, por ejemplo, hechos tan controvertidos como robar si hay carencias, dejarnos llevar por la violencia para defendernos o incluso para vengar aquello que interpretamos como una justicia.
Para concluir, ya lo dijo Carl Jung una vez: “en nuestro interior reside un sombra, una parte que no siempre queremos ver, pero que puede manifestarse en el momento menos pensado”. Todos somos luz y oscuridad, en todos nosotros hay una gran capacidad para hacer el bien, pero también para derivar en el mal.
Hay que saber elegir, recordar los propios valores y entender que no hay peor camino que aquel donde dejamos entrever lo más oscuro de nosotros mismos.
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- Oliver J. Sheldon and Ayelet Fishbach. Anticipating and Resisting the Temptation to Behave Unethically. Personality and Social Psychology Bulletin, May 2015 DOI: 10.1177/0146167215586196
- Bandura, A., Underwood, B. y Fromson, ME (1975). Desinhibición de la agresión mediante la difusión de la responsabilidad y la deshumanización de las víctimas. Revista de Personalidad y Psicología Social, 9, 253-269.