¿Qué es la cognición social?
La cognición social refiere al conjunto de operaciones mentales que subyacen en las situaciones sociales; por tanto, incluyen los procesos implicados en la percepción, interpretación, y generación de respuestas ante las intenciones, disposiciones y conductas de los demás.
La cognición social alude a la forma en que pensamos sobre los demás. En este sentido, sería un poderosa herramienta para comprender las relaciones sociales. Pues, a través de ella, entendemos las emociones, los pensamientos, intenciones y conductas sociales de los demás.
En las interacciones sociales, conocer lo que otras personas piensan y sienten puede suponer una ventaja enorme para desenvolvernos en ese contexto. Profundicemos en ello.
¿Cómo funciona la cognición social?
Las personas no nos acercamos a las situaciones como observadores neutrales -aunque muchas veces intentemos aparentar que sí-, sino que llevamos nuestros propios deseos y expectativas. Estas actitudes previas van a influir en lo que vemos y recordamos.
De este modo, nuestros sentidos reciben información que es interpretada y analizada. Posteriormente, esas interpretaciones son contrastadas con la información que guardamos en la memoria.
Sin embargo, esta descripción simple no es real. Existen otros factores, como las emociones, que también condicionan el proceso. Recuerda que los pensamientos influyen en las emociones, pero las emociones también influyen en los pensamientos (Damasio, 1994).
Por ejemplo, cuando estamos de buen humor, el mundo es (o parece) un lugar más feliz. Cuando nos encontramos bien tendemos a percibir con más optimismo el presente, pero también miramos de manera más positiva al pasado y al futuro.
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¿Cómo se desarrolla la cognición social?
La cognición social se desarrolla lentamente (Fiske y Taylor, 1991). Sigue un proceso de ensayo y error basado en la observación. Las experiencias directas y la exploración guían el aprendizaje. Sin embargo, el conocimiento social es muy subjetivo. Las interpretaciones que podemos hacer de un evento social pueden ser muy diferentes y erróneas.
Además, aunque contamos con estructuras mentales que facilitan el procesamiento y la organización de la información, en ocasiones estas estructuras tan útiles también nos traicionan.
Estas estructuras o esquemas influyen en la atención, la codificación y la recuperación de información y pueden llevarnos a que se de la profecía autocumplida. Esta es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad (Merton, 1948).
Por otra parte, el conocimiento social es, en parte, independiente de otros tipos de conocimiento. Por ejemplo, las personas que cuentan con habilidades intelectuales superiores para la resolución de problemas no tienen por qué tener habilidades superiores para la resolución de los problemas sociales. Es por ello que la mejora de otras inteligencias, como la emocional o la cultural, es tan importante.
Situarse en la perspectiva de los demás
Uno de los modelos más útiles sobre la cognición social es el de Robert Selman, quien anticipó una teoría sobre la habilidad para situarse en la perspectiva social de los demás.
Para este autor, asumir la perspectiva social de los demás nos otorga el poder para comprendernos a nosotros mismos y a los demás como sujetos, permitiéndonos reaccionar ante la propia conducta desde el punto de vista de otros.
Dicho esto, Selman (1977) propone cinco etapas de desarrollo para esta perspectiva social:
- Etapa 0: etapa egocéntrica indiferenciada (de 3 a 6 años). Antes de los 6 años los niños no pueden hacer una distinción clara entre su propia interpretación de una situación social y el punto de vista de otro. Tampoco pueden comprender que su propia concepción pueda no ser correcta.
- Etapa 1: etapa de toma de perspectiva diferencial o subjetiva, o etapa informativo-social (de 6 años a 8 años). Los niños de esta edad desarrollan el conocimiento de que las demás personas pueden tener una perspectiva diferente. Sin embargo, tienen una escasa comprensión sobre las razones que se esconden detrás de los puntos de vista de los demás.
- Etapa 2: adopción de una perspectiva auto-reflexiva y toma de perspectiva recíproca (8 a 10 años). Los pre-adolescentes, en esta etapa, toman la perspectiva de otro individuo. Pues ya son capaces de hacer diferencias sobre las perspectivas de los demás y pueden reflexionar sobre las motivaciones que subyacen a su propia conducta desde la perspectiva de otra persona.
- Etapa 3: etapa de la toma de perspectiva mutua o de una tercera persona (10 a los 12 años). En esta etapa, el individuo es capaz de ver sus propias perspectivas, las de sus compañeros, así como las de una tercera persona neutra.
- Etapa 4: etapa de toma de perspectiva individual profunda y dentro del sistema social (adolescencia y edad adulta). Hay dos características que distinguen las concepciones de los adolescentes de otras personas. En primer lugar, se hacen consientes de que los motivos, las acciones, los pensamientos y los sentimientos están conformados por factores psicológicos. En segundo lugar, comienzan a apreciar el hecho de que una personalidad es un sistema de rasgos, creencias, valores y actitudes con su propia historia evolutiva.
Teoría de la mente
Enlazando con el apartado anterior y como componente de la cognición social, encontramos la Teoría de la Mente. En una revisión de Zegarra-Valdivia y Chino (2017) afirman que “las personas tienen un conocimiento metacognitivo complejo de su propia mente tan bien como el de las mentes de los otros, adicionando aspectos afectivos y cognitivos, además de la distinción entra apariencia y realidad”.
La Teoría de la Mente es una capacidad mentalista, ¿esto qué quiere decir? Según los autores ofrece diferentes posibilidades:
- Percibir estados mentales en otros seres y reconocer los estados mentales propios como distintos a los de aquellos.
- Diferenciar unos estados mentales particulares de otros.
- Atribuir estados mentales utilizando los estados atribuidos para explicar y preceder la conducta de carácter predictivo y organizativo personal.
Dos formas de ver la cognición social
Dentro de la psicología existen varias formas de entender la cognición social. Una de las más importantes enfatiza la dimensión social del conocimiento. El conocimiento, según esta perspectiva, tendría un origen socio-cultural, ya que es compartido por los grupos sociales.
El principal exponente de esta idea es Moscovici (1988), quien hablaba de las “representaciones sociales”. Estas son ideas, pensamientos, imágenes y conocimientos que los miembros de una colectividad comparten. En este caso, las representaciones sociales tienen una doble función: conocer la realidad para planificar la acción y facilitar la comunicación.
Otra perspectiva con gran impacto es la estadounidense (Lewin, 1977). Esta forma de entender la cognición social se centra en el individuo y en sus procesos psicológicos. Según esta visión, el individuo construye sus propias estructuras cognitivas a partir de las interacciones con su entorno físico y social.
Reflexiones finales
Como vemos, la cognición social es la forma en que manejamos la gran cantidad de información social que recibimos cada día. Los estímulos y datos que recogemos por los sentidos son analizados e integrados en esquemas mentales, los cuales van a guiar nuestros pensamientos y conductas en posteriores ocasiones.
Estos esquemas, una vez formados, van a ser difíciles de cambiar. Por ello, según la frase atribuida a Albert Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Nuestras primeras impresiones va a ser cruciales, salvo que pongamos en marcha un pensamiento crítico que nos ayude a desarrollar una cognición social más eficiente y ajustada a la realidad.
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- Damasio, AR (1994). Descarte's error: Emotion, reason and the human brain. Nueva York: Picador.
- Fiske, S. T. y Taylor S. E. (1991). Social Cognition. McGraw-Hill, Inc.
- Lewin, K. (1997). Resolving social conflicts: Field theory in social science. Washington, DC: American Psychological Association.
- Merton, R. K. (1948). The self fulfilling prophecy. Antioch Review, 8, 195-206.
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- Selman, R. L., Jaquette, D. y Lavin, D. R. (1977). Interpersonal awareness in children: Toward an integration of developmental and clinical child psychology. American Journal of Orthopsychiatry, 47, 264–274.
- Skinner, B. (1974). Sobre el conductismo. Barcelona: Fontanella.
- Zegarra-Valdivia, J. y Chino, B. (2017). Mentalización y teoría de la mente. Revista Neuropsiquiatría, 80 (3).