¿Qué ha ocurrido con los eufemismos?
Cuando ocurren despidos oímos hablar de “recortes estratégicos en la plantilla laboral”. Si hay un gasolinazo se dice que ha sucedido “un ajuste al precio del combustible”. Esto son ejemplos que dan a entender cómo estamos rodeados de términos que encubren realidades sociales a las que es mejor no llamar por su nombre original.
Nos cruzamos de este modo con diferentes conceptos que intentamos evitar. Palabras que pueden resultar hirientes, inadecuadas o malsonantes, que hacen que nuestro vocabulario esté repleto de términos eufemísticos que muchas veces usamos sin ni siquiera ser conscientes de la expresión que bordeamos.
El presente artículo estudiará qué son los eufemismos, su origen, usos y utilidad.
¿Cuál es el origen del término?
La palabra eufemismo proviene del verbo griego εὐφημίζομαι: ‘decir buenas palabras’ —εὐ, en griego, significa ‘bien’, y φημί, ‘hablar’.
Así, los eufemismos son términos que se usan para reemplazar algo que queremos decir, pero que puede resultar duro o malsonante. Estas palabras se utilizan para suavizar o reducir las connotaciones negativas, despectivas u ofensivas.
El uso de eufemismos se vincula a los temas tabú, por ejemplo, cuestiones sexuales, fisiológicas, escatológicas y realidades vulgares, y al discurso de lo que es políticamente correcto; como cuestiones raciales o étnicas, etarias, sociales o discapacidades. En resumen, engloba el concepto de hablar bien.
Características de los eufemismos
Para que una palabra funcione como eufemismo, su interpretación ha de permanecer ambigua a cargo del oyente, que la interpretará en sentido literal o eufemísticamente.
Además, un eufemismo no puede sustituirse por otro término y conservar íntegramente los mismos efectos cognitivos, sociales y estilísticos. En concreto, en español no existen sinónimos estrictos y absolutos.
A medida que se extiende el uso de un eufemismo, este pasa a comportarse más como un sinónimo del término original que como un eufemismo. Y son los conocimientos, usos sociales y creencias de los interlocutores son los que determinan la detección del eufemismo dentro del contexto en el que es proferido.
¿Qué son los disfemismos?
El disfemismo es el antónimo del eufemismo. Es un tipo de sarcasmo en el que se utilizan expresiones peyorativas y negativas para describir objetos, hechos o personas. Un ejemplo de disfemismo sería por ejemplo el uso de “caja tonta” para referirse a la televisión.
Tanto el disfemismo como el eufemismo son figuras literarias, una clase especial de metáforas estudiadas habitualmente en el análisis del discurso.
¿Puede el lenguaje cambiar la realidad?
El filólogo y director de la Real Academia Española, Lázaro Carreter, argumenta que “el eufemismo delata siempre temor a la realidad, deseo vergonzante de ocultarla, antifaz de lenguaje impuesto a su rostro verdadero, y, en definitiva, afán de aniquilarla. Pero lo que existe no se borra con palabras; ojalá fuera posible en el caso de existencias abominables, el terrorismo, por ejemplo, disfrazado por los asesinos y voceros como lucha armada”.
Una visión con la que se puede o no estar de acuerdo y que reniega del uso de los eufemismos, ya que estos no pueden cambiar la realidad a la que nos referimos.
Por otro lado, encontramos aquellos que argumentan que, aunque es evidente que el empleo de otros términos no va a modificar el punto de referencia, el uso de eufemismos es necesario.
Por ejemplo, aunque evitar llamar “gordo” a alguien no lo va a convertir en delgado, esto sí que es una forma de demostrar cierto respeto, cortesía y decoro. Defienden así que el uso de eufemismos es parte del lenguaje, ya que este es una actividad social.
Los eufemismos y la política
La política es uno de los ámbitos donde los eufemismos son más habituales. Al utilizar un eufemismo, un político puede, por ejemplo, ocultar una decisión poco popular y presentar sus propuestas como algo más tolerable para la sociedad. Por ejemplo, ante un aumento de impuestos para combatir la crisis, podemos oír hablar de “realizar un ajuste impositivo para garantizar el crecimiento”.
Otro ejemplo muy común de eufemismos en la política es ante los conflictos bélicos. Por ejemplo, el uso de “daños colaterales” para suavizar la idea de las muertes de inocentes. O el término “operación”, cuando nos estamos refiriendo a una “invasión” durante una crisis internacional.
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- Ejemplos.co, https://www.ejemplos.co/eufemismo/
- LeonHunter, https://www.leonhunter.com/por-que-son-necesarios-los-eufemismos/
- Pedro J. Chamizo Domínguez, "La función social y cognitiva del eufemismo y del disfemismo" https://www.tremedica.org/wp-content/uploads/n15_tribuna-ChamizoDominguez.pdf