Por qué a veces perdemos la emoción por lo que amamos y cómo volver a sentirla

“¿Qué hago si ya no me emociona algo que antes sí?”. Quizás esta pregunta ronde tu cabeza al darte cuenta de que, poco a poco, ese pasatiempo que tanto te gustaba ya no te ilusiona, o que esa actividad que te llenaba hoy se siente lejana. Y puede desconcertarte ver cómo lo que antes brillaba se apaga con el tiempo.
No te sucede solo a ti. En la vida, es normal pasar por etapas en las que la chispa se atenúa, y no significa que perdiste tu capacidad de disfrutar. A veces estamos cansados, sobrecargados, pasando por duelos o viviendo situaciones dolorosas que nos quitan energía. Lo importante es entender que esta sensación tiene una explicación y que hay formas de volver a conectar con el entusiasmo.
¿Por qué dejamos de emocionarnos?
La rutina suele ser uno de los principales culpables: repetir siempre lo mismo le resta sorpresa a lo que antes disfrutábamos. La presión por rendir o alcanzar expectativas también puede convertir una pasión en una carga. Y, claro, el estrés, las nuevas responsabilidades o los cambios en lo que valoramos pueden hacernos perder interés en ciertas actividades o personas.
En algunos casos, esta falta de ilusión se acerca a lo que en psicología se llama anhedonia, es decir, la dificultad para sentir placer o entusiasmo por lo que antes nos hacía felices. No siempre significa que haya un trastorno detrás, pero puede ser una señal de que nuestro cuerpo y mente necesitan descanso, autocuidado o incluso ayuda profesional.
Cómo reconectar con el entusiasmo (o aprender a soltarlo)
Saber por qué la chispa se apaga nos da claridad, pero lo más importante viene después: ¿cómo volver a encenderla o, en su defecto, aceptar que es momento de soltar? No se trata de forzarnos, sino de encontrar formas amables y realistas de reconectar con la emoción. Estas técnicas ayudan a iniciar ese camino.
- Regresa al origen de tu motivación: volver al inicio puede ser revelador. ¿Qué te enamoró de esta actividad, persona o proyecto? Recordar ese “motor” inicial ayuda a reinterpretarlo y darle un nuevo significado.
- Da espacio a nuevas pasiones: aceptar que algo ya no nos mueve no es un fracaso, por el contrario, se trata de evolución. Permítete explorar nuevos intereses, aunque empiecen como curiosidades pequeñas.
- Revisa tu energía emocional: en ocasiones, lo que parece desinterés es agotamiento. Pregúntate qué cosas drenan tu energía en el día a día y prioriza tu bienestar; descansa, delega, tómate un tiempo para ti.
- Introduce pequeñas variaciones: el cerebro necesita novedad. Cambia el escenario, prueba nuevas formas de hacer las cosas o comparte las experiencias con alguien distinto. A veces, un detalle como variar de ruta al salir a correr puede devolver la frescura.
- Practica el mindfulness: detente y presta atención a los detalles como el olor del café al prepararlo o la risa de un ser querido. La práctica de mindfulness o atención plena no requiere horas de meditación, basta con aprender a estar realmente atento a lo que haces.
En conclusión, no es única la respuesta a “¿qué hago si ya no me emociona algo que antes sí?”. Algunas veces se trata de redescubrir lo que ya tenías; otras, de abrazar que tu camino cambió y abrirte a lo nuevo. Lo importante es escucharte con honestidad y recordar que tu capacidad de ilusionarte no se pierde, solo se transforma.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Presa, M., García, A., Callol, L., Abril, A., y Muñoz, M. (2023). Influencia de la anhedonia en la evolución clínica del trastorno depresivo. Sanidad Militar, 79(2), 75-81. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1887-85712023000200004
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.







