¡Qué mala suerte tengo!
Estamos hartos de escuchar comentarios como “¡qué mala suerte tengo, todo me sale mal!” en los que las personas que lo expresan achacan su bienestar o su malestar a acontecimientos externos, quedándose ellas al margen y poniendo toda la responsabilidad de su vida fuera de su alcance, sintiéndose víctima de las situaciones y por tanto, sujetos pasivos de su propia vida.
A esta forma de atribuir los acontecimientos de la vida se le llama Locus de control externo. Cuando en consulta, un paciente tiene un tipo de expresión como esta, le pregunto si todo lo que tiene y lo que siente no depende en absoluto de ella, sino de cualquier agente externo. En ese momento caen en la cuenta de que ellos tal vez, también tengan algo que ver en lo que les ocurre.
…”Qué mala suerte tengo!”… “¿Qué me va a pasar cuando deje las pastillas de la ansiedad?”…”Estoy bien porque lo que me rodea está bien ahora”
Las riendas de la vida las tenemos nosotros
Debemos ser conscientes de que las riendas de la vida la tenemos nosotros en un porcentaje alto y si bien es verdad que hay veces que determinados acontecimientos escapan a nuestro control, no es menos cierto que dependiendo de nuestra actitud ante la vida podemos llegar a unos resultados u otros.
Por ejemplo, si mi hijo ha estudiado un examen pero lo suspende, no se puede excusar diciendo “era dificil”, ” lo ha suspendido la mayoría”, “he tenido mala suerte”, nada de eso es válido para justificar ese suspenso, lo más fácil es agarrarse a esto, pero lo más lógico y adecuado es que se asuma que no se ha estudiado lo suficiente, puede ser que mucho, pero no LO SUFICIENTE. Sólo de esta manera, asumiremos nuestra responsabilidad.
De la misma forma, tengo pacientes que vienen a psicoterapia a la misma vez que acuden a un psiquiatra para que les atienda el área farmacológica. Si mejoran, no pueden pensar que toda esa mejoría depende de las pastillas, sino que ellos también están haciendo un esfuerzo para modificar sus pensamientos y a través de atender estas dos variables, pueden llegar a alcanzar su bienestar.
Otros me dicen “Yo soy así”…me quedo callada un momento…”Si eres así…¿Qué haces aquí?, ¿No podemos hacer nada, no?”
No es mala suerte, es falta de responsabilidad
Todo lo comentado son formas de locus de Control Externo, justamente lo contrario a lo que nos haría más activos en la participación de nuestra vida, que sería un locus de control interno, es decir, yo soy el máximo responsable de la mayoría de las cosas que me ocurren, tanto para lo bueno como para lo malo. Porque al asumir mi vida, la controlo, soy capaz de mejorarla porque me esfuerzo en ella más y por consiguiente, obtengo recompensas.
Pienso que esto mismo, entre otras cosas, les puede ocurrir a nuestros adolescentes que tienen problemas de conducta. Como todo, es una forma aprendida a reaccionar ante situaciones. Por lo que si yo enseño a mis hijos pequeños, para quitar importancia, que si le han pegado a un amigo “ha sido sin querer”, “sin darse cuenta”, o que su profesor le ha reñido porque este hombre hoy ha tenido un mal día, y así en sucesivos acontecimientos a lo largo de la crianza de nuestros retoños, no me extraña que llegue un momento en que un adolescente no acepte que su mal comportamiento depende en exclusiva a él mismo. Sino que seguro que habrá alguien que sea el “culpable” de que no apruebe o de que se meta en líos.
Con todo esto, lo que pretendo es que recapacitemos y seamos lo suficientemente valientes para mirar la vida de frente, sabiendo que si te haces responsable de ella, nada más que por el esfuerzo que se hace, mejoran los resultados y por ende, la vida en si. Porque no hay mala suerte que valga.
¡Así que ya sabéis, Locus de control interno para todos!
P.D: Existe un debate abierto, desde la metodología que aborda la costrucción de cuestionarios, que cuestiona que las dos dimensiones (Locus de Contol Interno y Locus de Control Externo) sean los polos opuestos de un mismo constructo.