¿Qué relación hay entre la falta de memoria y el dolor crónico?
El dolor se puede de vivir de muchas formas diferentes; puede variar desde una leve molestia a un dolor insoportable. La percepción del dolor es subjetiva y varía en función del tipo de lesión, de la persona, del significado que esta le dé al dolor y de cómo se interrelacionan estas variables entre sí. El dolor es mucho más que una sensación simple.
El dolor crónico no es un dolor agudo, puntual. Cuando hablamos de dolor crónico hablamos de algo muy diferente. Como el daño que produce la gota que no para de caer; una gota no significa nada, pero gota, tras gota, tras gota a lo largo del tiempo puede generar un agujero muy profundo.
Además de al propio dolor, las personas que lo viven se enfrentan a las interferencias que este produce en su vida diaria. En muchos casos, el dolor crónico afecta a la vida de la persona y toca la mayoría de sus áreas valiosas. Desde el nivel más obvio, como es la molestia física, pasando por el emocional e impactando también en su vida social.
El dolor crónico en primera persona
Una de las mejores formas de conocer lo que las personas con dolor crónico sienten es escuchando sus historias y preguntándoles cómo vive cada una de ellas el dolor. Las personas con dolor crónico, habitualmente, se sienten solas, incomprendidas y amenazadas por un dolor que no pueden controlar. Para ellas, el dolor es una molestia que interfiere en todas las áreas de su vida: el trabajo, el sueño, las relaciones, las emociones y que les genera una discapacidad.
El dolor crónico tiene como compañeras las emociones de la injusticia, la soledad, la vergüenza y la inutilidad. Con su peso invisible en la espalda de quien lo porta es muy difícil de ver por quienes rodean a la persona que lo sufre. Esto hace que estas emociones a veces se enquisten y aparezcan en forma de depresión, ansiedad y enfado.
“El dolor es una bestia ante la que surge la tendencia más instintiva de la víctima: la de pelear por librarse de las garras de Davalú, que intenta dominarlo todo y ejercer su propio monopolio sobre mí, de igual modo que un invasor conquista un reino”.
-Davalú o el dolor, Rafael Argullol, 2001-
El dolor crónico es, además, silencioso, inoportuno y rebelde. Es como una visita inesperada a la que no has invitado a entrar en tu cuerpo, pero que se ha presentado ahí a quedarse un rato, no se sabe cuánto ni cuan incómoda será su visita esta vez. Estas características del dolor crónico hacen que convivir con él toque los proyectos vitales de quienes lo padecen.
Dolor crónico y alteraciones de memoria
Una de las quejas y dudas más frecuentes que las personas con dolor crónico hacen está relacionada con la memoria. Las personas con dolor crónico describen como su pensamiento a veces se vuelve más denso y lento. También suelen describir que se acuerdan menos de las cosas que viven, de los detalles, de las conversaciones, etc.
Hace años se pensaba que la pérdida de memoria en dolor crónico estaba asociada a los efectos secundarios de los fármacos que tomaban. Aunque algunos medicamentos pueden producir ciertas alteraciones cognitivas, se ha demostrado que no es un factor fundamental, ya que gran parte de los analgésicos no producen estas alteraciones. Además, estos problemas de memoria también se presentaban en personas que no tomaban una medicación continuada para su dolor.
Existen otras hipótesis que se han investigado y que cuentan con apoyo de investigación. Una de ellas es la alteración fisiológica de los procesos implicados en la memoria debido al dolor crónico. La segunda hace referencia a la relación entre el estado de ánimo, la atención y el dolor que presenta la persona.
El papel de la atención y la memoria
Para explicar cómo la memoria puede verse alterada por el dolor crónico debemos saber ligeramente cómo funcionan la memoria y la atención. Un punto de partida es la asunción de que cada uno de nosotros crea su propia realidad en base a su experiencia de vida, su contexto y sus circunstancias. Imagina entonces que esa manera de construir la realidad es como construir nuestra propia casa.
Cuando construimos una casa necesitamos, en primer lugar, materiales (los ladrillos, las vigas, el cemento, etc.). Los dos grandes materiales con los que construimos nuestra casa son la biología y la experiencia. Si con materiales muy parecidos salen casas diferentes es porque el encargado de elegir el material selecciona o elige a cuál atender y a cuál no. Estos encargados de elegir los materiales van a ser la atención y la memoria.
La atención es la encargada de fijarse en la información que para nosotros es relevante. En los procesos de dolor crónico, la atención está muy enfocada a los procesos de dolor, y no tanto a lo que ocurre fuera del mundo de la persona. Esto hace que todo lo relacionado con el dolor sea atendido, pasando a ignorar, simplemente porque nuestros recursos atencionales son finitos, otros aspectos valiosos de la vida.
Una vez elegida y seleccionada la información, la memoria se encarga de guardarla en un gran almacén que constantemente va modificando lo guardado. Sería como guardar todo aquello que nos ha parecido importante en un almacén similar a una barrica de vino. Puedes saber el estado en el que entra la información, pero conforme está almacenada se va transformando.
Alteraciones fisiológicas y psicológicas en la memoria
El dolor crónico altera el funcionamiento de la atención y de la memoria. Estos grandes seleccionadores de información están afectados en las personas que viven con dolor crónico. Estos procesos biológicos estarían enfocados a atender preferentemente la información relacionada con el dolor y a recordar todas estas experiencias bañadas con el aroma de las emociones.
En el dolor crónico, la atención funcionaría como un foco de luz que alumbra el dolor y deja a la sombra otras áreas valiosas de la persona. La memoria, por su parte, retiene esta información y retroalimenta que el foco siga iluminado al dolor.
Estos procesos pueden generar y promover lo que se conoce como el círculo vicioso del dolor. Cuando la persona atiende el dolor y desatiende otras áreas de su vida, puede intensificar ese dolor, sentirse frustrada, paralizar su vida por el dolor. Esto hará que focalice todavía más en el dolor y continúe desatendiendo el resto de las áreas.
No es extraño que este círculo acabe desembocando en depresión. Por evitar o disminuir la intensidad del dolor, es frecuente que la persona abandone determinadas actividades; algunas de las que incluso estaban contribuyendo de manera notable a su bienestar.
La ayuda psicológica como pilar fundamental de tratamiento
Un abordaje multidisciplinar permite atacar el problema desde varios frentes, permitiendo que distintos profesionales aporten su granito de arena para mejorar la calidad de vida de la persona. Así, el paciente se beneficia de la sinergia del conocimiento de distintos profesionales.
Vivir con dolor crónico no debería ser una lucha constante contra el dolor, ni debería suponer un condicionante vital central. Aceptar que el dolor crónico es parte de tu vida, como ese compañero de trabajo pesado con el que no te queda más remedio que compartir oficina, es en muchos casos el primer paso para rebajar su influencia.
No puedes elegir tener o no dolor, pero sí que puedes decidir cómo quieres relacionarte con él. Puedes enfadarte y frustrarte porque se haya presentado sin avisar, o puedes aceptar su presencia, entender cómo afecta a tus emociones, y cambiar los aspectos en los que influye en tu día a día.
Fijarse unas rutinas para organizar mejor el tiempo. Mantener una vida activa y realizar ejercicios funcionales. Aprender a manejar y focalizar nuestra atención. Aumentar las actividades placenteras que nos ayuden a distraernos del dolor, son algunos de los objetivos que se pueden trabajar en terapia que ayudarán a llevar una mejor convivencia con el dolor crónico y sus efectos.
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