Las personas que se creen importantes rara vez llegan a lo más alto

Las personas que se creen importantes rara vez llegan a lo más alto
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 18 agosto, 2019

Cuando hablamos de llegar a lo más alto no nos referimos al hecho de sobresalir del resto debido a características superficiales, como ser físicamente más atractivo o tener más éxito profesional. Llegar a lo más alto implica mucho más que todo eso: es poder tocar el bienestar psicológico de una manera más auténtica y profunda. Ser felices ya es llegar a lo más alto, a lo más preciado que podemos obtener, a saborear la vida gustosamente.

El concepto de quitarnos importancia a nosotros mismos viene de la mano de la aceptación incondicional. Cuando adelgazamos nuestro ego y nos vemos simplemente como lo que somos, personas, nos quitamos las presiones de intentar aparentar o dar una imagen excepcional.

El ser humano es valioso por ser y comportarse como él mismo, pero sobre todo por su capacidad de amar. De nada sirve tener muchos títulos, un bonito físico o una gran fortuna si luego no sabemos ejercitar el amor, tanto con la vida como con el resto de seres humanos.

Si nos fijamos bien, en realidad las personas que más apreciamos son aquellas que se muestran auténticas, que se aceptan y están seguras de quienes son. Intentan mejorar pero no se dicen a sí mismas que no deberían ser tal y como son porque en ellas no encuentran ningún tipo de valor positivo. Cuando nos mostramos psicológicamente desnudos ante el mundo, bajamos nuestro ego y nos queremos tal cual alcanzamos ese punto tan alto del que hablamos.

Llegar a lo más alto no depende del exterior

Cuando valoramos a los demás dependiendo de lo que posean o de lo que hayan conseguido estamos cometiendo un error. Podemos hacer aún más pesado este error cuando nos valoramos a nosotros mismos en función de si tenemos o no ciertas características, lo que hará que suframos al no aceptarnos tal y como somos en este preciso momento vital.

Mujer con los ojos vendados

Lo externo no puede añadirle valor a una persona. Al igual que el frutero que contiene alguna que otra fruta con cierto desperfecto y sigue teniendo el mismo valor que siempre, las personas no podemos basar nuestra valía personal en ninguna acción o aspecto puntual.

Afortunadamente, la capacidad de dar amor es algo que innatamente todo ser humano posee. Da igual que sea un político, un barrendero, informático o modelo de pasarela: cada ser humano lleva en su bagaje el amor a la vida y al resto de seres.

Aunque creas que las personas malas existen, estás equivocado. Lo que existen son las personas equivocadas o enfermas que no han aprendido aun a actuar de otra manera. Si reflexionas un poco más, te darás cuenta de que dentro de esas personas existe un niño que lo único que quiere es salir a la vida, correr, reír y disfrutar.

Por lo tanto, como todo ser humano posee esta valiosa capacidad, todos valemos por igual, sin importar la raza, el sexo, la inteligencia o el dinero.

Visualizarnos despojados de importancia

Para liberarnos de las presiones que nacen de pensar que debo tener cierta particularidad, ser de tal forma o poseer tales cosas, es necesario que comencemos a visualizarnos desprovistos de todo eso que se supone me va a otorgar valor. Solo son capas que pueden liberarte más o menos de tu cuerpo, pero que desaparecen en tu desnudez.

Por ejemplo, si soy de las personas que creo que un buen físico determina el que alguien sea más o menos valioso, he de imaginar mi vida sin ese físico. Se trata de visualizarme a mí mismo como alguien poco agraciado, pero tremendamente feliz, ya que el físico no nos será necesario para disfrutar de la vida.

Al igual que con el físico, podemos hacerlo con otras muchas características externas, como la inteligencia o el éxito. Si somos capaces de vernos a nosotros mismos como seres poco inteligentes o exitosos y felices incluso con ello, seremos capaces de ser un poquito más independientes de esas capas con las que nos vestimos y menos estrictos con esas formas imperfectas, que no imposibilitantes, que están presentes en cualquier cuerpo y en cualquier alma.

De esta manera, al vernos libres, habremos llegado a lo más alto: a la aceptación de nuestro yo y por lo tanto, a la liberación de las falsas necesidades o a la dependencia del exterior.

Mujer sola mirando el mar

Seremos dichosos al margen de lo que poseamos. Estaremos en paz con nosotros mismos y también con nuestro entorno, ya que no nos veremos en la obligación de crear una imagen determinada para que nos acepten. Paradójicamente, los demás nos aceptarán de una manera más real.

Por lo tanto, la clave del bienestar reside en quitarnos importancia y saber decirnos a nosotros mismos que, aunque suene contradictorio, somos seres valiosos pero también poco importantes, geniales pero prescindibles. Esto genera un gran descanso mental: no tenemos nada que demostrar, simplemente querernos por lo que somos.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.