Realidad vs Expectativas
A menudo, surgen conflictos por la creación de expectativas cuando estas chocan con los hechos que acontecen. No es lo mismo lo que pensamos acerca de lo que queremos que suceda en una situación y lo que realmente ocurre.
Las expectativas que creamos ante una situación o persona pueden resultar peligrosas, si están muy alejadas de la realidad. La distancia entre lo que sucede y aquello que imaginamos, determina cómo nos sentimos.
“No vemos las cosas como son, sino como somos”
-Krishnamurti-
¿Dónde se esconde la “realidad”?
¿Qué es la “realidad”? Quizás este sea uno de los misterios e interrogantes más persistentes de la humanidad. A lo largo de los años, diferentes personas y disciplinas han aportado distintas respuestas, apoyándose en nociones teóricas, métodos y herramientas acordes al contexto cultural del momento.
Y aunque podemos explayarnos en esta cuestión tanto como queramos, os traigo una de las perspectivas que más me ayuda tanto en mi vida personal como en el trabajo con mis pacientes…
Según las perspectivas construccionistas en psicología, la “realidad” es una construcción hasta cierto punto por quién la observa. Por lo tanto, es subjetiva. Todo cuanto vemos y observamos, pasa a través de nuestro filtro personal, el cual se encuentra constituido por nuestros valores, creencias, experiencias, características biológicas, relacionales y psicológicas, además del contexto cultural vigente del momento.
Por lo tanto, de acuerdo con esto, nunca se llegará a conocer la realidad tal cual es, pues siempre será observada a través de los ojos del observador. Incluso, esto que estoy compartiendo con todos vosotros forma parte de la construcción de mi realidad.
Entonces, ¿significa esto que hay muchas realidades? De acuerdo al construccionismo, sí. Tantas como personas hay en este mundo. El escritor estadounidense Paul Auster en una de sus novelas lo expresa así:
“No hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo. Sino muchos mundos, y todos discurren en paralelo… Cada mundo es la creación de un individuo.”
Esta perspectiva puede ayudarnos en nuestro día a día, sobre todo con las relaciones que mantenemos con los demás. Ya que cada vez que entablemos una conversación o una discusión con otra persona, podemos intentar comprender su punto de vista, teniendo en cuenta cómo ella construye la realidad en base a sus valores, creencias, experiencias, etc.
Así, conseguiremos un mejor entendimiento, abandonando esa postura tan rígida que a veces tenemos los seres humanos de intentar llevar al otro por nuestro camino, convenciéndole de que lo que pensamos es la verdad más absoluta y objetiva de todas.
El papel de las expectativas
Las expectativas son las creencias, previsiones, ilusiones, deseos y valores que cada uno de nosotros ha generado en función de diversos factores tales como la educación, las experiencias previas, las características de personalidad y formas de relacionarnos, variables contextuales, etc. Es decir, es lo que yo espero, tú esperas o ellos esperan de algo o alguien.
“Seguro que me traerá un detalle, hace mucho tiempo que no nos vemos”, “El examen salió para un 9, a ver la nota”, “Como es su cumpleaños, saldremos a celebrarlo”, “Es su día libre, seguro que desayunaremos juntos”, “Me llamará esta tarde cuando le digan la respuesta”…
Expectativas. Solo eso. Nada ni nadie nos aseguran nada, pero parece que nos encanta generarlas y mantenerlas en nuestro día a día. Las expectativas son construcciones de sucesos futuros.
¿Y qué ocurre cuando no se cumplen?, ¿qué sucede cuando llevamos esperando toda la tarde esa llamada?, ¿o cuando salimos y lo que hacemos no guarda fidelidad a lo que imaginamos? Tanta ilusión en que algo sucediera y de repente ese anhelo se trunca con una respuesta totalmente diferente. Nos desilusionamos. Nos frustramos. Incluso puede que se genere algún conflicto que otro. ¿Alguna vez te has parado a pensarlo?
Cuando “realidad” y expectativas se enfrentan
¿Qué esperabas que sucediera? y ¿qué pasó en “realidad”? Seguramente ahí puedas encontrar el detonante de cómo te sientas. La distancia entre lo que sucede y aquello que imaginamos determina en ocasiones, como nos sentiremos más tarde, si no somos consciente de la presencia de este abismo.
Nos cuesta asumir que si algo nos decepcionó, fue más bien debido a nuestra expectativa previa que a los acontecimientos en sí. Es decir, a la construcción anticipada que realizamos de la situación, a la idea previa de aquello que esperábamos. Ya que decir que algo nos ha decepcionado, significa admitir de alguna manera que esperábamos algo que no ha ocurrido o que ha ocurrido de manera diferente a como habíamos imaginado.
Quizás, si nos detenemos más a vivir en el aquí y ahora, teniendo en cuenta nuestras construcciones podremos aumentar nuestro bienestar personal y social. Ya lo decía Epicteto, “No son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos de ellas”