Reconocer la oportunidad de tu vida
Muchas personas, al echar la vista atrás, recuerdan con nostalgia y arrepentimiento una oportunidad que se presentó en su vida y que decidieron no aceptar. Imaginan cómo sería su presente de haberlo hecho, fantasean con una promesa de éxito que quedó reducida a nada por su decisión. Sentir que fallaste en reconocer la oportunidad de tu vida resulta doloroso y frustrante. Sin embargo, intentemos analizarlo desde un prisma más amplio.
La opinión que nos genera, a día de hoy, una situación que no llegó a darse no resulta objetiva. No contamos con datos suficientes para afirmar que habría sido mejor o peor que nuestras circunstancias actuales. Es sencillo caer en el error de idealizar realidades contrafácticas, sin embargo, todo son suposiciones.
Esta forma de pensar nos daña, pues nos conduce a un sentimiento de insatisfacción y de fracaso irremediable: no podemos dar marcha atrás en el tiempo y modificar nuestros actos. Por tanto, tratemos de aportar una visión más sana, más realista y más funcional.
Identifica qué deseas para reconocer la oportunidad
Lo más relevante a la hora de tomar una decisión importante, que puede incluso cambiar tu vida, es tener claro qué deseas. Algo tan aparentemente sencillo puede complicarse si no somos capaces de distinguir entre nuestros anhelos y las imposiciones sociales. Pongamos un ejemplo: te ofrecen un puesto de trabajo con un sueldo mayor al que tienes actualmente, pero para aceptarlo has de trasladarte de ciudad.
En un primer momento, puede parecer que te encuentras ante la oportunidad de tu vida. No obstante, has de sopesar tus verdaderos deseos y prioridades. Quizá te sientas tentado (casi obligado) a aceptar el empleo, puesto que todo tu entorno social alaba y recalca ese sueldo mayor. Pero, tal vez, para ti resulta prioritario residir cerca de tus seres queridos, contar con un horario laboral más flexible o realizar una tarea más creativa.
Tus preferencias no tienen por qué concordar con lo que la sociedad dicta, tu idea del éxito quizá difiera de la de otros. Esto es totalmente lícito y es imprescindible que seas capaz de escuchar tu propia voz interior. Tal vez, esa oportunidad pasada que ahora sientes que desperdiciaste, no fuese la mejor opción para ti.
No permitas que el miedo te paralice
Uno de los principales motivos por el que las personas deciden rechazar una oportunidad es el miedo. Quizá se te presenta la opción de hacer realidad uno de tus mayores sueños. Sabes, sin lugar a dudas, que es un anhelo que nace enteramente de tu interior. No obstante, temes alejarte de lo conocido y arriesgarte a fracasar.
Tu casa, tu familia, tus compañeros de trabajo… todo ello te aporta seguridad, te resulta familiar, te sientes cómodo en la rutina. Pensar en un cambio te produce vértigo, te invade la inseguridad y optas por mantenerte en tu círculo de confianza. Antes de hacerlo, trata de recordar que el error es un derecho que todos tenemos, que el fallo forma parte de la vida.
Si aceptas la oportunidad y no sale cómo tenías planeado, puedes recalcular tu rumbo. En cambio, si permites que el miedo te paralice te estarás negando la oportunidad de intentarlo. Confía en ti, mantente fiel a tus deseos y enfrenta el temor.
El tren no solo pasa una vez
Tenemos la creencia de que existen ciertos momentos clave que determinan el devenir de nuestra vida. Unas pocas situaciones en las que, no reconocer la oportunidad, puede condicionar fuertemente nuestro futuro. Es precisamente este pensamiento el origen del arrepentimiento, de la frustración y de la indefensión. Nos culpamos por haber tomado una decisión incorrecta y damos por perdida la batalla.
La realidad es que el tren pasa cada día, en cada momento. Siempre tenemos la opción de cambiar de rumbo, de cambiar de metas, de modificar nuestra forma de actuar. Somos los creadores de nuestro destino y no existen momentos críticos al respecto: el momento es ahora.
Recuerda que, en el pasado, actuaste lo mejor que pudiste en función de tu nivel de conciencia. Lo que sucedió fue lo único que pudo suceder. Si ahora piensas diferente, agradece el aprendizaje y ponte en marcha para crear la realidad que anhelas. Nunca es tarde.
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- Marina, J. A. (2010). Anatomía del miedo. Anagrama.
- Marimón, M. M., & Sastre, G. (2003). La construcción del razonamiento moral: el sentimiento de culpa. Anuario de psicología/The UB Journal of psychology, 34(2), 191-201.