Recordar los finales no nos deja imaginar cómo sería empezar
No entiendo cómo ha podido suceder. No soy capaz de creerme que me haya ido de ese lugar. Cómo puede ser que se haya acabado si siento que me daba la vida. Estos podrían ser algunos de tus pensamientos ahora mismo: a ti los finales tampoco te dejan imaginar un nuevo comienzo.
Es más, si te circulan ideas parecidas por tu cabeza en estos momentos, es precisamente porque aún vives en días pasados y no has sido capaz de superarlos. Una historia que ha acabado pero sigue inconclusa para ti o una ciudad a la que se le han agotado las vivencias, pero no te atreves a aceptarlo.
Sin embargo, los finales no son sino la prueba palpable de una experiencia que se queda con una parte de nosotros. Significan un adiós, es cierto; pero, también que hemos vivido algo que nadie podrá robarnos nunca porque nos pertenece.
Los finales son también comienzos
Ahora mismo vives dentro de una agitada confusión, en una contradicción entre la realidad que te acecha y lo que te gustaría que lo fuera. Es totalmente natural y no tienes de qué avergonzarte: todos hemos sentido alguna vez que lo que deseábamos que se quedara se esfumaba de las manos.
“Puede parecer raro que un relato empiece por el final, pero todos los finales son también comienzos, lo que pasa es que no lo sabemos en su momento”
-Mitch Albom-
No obstante, cuando los finales llaman a la puerta y hemos pasado un tiempo en la confusión absoluta, es hora de echar un pulso. Este pulso nos ayudará a poner los pies en la tierra para comenzar a sanar lo que se roto y volver a empezar.
Si tenemos un final, ¿por qué no comenzar algo por ahí? Se trata de arañar los aspectos positivos que hemos recibidos a través de aquello que ya no puede continuar. No es cuestión de empezar de cero tu vida, pero sí una historia con la madurez adquirida de la experiencia anterior.
Tras un punto y final, una mayúscula
Los puntos suspensivos que camuflan puntos finales no son saludables para ninguna persona, y sin excepciones. Si hay algo que ya no puede ser o si ha llegado el momento de coger las maletas e irse, no es beneficioso seguir haciéndonos daño negándonos a ello.
Hay nuevas historias que imaginar y que nos están esperando. Son historias, además, que deben empezar con una gran mayúscula. Ahí conseguiremos vernos reflejados en un espejo que nos recuerde que tras haber(nos) perdido mucho, podemos volver a encontrarnos.
Decía Julio Cortázar que nada esta perdido si se tiene el valor para declarar que todo está perdido. Así que rendirse no puede ser una opción cuando estamos a punto de dar el paso más difícil para cerrar hogares en los que ya no podemos hospedarnos.
“No sigas viendo solo el final de las calles viejas
que los principios suelen estar donde tus los dejas”
-Maldita Nerea-
Extrañarse es comenzar a entender
Será duro, será extraño y necesitarás tantas agallas que te costará lograrlo, pero eres capaz de hacerlo. Exactamente será en el instante en el que comiences a ser consciente y a sentirte extraña cuando se abra ante ti el reflejo de nuevas oportunidades.
Poco a poco irás entendiendo y, solo cuando hayamos comprendido en totalidad lo que ha pasado, llegará la paz. Finalizar, aceptar y pasar por un proceso de recuperación de las heridas nos da bienestar y, al mismo tiempo, mejora nuestra relación con los demás.
“Estar en paz consigo mismo es el medio más seguro
de comenzar a estarlo con los demás”
-Fray Luís de León-
Teniendo en cuenta esto, ¿podemos recordar nuestros finales? Sí, por supuesto; pero no podemos seguir viviendo en ellos. Ya no están, son recuerdos y los recuerdos se filtran y se guardan. Vamos a imaginar otros comienzos, vamos a buscar la manera de estar en el “hoy” y potenciar lo que nos ofrece.