¿Sabes negociar con tu hijo adolescente?
La adolescencia es una etapa caracterizada como rebelde. Los hijos pasan por una serie de cambios hormonales, además de llevar a cabo una intensa búsqueda de su propia identidad. Todo esto provoca que deseen independencia, que crean que sus progenitores no les entienden y que ellos pueden controlar su vida. Por eso, en esta etapa tan delicada es necesario saber negociar con tu hijo adolescente.
Negociar con tu hijo adolescente no solo te traerá menos quebraderos de cabeza, sino que ayudará a que se sienta tratado como una persona adulta. Esto le incentivará para cumplir con los acuerdos que pactéis, para hablar y resolver las situaciones difíciles que se plateen. Pero, sobre todo, esto ayudará a que se sienta querido.
Abrir negociaciones con tu hijo adolescente le trasmitirá la idea de que tienes en cuenta su opinión, algo que aumentará su confianza para compartir aquello que le inquieta.
En ocasiones, los adolescentes tienden a apartarse y, como no sabemos cómo acercarnos a ellos, terminan sintiéndose muy solos, con unos progenitores que no los entienden y en quienes no pueden confiar. Por eso, negociar puede mejorar de manera notable una circunstancia así.
Negociar con tu hijo adolescente le aporta valores
Todos los progenitores saben lo importante que es transmitir valores desde muy temprana edad. Valores sanos que les permitan a los más jóvenes orientar su conducta y tomar las decisiones adecuadas para ellos. Sin embargo, no siempre sabemos cómo hacer esto de una manera adecuada. Negociar con tu hijo adolescente es una de ellas. Pero, ¿qué enseña esta manera de actuar a los jóvenes y a ti mismo?
- Mejora la gestión emocional: negociar con tu hijo adolescente le permitirá aprender a hacerlo. Se dará cuenta de que es muy complicado alcanzar un acuerdo cuando alguna de las partes está siendo controlada por la ira, el enfado, la frustración o la tristeza.
- Aporta confianza y coherencia: la incoherencia en las relaciones familiares puede desencadenar explosiones emocionales en tu hijo adolescente. Negociar os ayudará a todos a confiar unos en los otros y a ser coherentes con lo que decís, pensáis y hacéis.
- Ayuda a expresar sentimientos: para negociar con tu hijo adolescente hay que hablar de manera honesta, expresando cómo se siente cada uno de los miembros y aportando posibles soluciones ante un conflicto. Esto ayudará a tu hijo adolescente exprese sus sentimientos y diga lo que piensa sin presuponer que no le vamos a entender.
“Los hijos adolescentes parecen los más difíciles de educar, pero si lo consigues, tus enseñanzas durarán para toda la vida”.
-Anónimo-
Por todos es sabido que es necesario que existan pactos, límites y determinadas normas que agilicen marquen y eviten conflictos en el marco de la convivencia. Al igual que con nuestra pareja podemos tener la norma de no entrar con los zapatos sucios pisando las alfombras, también debemos tenerlas con los hijos.
Llegar a acuerdos sobre la hora de llegada a casa si se sale con los amigos o sobre determinadas actividades prohibidas dentro del hogar o fuera del hogar (fumar, ingerir alcohol, quedarse amigos a dormir…). Para cada familia los acuerdos serán diferentes. Lo ideal es negociarlo, ver los puntos de vista de los diferentes integrantes y llegar a establecer determinados pactos que todos consideren justos.
Errores que cometemos en la negociación con los adolescentes
Negociar con tu hijo adolescente no es tan fácil como pueda parecer. Pero esta dificultad a veces no proviene de los hijos, sino ti mismo como progenitor. La creencia de que lo que digas va a misa, ejercer una autoridad casi dictatorial en el hogar, no tener en cuenta las opiniones de tu hijo adolescente… Todo esto, puede sabotear una negociación incluso antes de que esta comience.
Por eso es necesario que trates a tu hijo adolescente como una persona que está madurando, creciendo y aprendiendo. Ya no es un niño pequeño, es una persona con opiniones y capaz de señalar muchos de los errores que comente y cometes. Es cierto que nunca será ni debe ser una relación simétrica, pero lo ideal es que esta asimetría vaya disminuyendo con el paso de los años. En este sentido, escuchar a los hijos puede permitirte aprender mucho sobre ti mismo.
Para negociar con tu hijo adolescente hay que eliminar determinadas “distorsiones”. Una de ellas, por ejemplo, es la de “yo soy tu padre así que lo que yo diga se hace”. Esto en una negociación es terrible: impone un principio de autoridad que impide cualquier diálogo. Cuando los padres abusan de esta fórmula, lo normal es que el hijo pase de expresar lo que piensa. Actuará intentando que sus padres no se enteren o directamente se plegará a los deseos de los padres, pero difícilmente se prestará a la argumentación cuando conoce que no tiene ninguna posibilidad de sentirse satisfecho con el resultado de ese diálogo.
También hay que evitar intentos de manipulación e incoherencias. Si pactas algo, no es posible que lo rompas y lo justifiques bajo “es que a estas alturas no voy a cambiar lo que llevo haciendo tantos años” o “yo puedo hacer lo que quiera y tú no”. Estas situaciones aumentarán la ira, el enfado y harán que tu hijo adolescente se aleje más de ti.
“La adolescencia es la etapa más confusa. Somos tratados como niños, pero esperan que actuemos como adultos”
-Anónimo-
La consecuencia de cometer determinados errores al negociar con tu hijo es que la relación con él se verá deteriorada, no habrá armonía ni posibilidad de crecimiento. En este sentido, recuerda que todos podemos aprender de todos. Como progenitor, eres un guía y no tienes por qué imponer de manera autoritaria algo esperando que tu hijo lo acate así, porque sí. ¿Por qué no hablarlo y negociarlo? Esto no hará que te pierda el respeto ni que la relación se vuelva simétrica.
Tenemos que tener en cuenta que nuestros hijos son personas con sentimientos, que en la adolescencia empiezan a construir su identidad y a definir sus valores. Pueden pensar por ellos mismos, tienen determinadas opiniones sobre diferentes temas y debemos avanzar en el respeto hacia ello a medida que crecen. Piensa que si aprendemos a negociar de manera sabia, la relación que mantengamos con nuestros hijos, esa que tanto nos importa, se verá beneficiada.