Según la ciencia, los adolescentes sarcásticos son más inteligentes
La ciencia lleva años avisándonos de que los adolescentes sarcásticos son más inteligentes. Esa actitud irónica, punzante, molestamente inquisitiva y hasta burlesca revelaría en realidad unas altas competencias cognitivas en los jóvenes. De este modo, lejos de ver esta conducta como una forma de descaro, es bueno saber apreciarla como una virtud.
Ya lo dijo Oscar Wilde en su día, el sarcasmo es el modo más bajo del ingenio, pero también la manera más alta de la inteligencia. Es cierto que incomoda y que a veces nos parece algo mordaz y hasta dañino. Sin embargo, hay modos y modos de enhebrar este recurso comunicativo. Hay quien usa un aguijón venenoso y están los sarcásticos elegantes, los que nos hacen reír.
En el caso de los adolescentes, parece que el uso temprano del arte del sarcasmo es una muestra evidente de su creatividad y su potencial intelectual. Por tanto, evitemos enfadarnos con ellos, ya que están desarrollando una herramienta lingüística poderosa.
¿Por qué los adolescentes sarcásticos son más inteligentes?
El sarcasmo es la expresión más sofisticada de la ironía verbal. Gracias a este recurso, transmitimos con ingenio y humor un mensaje velado una idea burlesca y original hacia alguien. Lo contrario de lo que se piensa, pero con gracia, precisión y originalidad. Hacerlo bien es un arte, hacerlo mal es caer en la ofensa gratuita y en la vulgaridad.
De este modo, saber que los adolescentes sarcásticos son más inteligentes puede no ser una sorpresa para muchos. No lo es porque este recurso se ve y se aprecia en general. No es difícil percibir una buena fluidez verbal y notables dosis de creatividad en estos jóvenes. Ahora bien, puede haber muchos padres y profesores que vean el sarcasmo de sus hijos como una forma de descaro o de falta de respeto. Es un error.
La Universidad de Calgary realizó un estudio en el 2018 profundizando en el recurso lingüístico del sarcasmo. La autora de este trabajo, la psicolingüista Penny Pexman, señala que el sarcasmo es una prueba de madurez, puesto que el cerebro en desarrollo de un niño tarda bastante tiempo en comprenderlo y desarrollarlo.
Un sofisticado esfuerzo mental
El sarcasmo requiere esfuerzo mental. Se trata de una alquimia que implica múltiples procesos cognitivos. No solo hace falta tener ingenio y sentido del humor. Expresar cosas como “meteré tus opiniones en mi cuenta bancaria para ver si en unos años me generan algún tipo de interés” busca sobre todo emitir un mensaje de modo indirecto e irónico, pero con el objetivo de generar un impacto emocional en el receptor.
Es un tipo de metalenguaje y de abstracción que pretende comunicar de una manera alternativa y no directa. El sarcasmo no usa declaraciones literales, busca caminos alternativos con los que sorprender y también desahogar. No podemos olvidar que este tipo de expresiones resultan catárticas para quien las expresa. Con ellas, dejan caer aquello que les molesta de forma original.
Por otro lado, también ha podido verse que el sarcasmo implica una activación en las redes semánticas relacionadas con el procesamiento general del lenguaje y el sentido del humor. Y como bien sabemos, las personas con un afilado y original sentido del humor esconden buenas capacidades intelectuales.
El sarcasmo necesita no solo de un buen desarrollo comunicativo, también se relaciona con la teoría de la mente y la creatividad.
Los adolescentes sarcásticos son más inteligentes porque usan la teoría de la mente
Si los adolescentes sarcásticos son más inteligentes, es porque esta es una capacidad que tarda en desarrollarse. Por término medio, dicha competencia empieza a aparecer entre los 9 y los 10 años. Resulta muy difícil que un niño de 6 o 7 años use este tipo de expresiones y que las comprenda.
Si tarda en surgir se debe básicamente a los principios de la teoría de la mente. Esta afirma que tenemos la capacidad de comprender las intenciones de otros y atribuirles pensamientos e intenciones. Este escalón en el desarrollo cerebral se va sofisticando poco a poco.
Podemos tener a chicos de 12 y 13 años que ya evidencian unas notables dotes sarcásticas. Esto demuestra su potencial intelectual. En cambio, otros tardan un poco más en dominar esta habilidad. Tanto es así que hay quien llega a la edad adulta sin manejar esta habilidad.
Muchos adolescentes utilizan el sarcasmo como forma para lidiar contra la frustración y el estrés.
El entorno importa
Como siempre sucede en el ámbito del desarrollo infantil y juvenil, el entorno en el que crece el niño es decisivo para su desarrollo emocional, para la constitución de su identidad y para potencial intelectual. Si un adolescente usa el sarcasmo con frecuencia lo más probable es que cuente con unos progenitores que han facilitado ese rasgo.
Las buenas habilidades expresivas, el ingenio y el sentido del humor se imitan. Tener un entorno familiar estimulante incentiva el ingenio y también este tipo de artesanías lingüísticas con las que tener otra forma de expresar lo que siente. No todo es comunicación directa.
Las ironías, los dobles sentidos y el sarcasmo también otorgan riqueza al lenguaje. Si además se hace con respeto y originalidad, estaremos educando a un adolescente con un gran potencial. Tengámoslo en cuenta.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Davis, C. L., Oishi, K., Faria, A. V., Hsu, J., Gomez, Y., Mori, S., et al. 2016. White matter tracts critical for recognition of sarcasm. Neurocase 22:22–9. doi: 10.1080/13554794.2015.1024137
- Filik, Ruth & Turcan, Alexandra & Thompson, Dominic & Harvey, Nicole & Davies, Harriet & Turner, Amelia. (2015). Sarcasm and Emoticons: Comprehension and Emotional Impact. The Quarterly Journal of Experimental Psychology. 69. 1-42. 10.1080/17470218.2015.1106566.
- Pexman P (2018) How Do We Understand Sarcasm?. Front. Young Minds. 6:56. doi: 10.3389/frym.2018.00056
- Pexman, P. M., Zdrazilova, L., McConnachie, D., Deater-Deckard, K., and Petrill, S. A. 2009. “That was smooth, mom”: children’s production of verbal and gestural irony. Metaphor Symbol 24:237–48. doi: 10.1080/10926480903310286