7 señales de que te mantienes ocupado como mecanismo de afrontamiento

¿Qué hay detrás de muchas personas que están constantemente ocupadas? ¿Qué tiene que ver su disponibilidad con sus estrategias de afrontamiento? ¡En este artículo te lo contamos!
7 señales de que te mantienes ocupado como mecanismo de afrontamiento
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 08 noviembre, 2022

Todos sentimos, en ocasiones, la necesidad de que los días tengan el doble de horas. Llegamos a la cama por la noche, y nos percatamos de que no hemos parado en toda la jornada, de que no ha habido espacio para el ocio y el descanso. Esto no debería suponer un problema si ocurre de forma esporádica; pero, si te mantienes ocupado y no encuentras el momento para mirar hacia adentro y conversar contigo, quizás estés utilizando esta actitud como mecanismo de afrontamiento.

Por supuesto, ser productivos es positivo y necesario. No solo nos ayuda a cumplir con las obligaciones, también aumenta la confianza en nuestras posibilidades. Al cumplir con tareas pendientes, el organismo libera sustancias que nos proporcionan sensaciones agradables. Además, mantenernos activos y ocupados nos ayuda a estar saludables, a no sobrepensar y a combatir trastornos como la ansiedad y la depresión.

Ahora bien, esta no siempre es la mejor estrategia y, cuando se utiliza para camuflar o escapar de las emociones difíciles, puede traernos complicaciones.

Hombre preocupado trabajando
Trabajar o tener siempre la agenda llena puede ser un mecanismo de evasión de la realidad.

¿Te mantienes ocupado como mecanismo de afrontamiento?

Si eres una persona muy activa y productiva, es probable que ni siquiera hayas reparado en que esto pueda constituir un problema. Sin embargo, a continuación te mostramos algunas señales que indican que tu actitud puede no ser del todo saludable:

  • Tienes tu agenda totalmente apretada todos los días. No hay margen de maniobra, ya que cada hora está destina a una actividad desde que te levantas hasta que te acuestas.
  • Siempre estás activo y en movimiento. Descansar te parece una pérdida de tiempo o te incomoda bastante estar ocioso.
  • Cuando estás a solas, y sin nada que hacer, sientes que los pensamientos y las emociones te asaltan y te abruman. Para evitarlo, te pones en movimiento lo antes posible o te ocupas en alguna tarea.
  • Cuando ocurre algo negativo, discutes con otra persona, te sientes triste o disgustado o encuentras algo con que ocuparte para no pensar al respecto. Es tu forma de hacer frente a los problemas.
  • Normalmente, te sientes quemado, agotado o frustrado por tu ritmo de vida, pero te ves incapaz de parar o renunciar a algunas actividades.
  • Las personas a tu alrededor se han llegado a preocupar por esto o te han hecho notar que deberías bajar el ritmo.
  • Nunca dedicas tiempo a reflexionar sobre cómo te sientes, qué piensas o necesitas. No hay momentos de calma, tranquilidad y silencio en tu día a día.

Estrategias de afrontamiento disponibles

Si te mantienes ocupado normalmente, has de saber que esto no tiene por qué ser malo. De hecho, tener metas y objetivos y trabajar por ellos con perseverancia y de una forma organizada es muy útil y beneficioso para la salud psicológica. El problema radica en utilizar esta estrategia como mecanismo de afrontamiento; es decir, cuando la evasión se convierte en tu modo de afrontar la adversidad o las dificultades.

Existen diversas estrategias de afrontamiento que las personas podemos poner en marcha. Algunas están enfocadas en el problema que nos atañe (con el fin de resolverlo) y otras en gestionar las emociones que la situación produce. Por otra parte, estas estrategias pueden ser reflexivas (analizar lo sucedido), reactivas (actuar impulsivamente) o supresivas (buscando evadir y evitar lo que ocurre).

Lo cierto es que no hay unas estrategias más eficaces que otras y todo depende del contexto. Por ejemplo, si está en nuestra mano resolver el problema es mucho más útil ponernos manos a la obra; pero, en caso contrario, lo mejor que podemos hacer es trabajar en la aceptación. Igualmente, distraernos y evadir la situación o las emociones incómodas puede ser útil en ciertos momentos, ya que nos permite calmarnos y tomar distancia.

Ahora bien, la evasión no puede ser nuestro único mecanismo o recurso ni utilizarse sistemáticamente en cada situación, pues esto genera problemas y consecuencias.

¿Por qué no es positivo optar por mantenerte ocupado?

Debemos recordar que las emociones no pueden reprimirse, suprimirse o ignorarse eternamente. Todas ellas cumplen una función y necesitamos escucharlas, sentirlas y transitarlas. De no hacerlo, nos estaremos perjudicando de varias formas.

  • En primer lugar, reprimir las emociones puede hacer que el cuerpo termine somatizando ese malestar que tratamos de ignorar y nuestra salud se vea afectada.
  • Al evadir lo que sentimos, perdemos la oportunidad de conocernos mejor, de saber qué necesitamos y actuar para mejorar nuestra situación. Si no nos permitimos reflexionar y sentir (por muy desagradable que sea), seguiremos actuando por inercia, en piloto automático y es probable que sigamos viéndonos envueltos en situaciones que nos dañan y nos desagradan. Si queremos crecer y mejorar como personas, es imprescindible tener la valentía de mirar hacia adentro y sentarnos con nosotros mismos.
  • Tus relaciones con los demás también pueden verse muy afectadas si optas por mantenerte ocupado en lugar de hacer frente a lo que el vínculo necesita. Una discusión, un desacuerdo o la insatisfacción en la pareja no se solucionan saliendo a correr o centrándose más en el trabajo. Esto solo perpetúa el problema y puede hacer sentir a la otra persona invalidada y desatendida.
Pareja hablando
Las relaciones con los demás junto a la propia relación que tenemos con nosotros mismos se ven resentidas cuando siempre estamos ocupados.

Si siempre te mantienes ocupado, cambia esta dinámica y ábrete a otras opciones

En definitiva, si te mantienes ocupado como mecanismo de afrontamiento, le estás dando la espalda a tus necesidades, a las de quienes te rodean y a las situaciones que requiere solución. Por lo mismo, esta no debería ser la única estrategia que emplees. Para cambiar esta dinámica, puedes dar pequeños pasos cada día. Por ejemplo, destinar un tiempo en tu agenda a la reflexión y la introspección, comenzar a buscar momentos en los que puedas analizar cómo te sientes o incluso llevar un diario terapéutico.

Ábrete también a los demás, deja que tus seres cercanos sirvan como soporte emocional y no temas expresarte ni conversar con ellos acerca de tus emociones. Esta es una estrategia de afrontamiento muy útil y positiva. Igualmente, aprende a descansar y haz las paces con el ocio y el silencio; en lugar de considerar esto como una pérdida de tiempo, míralo como una oportunidad para cuidarte y conectar contigo.

No se trata de que te conviertas en una persona sedentaria, perezosa o carente de metas. Se trata de que aprendas a dejar de usar el exterior y la productividad como formas de evadir tu mundo interno. Recuerda que cuanto más te cueste y te incomode entrar en contacto con tus emociones, más necesario es para ti aprender a hacerlo.


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