Ser raro o una minoría, lo más saludable
En una sociedad en la que formar parte de la masa no permite que el ser humano avance racional, emocional y culturalmente, ser parte de una minoría no es un síntoma de fracaso social. Muy al contrario, formar parte de una minoría te hace parte de la sociedad como individuo de una forma autónoma y relevante, algo que la gente que forma parte de “la gran manada” no puede apenas ni plantearse.
Cuando seguir las reglas es perpetuar la injusticia, mantener las tradiciones es cultivar lo obsoleto y socializar es topar frontalmente con un sentimiento de vacío, frenar la marcha y cambiar de dirección no es una locura. Es más, podríamos decir que es un signo de actividad mental y en algunos casos de coherencia entre acciones y pensamientos.
Formar parte de una minoría no es apartarte de la vida de los demás, del mundo. Formar parte de una minoría y ser selectivo con las personas con las que te relacionas es tomar fuerza, perspectiva y determinación, con el objetivo de promover cambios positivos en la sociedad en la que vives.
Los experimentos sobre minorías de Moscovici
Moscovici, Lage y Naffechoux (1969) realizaron un experimento que demostró que bajo determinadas condiciones es posible que una minoría influya sobre el criterio de la mayoría y eso se puede dar gracias a dos factores principales: la consistencia a través del tiempo de sus opiniones y por la unión del grupo alrededor de sus planteamientos.
La tarea consistía en determinar el color y la intensidad luminosa de una serie de diapositivas que en realidad eran todas azules. En la condición de minoría consistente, los cómplices del investigador respondían “verde” en todas las ocasiones, lo cual les hacía ser totalmente consistentes en su opinión. En la condición de “no consistencia” respondían “verde” solo en 24 ocasiones. En la condición de control los sujetos eran todos ingenuos.
Cuando el comportamiento de la minoría es consistente, los sujetos de la mayoría contestaron “verde” un 8,42% de las veces y un 32% mencionó en alguna ocasión el color verde. Esto demuestra que la influencia de la minoría en la mayoría es clara cuando se percibe consistencia y seguridad en su postura.
“Todos los esfuerzos para el progreso, para la iluminación, para la ciencia, con fines religiosos, políticos, y la libertad económica, emanan de la minoría, y no de la masa”
-Emma Goldman-
La historia de las minorías y de los “raritos”: la historia de progreso
Lo que hoy disfrutamos como un derecho o como un adelanto científico fue promovido por personas a las que llamaron brujas, locos, desestabilizadores del orden social o marginados. Las minorías normalmente son el origen de la savia nueva de la que nacen los grandes cambios y que regenera, que se adelanta a sanar un ciclo social que va apuntando síntomas de ocaso.
“En una democracia, la mayoría de los ciudadanos es capaz de ejercer la más cruel represión contra la minoría”
-Edmund Burke-
Desde el campo de la ciencia, el arte o del activismo por una verdadera conciencia social, los “raritos” de este mundo intentan que despertemos y que reflexionemos antes de descartar sus ideas e ignorarlas. Al mismo tiempo, nos hacen mirar alrededor con ilusión, nos hacen creer en la utopía y nos recuerdan que nuestro poder va más allá que el de seguir la inercia que marca el consenso.
Las minorías no imponen, las minorías transforman
La diferencia entre una minoría inquisidora y una minoría transformadora es la motivación que persiguen con el cambio. La primera busca el poder sobre los que considera “los otros” y la segunda busca el poder de transformar la sociedad para que los “suyos” y los “otros” vivan de una mejor forma su vida.
“La menor minoría en la tierra es el individuo. Aquellos que niegan los derechos individuales, no pueden llamarse defensores de las minorías”
-Ayn Rand-
La minoría inquisidora busca imponer sin que tenga lugar un verdadero debate científico y social, busca subyugar al resto por medio de la imposición y nunca de la reflexión. Las minorías transformadoras nunca ganan el pulso de poder de forma aparentemente, porque nunca quieren entrar a formar parte de él. Nadie los erige como héroes, pero la sociedad los necesita.
Así, es importante saber que si te llaman extraño o raro, puedes esconder la llave para solucionar la ignorancia que los demás demuestran. Antes de culparte y deprimirte porque el resto no te entiende, tienes que hacer una gran labor de introspección contigo mismo y entender que defender tu forma de vida es tu forma de estar en el mundo y de inspirar a otros.
Antes de sentirte mal por pertenecer a una minoría, pregúntate que sería de ti por pasar a ser lo contrario. A veces la aceptación del resto, supone el fin de nosotros mismos.