La soledad que nos lleva a coleccionar objetos
Parece que en los tiempos modernos estamos sufriendo una epidemia de soledad. En un mundo cada vez más individualista y competitivo, las conexiones humanas brillan por su ausencia y nos encontramos ante datos tales como los que afirman que, en España, más del 26 % de los hogares son unipersonales.
Pese a que estar solo no es sinónimo de soledad emocional, lo cierto es que somos seres sociales. Y, según parece, esa ausencia de vínculos significativos puede llevar a algunas personas a coleccionar objetos para llenar ese vacío.
Esta es una tendencia en la que la mayoría de las personas nos vemos inmersas. La realidad es que somos cada vez más consumistas y que internet y las nuevas tecnologías facilitan el acceso a la adquisición de bienes desde la comodidad de nuestra casa. Así, en lugar de pasar tiempo de calidad con otras personas y construir y cultivar vínculos sólidos y significativos, pasamos cada vez más tiempo comprando en línea.
Tanto es así que se estima que cerca del 5 % de la población presenta ya comportamientos de compra compulsiva. Sin embargo, no todos nos vemos afectados en igual medida por esta tendencia. Entonces, ¿qué es lo que nos hace más propensos a suplir el afecto y la compañía mediante bienes materiales? Exploramos la respuesta a continuación.
La tendencia a acumular y coleccionar objetos
La predisposición a acaparar y acumular es bastante común en el reino animal. Y el cerebro humano también está programado para hacerlo, especialmente cuando no podemos confiar en que la disponibilidad de provisiones sea segura y regular. En cierto grado, todos disfrutamos teniendo la despensa llena, contando con múltiples prendas de ropa u objetos decorativos. Sin embargo, hay quienes llevan esto al extremo.
Quienes presentan trastorno de acumulación tienden a acaparar objetos de los que no pueden desprenderse, dado que la sola idea de hacerlo les genera una enorme angustia. Bien sea porque sienten que los necesitarán en el futuro o porque les atribuyen un significado emocional, los objetos terminan llenando todo el espacio de sus hogares, terminando por convertirse en una fuente significativa de malestar.
Se ha visto que estas personas generalmente tienen menos relaciones sociales y de peor calidad. Suelen tener dificultades para relacionarse con otros, y utilizan sus posesiones y colecciones como forma de vincularse a un pasado feliz o para hacer frente a esa soledad.
¿Por qué la soledad nos lleva a coleccionar objetos?
Entonces, cabe preguntarse por qué motivo las personas optamos, en ocasiones, por suplir ese vacío social y emocional mediante bienes materiales. Pues bien, un estudio realizado en 2018 puede aportarnos información interesante al respecto:
Antropomorfismo
Una primera respuesta la encontramos en el antropomorfismo; es decir, la tendencia a atribuir características y cualidades humanas a entes no humanos. Tal y como el niño que afirma que su muñeco tiene sentimientos, o como el protagonista en la película Naúfrago se apega a esa pelota a quien llama Wilson.
Las personas que viven en soledad y con una mayor necesidad de afecto y compañía pueden antropomorfizar animales y objetos, y suplir con ellos la carencia del calor que emana del contacto social. Desde recurrir a un peluche como consuelo hasta ponerles nombre a los aparatos tecnológicos, hay muchas formas en que, sin darnos cuenta del todo, atribuimos voluntad, opiniones o emociones a los objetos. Y, según se ha visto, las personas más solitarias lo hacen con mayor frecuencia.
Intolerancia a la angustia
Por otro lado, parece que quienes tienen mayores dificultades para tolerar la angustia son más propensos a adquirir y coleccionar objetos. Esta intolerancia a la angustia se debe a la carencia de mecanismos de afrontamiento adaptativos.
A la hora de afrontar una adversidad, la persona recurre a la culpa o a la rumiación y se siente sobrepasada y emocionalmente muy afectada. Así, los objetos (y su adquisición) resultan reconfortantes ante unas emociones negativas que resultan insoportables e incontrolables.
Apego ansioso
Según parece, la base de las dos anteriores situaciones, así como la tendencia a adquirir y coleccionar objetos de forma excesiva, se encuentra en un estilo de apego ansioso. Las personas con este estilo vinculativo experimentan emociones negativas con mayor frecuencia e intensidad, y se sienten menos capaces de hacerles frente.
Además, suelen tener carencias emocionales y necesidad de conexión y seguridad afectiva, por lo que atribuyen cualidades humanas a los objetos para cubrir esas necesidades sociales insatisfechas. Incluso, encuentran en la compra excesiva y en la acumulación una suerte de sentido de pertenencia que realmente anhelan.
Coleccionar objetos para combatir la soledad
Los hallazgos respecto a esta cuestión sugieren que coleccionar objetos, adquirirlos o apegarse a ellos ayuda a ciertas personas a suplir su falta de conexiones sociales. Por ello, puede ser una ayuda en un momento dado. Sin embargo, esta no puede ser la tónica general y es necesario que la persona reciba apoyo para aprender a construir y sostener vínculos humanos significativos.
Por otro lado, los resultados sugieren que, si deseamos combatir una tendencia a la acumulación excesiva, trabajar el antropomorfismo y la intolerancia a la angustia puede ser un buen punto de partida.
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