Tejer: el poder terapéutico de entrelazar los hilos
Tejer es una actividad ancestral que se conserva intacta aún hoy en día. Aunque durante la mayor parte de la historia de la humanidad ha sido considerada una labor femenina, hoy en día son cada vez más los hombres que también se dedican a este oficio. Por eso no es raro encontrar a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, de los dos géneros, aprendiendo este arte.
Se ha demostrado, a través de diferentes estudios, que esta manualidad tiene efectos terapéuticos para quienes la practican. Tejer desarrolla habilidades motrices, estimula la concentración y genera espacios de relajación y meditación. Adicionalmente, es la base para construir otro tipo de tejido: el tejido social, ya que sirve de elemento vinculante entre personas que realizan una misma actividad en grupo.
“Tejer y destejer la manga del jersey de Penélope a lo largo de los días con un ovillo con el que juega el gato, en eso consiste en el fondo la literatura.”
–Manuel Vicent–
La relación que surge entre los tejedores es tan fuerte que en muchos países ha dado en llamarse “lana-terapia”. Estos grupos de personas se reúnen a tejer para crear, para aprender sobre técnicas, materiales, tipos de tejidos y patrones. Pero también para desestresarse, tejer historias, compartir experiencias y sonreírle a la vida.
El acto de tejer mejora nuestro estado de ánimo
Tejer es una labor que podemos ejecutar en cualquier parte. Si la realizamos en soledad, simultáneamente ingresamos en un estado de introspección, reflexionamos, meditamos sobre nuestros pensamientos más profundos y lo disfrutamos. Si realizamos esta actividad en grupo, nos relacionamos, hacemos nuevas amistades y fomentamos la sociabilidad. En cualquiera de los dos casos nuestro cerebro libera endorfinas, las cuales nos relajan y generan una sensación de bienestar.
Estudios en neurociencia concluyen que la acción de tejer mejora significativamente la coordinación cerebral y la concentración. Añaden que ambas aumentan en la medida en que se incrementa el grado de complejidad del tejido. Adicionalmente, esta actividad contribuye de manera reveladora en personas con problemas de motricidad o discapacidad.
El ejercicio de tejer mejora nuestra motricidad. Es útil para personas que sufren algún tipo de discapacidad como resultado de una lesión, una cirugía o como consecuencia de una enfermedad como artrosis, artritis o síndrome de túnel metacarpiano.
En estos casos si no elimina por completo el dolor, aunque sí lo disminuye de manera importante. Por otro lado, en los niños desarrolla la motricidad fina, lo que trae como consecuencia el incremento de habilidades manuales y una apreciable mejora en su escritura.
Tejer relaja y reduce el estrés. En una época tan convulsionada como la actual, en donde nunca hay tiempo para lo realmente importante, realizar esta actividad viene siendo como un proceso de re-ingeniería con beneficios para la salud mental.
Cuando tejemos, los niveles de ansiedad o de angustia disminuyen ostensiblemente y sin tener que acudir a medicamentos que nos reduzcan esos niveles y que al tiempo lesionan seriamente nuestro organismo.
Tejer estimula la creatividad
Cualquier actividad de carácter manual redunda de manera positiva en el área psicológica. Son prácticas que estimulan tanto la creatividad como la imaginación. En el caso del tejido, significa ingresar en un universo de sensaciones: la textura, el color, el olor, la suavidad y tibieza de la lana ejerce una influencia positiva en nuestra mente. Por esta razón es que durante el desarrollo de esta actividad se pueden superar pérdidas y resolver problemas.
Tejer no es un simple pasatiempo, implica ponerse metas y alcanzar objetivos. Cada logro alcanzado, por insignificante que parezca, resulta gratificante. Lo que viene después solo nos puede generar placer, como cuando le regalamos a un familiar o a alguien cercano a nuestros afectos lo que hemos elaborado.
En lo que damos esta nuestro tiempo invertido, nuestro arte, nuestra creatividad y nuestros sentimientos entretejidos en cada centímetro de la urdimbre.
En un estudio realizado recientemente, se encontró que actualmente hay más de treinta y cinco millones de personas con demencia en el mundo. Se estima que para el año 2050 este número se triplique. Los científicos de diversas áreas recomiendan realizar actividades manuales como el tejido para combatir la aparición de esta condición debilitante.
Hay algo en el tejido que nos lleva a pensar que lo que necesitamos hacer es posible, incluso si se trata de algo difícil, es entonces cuando esa sensación de tiempo desaparece. Nos olvidamos de nosotros mismos y sentimos que hacemos parte de algo mucho más grande. En esta fluidez de la mente es que descansa en gran medida el secreto de la felicidad.
Imágenes cortesía de Sanna´s Knit