La teoría tripartita de la deshonestidad
En esta época de trolls, bots e impostores digitales, la teoría tripartita de la deshonestidad adquiere trascendencia. Esa conducta definida por la mentira, la falta de respeto y el egoísmo habita en muchas de nuestras esferas sociales. No sabemos muy bien qué la motiva, pero hay una hipótesis muy probable: quien se inicia en esta escalada rara vez se detiene.
Las personas definidas por este rasgo de personalidad evidencian una clara falta de conciencia psicosocial. No empatizan y su objetivo es siempre instrumental: intentan obtener algo a cambio. Buscan una ganancia.
Ahora bien, otra característica singular del perfil deshonesto es obtener estatus o reconocimiento. Hay hombres y mujeres que habitan en las altas esferas que han llegado hasta allí mediante estrategias poco honestas. Sucede lo mismo en algunos medios digitales y en quienes acumulan miles de seguidores: la verdad carece de importancia cuando lo que se quiere es obtener likes y autoridad en los medios.
Todos nos hemos tropezado con algún individuo marcado por esta característica, la del discurso deshonesto y la falta de moralidad. Comprender qué hay detrás de ellos nos permitirá defendernos mucho mejor.
¿En qué consiste la teoría tripartita de la deshonestidad?
¿Qué hace que unas personas sean respetuosas y empáticas mientras otras parecen situarse en un polo opuesto? Podríamos hablar de la educación recibida y el contexto social donde esas personas se hayan educado. Sin embargo, aparecen también variables psicológicas y morales muy interesantes que pueden sumarse a esos factores relativos a la crianza.
Una investigación de la Universidad abierta de Reino Unido destaca que puede llegar a ser muy complejo explicar la falta de honestidad es la conducta. No define únicamente a la persona que dice una cosa y piensa lo contraria. Es algo más que practicar el engaño, que hacer de la mentira su estrategia para lograr algo. Hay también un rasgo de maldad inherente.
Esto último se explica también por la conocida teoría tripartita de la deshonestidad, definida por el doctor Christian L. Hart de la Universidad de Texas. Este enfoque nos permite entender las motivaciones por las que alguien puede llegar a cruzar esa línea tan decisiva entre el comportamiento prosocial y el agresivo.
Cuando mentir se convierte en una estrategia útil
Hay quien descubre desde edades tempranas que mentir es una estrategia beneficiosa. Ya en la niñez recurren a mentiras básicas, pero a medida que crecen, el engaño se alzará como un medio de subsistencia. Lo es porque reporta beneficios y, aunque en ocasiones dicha conducta traiga consecuencias, los beneficios superan a los costes.
De este modo, la teoría tripartita de la deshonestidad nos dice que, en el momento en que alguien descubre que la mentira trae consigo un resultado deseable que la honestidad no ofrece, deriva en más conductas adversas. Asimismo, es importante señalar aquí que los mentirosos patológicos no entran en este perfil.
El mentiroso compulsivo miente sin necesidad de obtener nada a cambio. Lo hace sin control ni sentido. El deshonesto siempre busca alguna ventaja a cambio.
Sentir la seguridad de que van a salirse con la suya sin ser castigados
La familia, los profesores y la sociedad nos inoculan desde niños la idea de que mentir no es lícito. Al fin y al cabo, la honestidad es un valor que promueve la convivencia y la conducta prosocial. Es un rasgo deseable que promover en nuestros hijos desde edades tempranas y esto nos insta a enseñarles que toda falsedad trae una consecuencia.
Ahora bien, hay personas que han hecho de la mentira y la falta del respeto ajeno su medio de vida. El hecho de que alguien actúe de manera deshonesta y pase desapercibido, sin reprobación ni castigo alguno, eleva la probabilidad de que repita dicho comportamiento.
Es más, en ocasiones, aun habiendo recibido alguna amonestación por su deshonestidad, lo procesan como aceptable. No lo temen y sopesan nuevamente que los beneficios superan a los riesgos.
La conciencia que permite ser deshonesto
Cuando mentir es útil y además no se percibe represalia alguna por esa conducta irrespetuosa, la persona lo convierte en su estilo de vida. Sin embargo, la teoría tripartita de la deshonestidad señala una variable más decisiva. Hay personas que no tienen ningún cargo de conciencia cuando engañan, manipulan o extorsionan.
Sus mentes justifican de manera ética su conducta deshonesta. El peso de la culpa no solo es liviano, sino que no existe. El arrepentimiento por los agravios cometidos está ausente. No hay malestar, sino anhelo por seguir mintiendo para obtener mayores beneficios. Porque quien hace del engaño y la agresión social su forma de vida, carece de empatía y conciencia, y esto es lo que marca la diferencia del resto de personas.
Tampoco podemos obviar el hecho de que el perfil deshonesto está conformado por infinidad de sesgos cognitivos. Ejemplo de ello es decirse que mentir es lícito cuando uno obtiene algo a cambio o que su comportamiento es rasgo de una elevada inteligencia.
Para concluir, pocas presencias sibilinas generan tantos conflictos y problemáticas como este tipo de personas. Comprender su anatomía psicológica nos puede permitir entenderlos y manejarlos mejor.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Barber, A. Lying, Misleading, and Dishonesty. J Ethics 24, 141–164 (2020). https://doi.org/10.1007/s10892-019-09314-1
- Dike CC, Baranoski M, Griffith EE. Pathological lying revisited. J Am Acad Psychiatry Law. 2005;33(3):342-9. PMID: 16186198.