¿Por qué a todos nos gusta que nos cuenten historias?
Las buenas historias tiene el poder de causar un terremoto en tu interior. Te generan un doble movimiento interno. Por un lado te hacen ver una realidad, aparentemente ordinaria, como algo especial. Por otro lado, te originan una sensación de reencuentro con algo genuino que estaba en alguna parte de ti. En otras palabras, te hacen tomar distancia de la realidad y, a la vez, reencontrarte con ella.
A la mayoría de nosotros nos encanta que nos cuenten historias. En su forma más básica, las encontramos en los chismes. A fulanito le sucedió esto o a zutanito aquello. En mayor o menor medida nos interesamos por las historias de los demás, por lo que les sucede y cómo se desenvuelve en el tiempo.
“La historia es la novela de los hechos, y la novela es la historia de los sentimientos”.
-Claude Adrien Helvétius-
La publicidad actual también se vale de las historias para hacernos llegar su mensaje. El grueso de los anuncios y los comerciales intentan eso: contar una historia. Sintetizan una trama, un conflicto y convierten a la mercancía en el protagonista. ¿Por qué hacen eso? Simplemente porque casi todos adoramos las historias.
En su forma más elaborada, las grandes historias están en las expresiones más acabadas del arte. En el cine, en la pintura, en la ópera, en la música, en la literatura, etc. Tienen un nivel más elevado porque casi siempre son fruto de años de reflexión y de trabajo. Su propósito no es vender o satisfacer el morbo del chisme, sino revelar algún aspecto de la condición humana.
Las historias nos confortan y nos transforman
Había una vez un niño con una gran quemadura en su rostro. A los dos años hubo un incendio en la casa. Su madre logró ponerlo a salvo, pero no pudo evitar que su piel frágil se quemara. Los médicos no pueden intervenirlo todavía. Necesitan que madure más y tampoco están seguros de poder ayudarlo, porque la quemadura fue profunda. El niño va a la escuela, pero los demás lo miran con temor y le rehúyen. El niño se ha vuelto muy triste y, a veces, agresivo.
Un día la maestra se sienta con él y le lee el cuento del “Patito feo”. El niño la escucha con una atención inusual. Al final, él es otro. La maestra le pregunta por lo que entendió y él solo habla de los patitos. Es pequeño. Todavía no entiende que los patitos son solo una excusa. En realidad, lo que aprendió, sin darse cuenta, es que lo que es bello o no está en constante transformación. Que a veces no es el individuo, sino el grupo el que está equivocado. Que quizás para algunas personas no seas lindo, pero que sí lo eres, y mucho, para otras. Que hay esperanza en el tiempo.
Todos somos un poco como ese niño. A veces encontramos historias en donde nuestras propias “monstruosidades” son indultadas o redefinidas en su sentido. Una narración bien pensada y bien dicha logra liberarnos, darnos luz, consolarnos. Nunca somos los mismos después de habernos encontrado a través de una historia.
La vida es una historia que se está escribiendo
Lo que hacen las historias es enseñarnos a vivir. Nos permiten experimentar en cuerpo ajeno lo que seríamos o sentiríamos en determinadas circunstancias. Nos liberan de nosotros mismos y nos llevan a ver el mundo desde los ojos de otros. De hecho, un estudio llevado a cabo por las universidades de Princeton y Yale terminó por enumerar las enormes potencialidades de las historias. Estas son algunas de ellas:
- Cuando nos cuentan una historia se activan las zonas cerebrales que se activarían si nosotros mismos estuviéramos viviendo esos hechos.
- Una descripción detallada de las emociones de los personajes, nos inducen a sentir lo mismo.
- Los relatos echan raíces en la mente de las personas. Se recuerdan incluso décadas después, cuando se han olvidado otros datos.
- El 65% de las conversaciones de la gente giran alrededor de historias que cuentan los involucrados en el diálogo.
- “Las historias son informaciones con alma” porque llegan directamente al corazón y establecen vínculos íntimos entre las personas y los personajes.
- Las historias nos ubican en un territorio intermedio entre la magia y la realidad, que enriquece profundamente nuestras emociones y nuestra vida
- Se comprobó que todo mensaje es mucho más eficaz si se transmite a través de una historia.
Los seres humanos siempre estamos buscándonos a nosotros mismos. Sospechamos que en nuestro interior también habitan los héroes, los villanos y los exploradores que nos encontramos en las historias que nos cuentan. Las buenas historias le aportan una poética genuina a la existencia. Nos permiten crecer, sentirnos más unidos con los demás seres humanos, superar tristezas y encontrar el comienzo de nuevos caminos que podemos seguir.