Trastorno de ansiedad generalizada en niños: ¿en qué consiste?
El trastorno de ansiedad generalizada en niños es una de las condiciones clínicas más prevalentes en la población infantil. Así, y aunque la aparición de miedos y preocupaciones en los más pequeños es algo habitual en estas edades, algunos llegan a situaciones extremas muy invalidantes. Toda esta compleja realidad acaba afectando de manera directa a su calidad de vida.
Resulta llamativo cómo sobre los cuatro y cinco años ya nos encontramos con una parte de la población pediátrica evidenciando este trastorno. Por lo general, los padres no suelen dar al principio demasiada importancia a esos miedos e inquietudes de sus hijos. Asumen que esa aprensión general es típico su maduración y que con el tiempo dichas inseguridades se irán limando.
Sin embargo, la ansiedad que no se atiende en la infancia les acompaña en la adolescencia y la edad adulta. Tarde o temprano aparecen los trastornos depresivos. Por otro lado, no podemos descuidar cómo este trastorno afecta a su vida social, su rendimiento académico y a la formación de su personalidad. Lo analizamos.
El trastorno de ansiedad generalizada suelen tener su inicio en la primera infancia. Una detección temprana podría evitar el llegar a la edad adulta con este problema de salud mental tan prevalente en la población
Incidencia del trastorno de ansiedad generalizada en niños
Sabemos que entre el 15 y el 20% de la población infantil y juvenil (3-18 años) padece ansiedad, siendo los datos más elevados a medida que se llega a la adolescencia. Ahora bien, cuando hablamos en concreto del trastorno de la ansiedad generalizada sabemos que la prevalencia está en el 3 %.
Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans inciden en que hay niños muy pequeños sufriendo de manera temprana este trastorno. Así, es muy posible que a los 5 años ya demuestren ciertas conductas ansiosas, pero no es hasta que llegan a primaria cuando reciben el diagnóstico de ansiedad generalizada.
Asimismo, es importante realizar siempre un diagnóstico correcto. En muchos casos podemos encontrarnos con pequeños con ansiedad por separación o fobias. Son realidades clínicas que pueden desaparecer con el tiempo, sin embargo, la ansiedad generalizada tiende a cronificarse.
¿Qué síntomas presenta?
El trastorno de ansiedad en niños presenta una sintomatología diferente a la de los adultos. Esto nos obliga, sin duda, a estar pendientes de manifestaciones muy particulares y que a menudo pueden confundirse con otras realidades.
Así, un primer aspecto que debemos considerar es que los pequeños tienden a somatizar —convertir los problemas psíquicos en síntomas orgánicos—. Veamos por tanto cómo suele manifestarse esta condición clínica.
- Elevada preocupación por aspectos insignificantes.
- Preguntas continuadas sobre eventos negativos que podrían suceder en un futuro.
- Inseguridades y miedos persistentes sobre cosas que les podrían suceder a ellos o sus padres.
- Negativa a realizar actividades comunes (jugar en la calle, ir al colegio, a la piscina, ir de excursión, a quedarse a dormir en otras casas…) por angustia, inseguridad y temor a lo que pueda pasarles.
- Problemas para concentrarse.
- Molestias digestivas (dolor de estómago, náuseas…).
- Alteraciones intestinales como diarrea.
- Alteraciones del descanso nocturno
- Cefaleas y mareos.
- Necesidad persistente por ir al baño a orinar.
- Sensación de tener un nudo en la garganta y no poder tragar.
- Cansancio extremo.
- Por término medio, son niños que buscan la cercanía y la protección de los adultos.
- Suelen ser pequeños irritables, que se enfadan muy rápido y tienen poca paciencia.
¿Cómo se diagnostica?
Para evaluar la presencia del trastorno de ansiedad generalizada en niños contamos con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). No obstante, el profesional sanitario deberá valorar una serie de aspectos alrededor de la vida del niño. Son los siguientes:
- Inicio y desarrollo de los síntomas.
- Evaluación de la ansiedad (¿es generalizada o surge a raíz de unos estímulos determinados?).
- Impacto de los síntomas en la vida diaria.
- Averiguar posibles estresores psicobiosociales (¿ocurre algo en la vida del niño para que aparezcan esas reacciones?).
- Posible comorbilidad de otras realidades clínicas (depresión, TDAH, fobias…).
- Historia evolutiva del pequeño.
- Historia familiar.
- Informes escolares.
- Informes médicos.
- Entrevista con el niño, observación de la conducta, pruebas diagnósticas...
¿Cuál es la causa del trastorno de ansiedad generalizada en niños?
En la actualidad, aún no está claro cuál es la causa concreta que determina la aparición del trastorno de ansiedad generalizada en niños. Valoramos eso sí, una causalidad múltiple en la cual, se pueden combinar factores genéticos con los ambientales.
Lo analizamos.
Factores genéticos
Estudios como los realizados en la Unidad de Psicología Clínica, de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos nos señala algo destacable. Se cree que el trastorno de ansiedad generalizada en niños es hereditario. Ahora bien, a pesar de que la genética puede determinar en un 30 % el desarrollo de esta condición si la sufren los padres, hay otro hecho.
Muchas veces en los propios hogares tiende a modelarse un patrón de conducta muy concreto. Nos referimos a ese en el que los niños tienden a internalizar las conductas y reacciones de sus padres. La preocupación excesiva, el reaccionar de manera sobredimensionada ante las cosas, así como los miedos, pueden transmitirse de unos a otros.
Traumas tempranos
Una de las causas más comunes que pueden explicar el trastorno de ansiedad generalizada son los traumas psicológicos. Los maltratos o el abandono parental traza una herida emocional profunda que se transforma muchas veces en problemas de ansiedad.
Los niños que lidian contra un trastorno de ansiedad generalizada pueden ser a veces muy callados y tímidos o bien evidenciar constantes rabietas. Debemos ser sensibles ante estas realidades para saber qué hay detrás.
Terapia y tratamiento para la ansiedad generalizada en niños
Una vez se le diagnostica a un niño un trastorno de ansiedad generalizada, debemos entender que el modo de afrontarlo y tratarlo debe ser multidisciplinar. Hay que hacer uso de varios enfoques para facilitar ese avance en la mejora de la calidad de vida del pequeño. Por ello, es adecuado tener en cuenta las siguientes variables.
Terapia psicológica
La terapia cognitiva-conductual para el tratamiento de la ansiedad infantil sigue siendo la más efectiva. Cada enfoque psicológico partirá siempre de la edad del niño o adolescente, pero en estos casos la psicoterapia le ayudará a realizar cambios como los siguientes:
- Desarrollar un diálogo interno positivo.
- Manejar los miedos y desarrollar pensamientos más saludables.
- Comprender y manejar las emociones.
- Desarrollar técnicas de relajación.
- Mejorar las habilidades de afrontamiento ante el malestar y la preocupación.
- Desarrollar mejores habilidades sociales y una buena autoestima.
Por otro lado, también es importante que los padres formen parte de la terapia para ayudar al niño en cada momento y comprender mucho mejor su realidad.
Enfoque farmacológico
En la actualidad, la ansiedad infantil también puede necesitar en algún caso de tratamiento farmacológico. En estos casos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) suelen ser los más utilizados, efectivos y con menos efectos secundarios.
Ser más sensibles a las necesidad de los niños
Los trastornos de ansiedad son cada vez más prevalentes en la población infantil. Además de la ansiedad generalizada, podemos ver trastornos de pánico, fobias, ansiedad por separación, etc. Si bien es cierto que existen factores biológicos que explicarían la aparición de estas condiciones clínicas, la causa más evidente reside en los factores psicosociales. Los eventos del entorno, los cambios y determinadas dinámicas familiares son las que determinan en muchos casos estas situaciones.
La detección temprana, el apoyo de los buenos profesionales y la cercanía de los progenitores en cada instante, garantizarán sin duda el buen avance terapéutico. Como padres, madres y educadores, es necesario ser más sensibles a las necesidades de los más pequeños.
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