Trastornos mentales que se repiten en la familia: ¿herencia o educación?
En el árbol genealógico de muchas familias podemos identificar un trastorno mental que se repite. En algunos casos, se trata de una misma patología, en otros de enfermedades diferentes. Sin embargo, es casi inevitable preguntarnos por el porqué de dicha “casualidad”. ¿Tienen acaso una genética específica? ¿Están el ambiente familiar y los patrones educativos en el origen de los trastornos mentales que se repiten?
Esta es una cuestión que ha interesado a la ciencia desde hace décadas y sobre la que se ha realizado una importante investigación. Por el momento, los hallazgos apuntan a una misma dirección: es la combinación entre herencia y educación la que da lugar a la aparición de los trastornos. Pero, ¿de qué formas?
¿Las enfermedades mentales son hereditarias?
Los factores genéticos juegan un papel importante en la aparición de los trastornos mentales. De hecho, determinados cuadros clínicos parecen tener una carga genética considerable, por lo que es fácil que se manifiesten en varios miembros de una misma familia.
Según algunos estudios, dichas personas presentan (y heredan) una arquitectura genómica que las predispone a sufrir una enfermedad mental. Así, se han conseguido identificar algunas mutaciones o alteraciones genéticas que serían las responsables de esos trastornos mentales compartidos.
Ahora bien, es importante destacar varios aspectos:
- La herencia genética no es determinante. Por ejemplo, se ha encontrado que en la población general el riesgo de sufrir esquizofrenia es del 1 % y este aumenta al 6-10 % o al 50 % si se tienen uno o ambos padres con el trastorno, respectivamente. Así, pese a que aumenten las probabilidades, es muy posible que la persona nunca llegue a desarrollar la enfermedad.
- No se heredan enfermedades, se heredan predisposiciones. Esto no solo quiere decir que la genética no es determinante, sino que además la persona no tiene por qué desarrollar el mismo trastorno que sus familiares. Puede desarrollar una variante mucho más leve o incluso un trastorno diferente. Por ejemplo, en una familia con predisposición a la ansiedad, uno de los miembros puede tener trastorno de ansiedad generalizada y otro, fobia social.
La influencia del ambiente y la educación en los trastornos mentales que se repiten en la familia
Si consideramos que la herencia genética no es un condicionante definitivo para desarrollar un trastorno mental, hemos de poner la vista en el ambiente y la educación.
El entorno y las circunstancias en las que crecemos juegan un papel crucial; así, los trastornos mentales que se repiten en la familia están influidos por los siguientes procesos:
Epigenética
Genes y ambientes interaccionan de una forma más estrecha y relevante de lo que podemos pensar, y lo hacen principalmente a través de la epigenética. Este mecanismo regula la expresión de los genes, de forma que la información contenida en el ADN del individuo se traduce en función de las experiencias con el entorno.
La epigénetica afecta a la forma en que la persona reacciona a los factores ambientales; influyendo así en la probabilidad de que desarrolle un trastorno mental a consecuencia de ello.
Los hallazgos más sorprendentes al respecto provienen de estudios realizados con pares de gemelos en los que solo uno de ellos presenta el trastorno mental; de este modo, desechando cualquier causa genética, se concluye que la epigénetica es la responsable de la presencia o ausencia de la enfermedad.
Vínculo de apego
El vínculo que se establece con los cuidadores principales durante la infancia puede actuar como factor de riesgo o de protección ante el desarrollo de trastornos mentales. Así, es menor el riesgo en el infante que establece un apego seguro y disfruta de tener cubiertas sus necesidades básicas a todos los niveles.
Por el contrario, aquellos niños que son víctimas de negligencia, de abuso o de cuidadores indiferentes o ambivalentes son más vulnerables frente a los posibles agentes disparadores de un trastorno mental. Así, estas experiencias vinculares tempranas pueden contrarrestar en cierta medida la predisposición genética al trastorno o, por el contrario, exacerbarla.
Modelado
Por otra parte, hemos de recordar que los progenitores son los primeros referentes para un niño. De ellos aprende a pensar, a sentir, a comportarse y a interpretar el mundo. Así, si uno de los padres (o ambos) presentan un trastorno mental, es probable que ofrezcan un modelo inadecuado que sea asumido por el pequeño.
Quizá aprenda a percibir o atender con más enfoque a los aspectos negativos de la realidad (lo cual es un factor de riesgo para la depresión); o tal vez aprenda a ser excesivamente vigilante, cauteloso y temeroso (factores asociados con los trastornos de ansiedad).
Al ver a sus personas más cercanas reaccionar, gestionar sus sentimientos y desenvolverse en el mundo, el niño asume esos patrones como propios; y, si no son los más apropiados, pueden perjudicar su bienestar mental a corto y a largo plazo.
Por ejemplo, un padre con escasas habilidades sociales o con pobres estrategias de afrontamiento es esto lo único que podrá mostrar a su descendencia. Así, probablemente las dificultades que él mismo experimenta se repitan en sus hijos.
Experiencias vitales
Por último, incluso si se recibe la mejor crianza y los mejores cuidados, hay eventos vitales que pueden desencadenar la aparición de un trastorno psicológico.
Por ejemplo, la pérdida de un familiar cercano, ser víctima de abusos o de acoso escolar, sufrir dificultades socioeconómicas o enfrentar un gran estrés durante la infancia son factores de riesgo.
Trastornos mentales que se repiten en la familia: actuar y prevenir
Cuando hay trastornos mentales que se repiten en la familia, es probable que esto cause preocupación de cara a tener hijos: “¿les transmitiré esta patología?”. En realidad, no podemos controlar la herencia genética (aunque afortunadamente esta no resulta determinante), pero sí su expresión y la forma en que contribuye el ambiente.
Así, es importante procurar eliminar los factores de riesgo y potenciar los de protección; ofrecer vínculos seguros, entornos de crianza amorosos y respetuosos y educar en inteligencia y gestión emocional. Ya que es la interacción entre herencia y ambiente lo que determina la salud mental, contribuyamos positivamente en la medida de las posibilidades.
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