¿Por qué una cena especial ayuda a resolver conflictos interpersonales?
A través de una cena se han consolidado infinidad de relaciones amorosas, tratados de paz y hasta la consagración del hijo de Dios en el cristianismo. La mayoría de los momentos especiales se conmemoran o se celebran en una mesa y alrededor de la comida. Así se cierran negocios, se declaran amores y e solucionan conflictos.
En los seres humanos la comida tiene un valor simbólico muy alto. No por nada en casi todas las culturas se han inventado “platillos” que exigen hasta tres días, o más, para su preparación.
Las personas no comemos solamente para nutrirnos. Al ingerir los alimentos también participamos de un paisaje, de una cultura y de una forma de relacionarnos con los demás.
“Nuestras vidas no están en manos de los dioses, sino en manos de nuestros cocineros”.
-Lin Yutang-
Entre las tres comidas usuales que hay en el día, la cena ha adquirido un significado especial. Tiene un toque más sofisticado y mágico. Como se come en la oscuridad, la cena se puede dar alrededor de las velas o del fuego. Muestra un cierto halo festivo, de ocasión diferente y, a la vez, de mayor trascendencia.
Una cena lo dice todo
Basta con observar cómo es la cena en una familia para detectar cómo son sus relaciones internas. ¿Comen juntos o por separado? ¿Comen lo mismo o no? ¿Algún miembro de la familia se retira para comer solo? ¿Hay conversación? ¿Se ve la televisión? ¿Se apaga el móvil? Son pistas que permiten deducir cercanías y alejamientos, encuentros y desencuentros.
Comer en grupo y en torno a ciertos rituales es un atributo exclusivamente humano. La propia palabra “compañero” viene del latín “cum panis” que significa “aquel con quien comparto mi pan”. Comer con otros es un signo de paz y de concordia.
No se come con los enemigos, sino con quien hay lazos de interés o agrado. El hombre es el único animal que no le arrebata la comida a los otros, sino que puede comer serenamente con sus pares.
El profesor Jesús Contreras, maestro de Antropología Social en la Universidad de Barcelona, dice que en todas las culturas “se cocina para y se come con”.
Esto quiere decir que desde que se preparan los alimentos hay una intencionalidad. Quien cocina demuestra una actitud hacia sus comensales. Al mismo tiempo, al comer siempre están involucrados los demás, pues lo que llega a tu mesa lo hace después de una cadena de acciones de diferentes seres humanos.
El conflicto y una cena especial
Cuando preparas una cena especial para alguien, de un modo u otro, comienzan a sobrar las palabras. Ese solo hecho exalta al destinatario de ese pequeño homenaje. Expresa abiertamente un deseo de agradar y de dar importancia al otro. Se trata de un lindo regalo para quien lo recibe y un acto de nobleza para quien lo ofrece.
Ya hay un vínculo positivo en el solo hecho de cocinar algo especial para alguien. Y este gesto da origen a una predisposición positiva en ambas partes. Sobre todo porque lo que se comparte es un placer. No es la comida habitual y por lo tanto, otorga el plus de lo inusual, de lo diferente.
Hay una inclinación a estar tranquilo porque difícilmente a alguien no le gusta “comer en paz”. Lo usual es que el estado de ánimo inicial en una cena especial sea el de tranquilidad, alegría y expectativas positivas.
Buscando la armonía
Una cena especial se puede convertir en el espacio ideal para limar asperezas e incluso para resolver conflictos. De base hay una actitud positiva, en la mayoría de los casos. Y ese punto de partida es ideal para conversar tranquilamente (y también afectivamente) sobre algún desacuerdo que se pretenda resolver.
Esto aplica para todo tipo de vínculos: entre parejas, entre padres e hijos, entre amigos o entre compañeros. Aunque no todos los problemas se pueden tratar a lo largo de la cena. De hecho, hay conflictos de los que es mejor no hablar en esos momentos.
Pero lo que sí sucede es que este evento fortalece los vínculos, incrementa la confianza, la buena disposición y la intimidad. Esto ya es de por sí un terreno abonado para suavizar las diferencias y unirse en el objetivo de resolver algún problema. Si tienes un conflicto que no has zanjado con alguien, ¿por qué no lo intentas de este modo?