Vidas rotas
“Vamos a venderte al mejor postor y harás exactamente lo que él quiera que hagas. No me importa quién seas, de quién seas hijo o hija, padre o madre, hermano o hermana… Tú y tu cuerpo son, a partir de ahora, marionetas del mal y contigo haremos lo que queramos. Será devastador para ti pero yo me haré rico, eso es lo que me importa. A partir de ahora estás bajo mis órdenes.
Ni siquiera voy a presentarte a tu nuevo dueño, vas a obedecer y punto. Si quiere que te desnudes, te desnudarás; si quiere obligarte a mantener relaciones sexuales, accederás; si quiere que trabajes en el campo o en cualquier otro sector, lo harás; y no vas a protestar porque es la única forma de que obtengas una ración de sopa que te mantenga con vida.
Lo mejor de todo para ti es que no pienses porque no tienes escapatoria y llegarás a sentir que naciste para ser humillado. A algunos de tus compradores les importará tu color de piel, a otros tu color de pelo, a otros tu constitución física, tu sexo y/o tu edad. En cualquier caso te robaremos tu identidad, tú ya no eres nadie, solo mercancía. Di adiós a tu libertad.
Puede que no conozcas otra vida y que desde tu infancia vayas de mercado en mercado, atenazado por ojos que te observan como si tuvieras un código de barras. Desde que te capturamos habrás observado que sois muchos los que estáis y que sois de diferente tamaño, orden y condición. En la variedad está el gusto de nuestros clientes.
Observa bien a estas personas porque es probable que mañana alguno de vosotros ya no esté aquí. Obsérvalas bien porque ahora te voy a explicar lo que os espera a los que sobreviváis…
La mitad seréis violados y torturados violentamente, a otros os aterrorizarán con las amenazas más crueles y os encerrarán en pequeñas habitaciones con objeto de dañaros; además trabajaréis de sol a sol, todos los días a la semana, en las condiciones más duras que os podáis imaginar. No soñéis con el descanso porque no está hecho para vosotros.
Es probable que os dañen, amputen partes de vuestro cuerpo, os golpeen con dureza y queráis suicidaros. No vais a contar con atención médica de ningún tipo, no nos resultaría rentable; además, nosotros queremos ganar dinero, da igual que vuestras vidas estén en juego.
Viviréis con el terror que cada minuto de esta vida os supone. Seréis marionetas mutiladas, muñecos rotos por la trata, la esclavitud que nunca se abolió. Vivimos del mal que te hacemos y no pagamos aduanas.
Yo sentencio tu vida al sufrimiento, a no ser libre, a ser torturado y explotado y procuro que tu cadena sea perpetua. Tenemos duros enemigos, a veces nos debilitan y consigues liberarte pero todavía somos muy fuertes.“
Y ahora nos dirigimos a ti, que lees estas palabras, queremos decirte que también te pueden convertir desde el mal en su marioneta. Tus hermanos, hijos, amigos, tú mismo y el resto de tu familia podéis ser víctimas de la trata de seres humanos. En realidad, ser martirizados por este horror es algo aleatorio y ascienden a 27 millones las personas que lo sufren cada día en su propia piel.
Llamemos a la prostitución, a la esclavitud laboral y a la explotación sexual por su nombre y seamos conscientes de esta realidad. Alcemos nuestras voces por sus gargantas ahogadas, por sus cuerpos maltrechos y sus almas atormentadas. Luchemos desde fuera, desde donde tenemos recursos para hacerlo, y protejamos a los más vulnerables de ser capturados por las mafias y los demonios que se lucran con vidas.
Imagen cortesía de Larissa Kulik