3 delatores corporales de la mentira

3 delatores corporales de la mentira
Fátima Servián Franco

Escrito y verificado por la psicóloga Fátima Servián Franco.

Última actualización: 02 diciembre, 2021

Es evidente que la simulación, el engaño y la mentira forman parte de la naturaleza humana y están presentes tanto en la vida personal como en la vida social. Las formas humanas de comunicación se apoyan en un juego de roles donde se entremezcla lo que la persona es con lo que aparenta ser, la realidad con la imagen, la función de autor con la de actor.

Hay dos formas fundamentales de mentir. Una, ocultando y reteniendo información, sin decir en realidad nada que falte a la verdad. Otra, falseando, no solo reteniendo la información verdadera, sino presentando información falsa como si fuera cierta. Las ventajas de la ocultación pueden ser desde conseguir un propósito hasta la manipulación.

El engaño a los demás casi siempre tiene sus raíces en el engaño a nosotros mismos

Indicadores corporales de la mentira

La Psicología de la Comunicación establece que el 50% de los mensajes emitidos o recibidos son no verbales. Solo una parte puede controlarse voluntariamente y normalmente son señales que ignora el que comunica, pero no el que está recibiendo el mensaje.

mujer con máscara simbolizando la mentira

A través de estas señales podemos conocer los sentimientos y actitudes de las otras personas, si se intentan esconder o si hay incongruencias entre el mensaje hablado y el no hablado.

Los indicadores de la simulación se utilizan para descubrir la mentira y el engaño. A nivel científico se alude a los siguientes indicadores:

Del rostro

Las expresiones faciales de larga  duración suelen ser falsas. Así, al estar pensando más en lo que se está diciendo -para que resulte convincente- sobreactuamos la expresión facial.

En cuanto a la sonrisa, esta es falsa cuando no es acompañada por los musculos orbiculares de los párpados, abarcando solo la parte inferior de la cara. Por último, respecto al parpadeo, el aumento de su frecuencia valida la emoción que acompaña a nuestras palabras.

Del cuerpo

Hombre qeu se rasca la cabeza mientras piensa una mentira

Los emblemas corporales son acciones que tratan de enfatizar lo que se está diciendo y pueden ser manipulados voluntariamente, con movimientos en los que una parte del cuerpo masajea, rasca, agarra o acomoda otra parte del cuerpo.

Hay dos formas de determinar si un emblema es un desliz que revela información oculta:

  • Solo se ejecuta un fragmento del emblema y no la acción completa, por ejemplo: encogimiento de hombros.
  • El emblema se ejecuta fuera de la posición de presentación del individuo ante el otro.

La voz

Los indicios más comunes de engaño son pausas demasiado largas o frecuentes, vacilar al empezar a hablar, errores que no llegan a formar palabras, interjecciones, repeticiones y palabras parciales.

Todas las mentiras tienen sus correlatos fisiológicos

¿Cómo detectar la mentira?

El mentiroso piensa más en lo que dice y menos en su comunicación no verbal. Es más fácil controlar las palabras que las expresiones y micro-expresiones de la emoción. 

Hombre nervioso tras decir una mentira

Hay tres razones principales por las que la conducta no verbal puede revelar el engaño. De manera resumida son estas:

  • Mentir provoca estrés, miedo y esfuerzo que se traducen en expresiones y gestos observables. Los indicios no verbales expresan emociones de miedo o de no preparación de la mentira.
  • El intento excesivo de controlar la información produce actuaciones artificiales con poca emoción, pocos gestos y movimientos, que revelan una incongruencia entre el lenguaje verbal y el no verbal.
  • Los procesos cognitivos superiores que acompañan al acto de mentir llevan a conductas no verbales involuntarias.

Estos indicadores deben valorarse en su conjunto y dentro del contexto social y psicológico de la situación especifica de donde se produzca, no deben analizarse de manera aislada. Tampoco debe buscarse la mentira como si de una inevitable realidad se tratara, puesto que pueden cometerse errores al valorar la simulación y el engaño.

Ni los mentirosos más experimentados tienen la capacidad de controlar indefinidamente su inconsciente, que acabará delatándoles. Cuando la mente duda, tiembla la mano, lo mismo pasa con el lenguaje corporal, cuando nos sentimos amenazados, el cuerpo empieza a hablar.

Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados


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