3 técnicas para hablar en público
Los programas terapéuticos enfocados en la adquisición de habilidades para hablar en público y en la pérdida del miedo escénico se desarrollan en base a varios factores que es mejor trabajar en conjunto. La respuesta de ansiedad suele ser la más común. Estos programas trabajan los aspectos fisiológicos, cognitivos y motores. Lo hacen a través de la respiración profunda, el entrenamiento en autoinstrucciones y del desarrollo de habilidades verbales, no verbales y vocales.
Tanto el entrenamiento en respiración profunda como en autoinstrucciones son técnicas de exposición para el componente motor. Las técnicas de respiración ayudan a contrarrestar el efecto de ansiedad y también para facilitar el discurso. Las técnicas de autoinstrucciones consisten en introducir cambios en las autoverbalizaciones.
De esta manera se aumenta el nivel de autocontrol y el comportamiento se vuelve más adaptativo. La tercera técnica se centra en el desarrollo de habilidades verbales que aumenten la confianza y la seguridad en uno mismo.
La respiración controlada
Conviene entrenar y manejar con soltura la respiración diafragmática. Es un tipo de respiración que además de ayudar a reducir el nivel de ansiedad dota al orador de mayor reserva de aire mientras habla y le permite hacer llegar su voz más lejos. Esto a su vez le dota de una mayor autoconfianza. La respiración torácica (hasta los pulmones) aumenta el nivel de estrés. Por el contrario, respirar con el diafragma favorece la respuesta parasimpática y ayuda a la relajación.
Esta respiración diafragmática, también llamada respiración profunda, lleva más cantidad de aire a la zona baja de los pulmones. Esta zona es la que tiene más capacidad, de tal manera que respirar desde esa zona garantiza una mejor oxigenación y limpieza pulmonar. No es una técnica difícil, aunque conviene entrenarla adecuadamente con un terapeuta especializado para no cometer errores y sacarle el mayor partido posible.
Entrenamiento en autoinstrucciones de Meichenbaum
La idea principal de este método es la introducción paulatina de autoverbalizaciones, verbalizaciones internas, pensamientos y autoinstrucciones. Este cambio de diálogo interno es el que influye en el individuo y termina modificando su comportamiento. Este método fue creado en los años 60 por el Dr. Donald Meichenbaum para niños agresivos e hiperactivos. Para darle forma se apoyó en estudios de Vygotski y Piaget sobre la importancia del lenguaje para controlar la conducta motora. Aunque ha resultado ser un método cuyas técnicas resultan muy positivas en la resolución de problemas en general.
En el caso del miedo a hablar en público, estas técnicas se han demostrado como una valiosa ayuda para la superación del pánico escénico. Al moldear los pensamientos mediante las autoverbalizaciones, conseguimos modificar el diálogo interno y controlar la conducta.
Este método consta de cinco fases. En las dos primeras el terapeuta ejerce de modelo a imitar, en las otras tres fases es el individuo quien practica las autoinstrucciones, primero en voz alta, después en voz muy baja (enmascaradas) y finalmente las autoverbalizaciones se vuelven pensamientos o autoinstrucciones encubiertas.
Habilidades verbales, no verbales y vocales para hablar en público
Capacitarse para hablar en público requiere del manejo de los recursos lingüísticos apropiados, así como de una buena estructura de las ideas a exponer y de un registro adecuado del lenguaje que se va a usar. Entrenar estos puntos dota al orador de autoconfianza y seguridad.
De la misma manera, el lenguaje no verbal dice casi tanto como el anterior. Desde la expresión facial a los movimientos corporales, el contacto visual y la gestión de los espacios físicos. Un buen entrenamiento en lenguaje corporal es fundamental a la hora de desarrollar habilidades para hablar en público.
Los elementos vocales, aprender a manejar la voz, es otro de los puntos clave. Tan importante es que el ser humano tiende de manera inconsciente a relacionar la voz con el tipo de personalidad.
Los elementos vocales más importantes que se han de trabajar son la voz, el tono, el énfasis, la velocidad, el ritmo, la proyección y la resonancia. La voz es la que reafirma o destruye la primera imagen de un orador. Es muy importante que tanto los elementos verbales, los no verbales y la voz estén en consonancia y reflejen equilibrio. Como en casi todo, lo importante es que, al final, lo que se ve, lo que se dice y lo que se mantenga sobre un equilibrio de coherencia.
“El tono y la calidad de la voz pueden determinar la efectividad del mensaje y la credibilidad del comunicador”.
-Albert Mehrabian, Profesor emérito de Psicología, UCLA-